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EL MUNDO - Jueves, 29 de junio de 2000 - Número 5
NAVEGANTES |
EL DEFENSOR
Seguimos mirando el reloj
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Gonzalo Álvarez Marañón

TARIFA plana sí, tarifa plana no. El tira y afloja entre el Gobierno, Telefónica y los internautas se prolonga ya durante años. Cuando Anna Birulés nos había puesto la miel en los labios, el penoso viacrucis de los internautas parece no vislumbrar su fin. El primer jarro de agua fría provino de la propia ministra, que tanta expectación había suscitado entre los internautas, ahora estafados: no habrá tarifa plana de momento, sino sólo a medias, es decir, en horario reducido, entre las 18.00 y las 8.00 horas, y durante los fines de semana y festivos. En cuanto al precio, algo menos de las 3.000. El Consejo de Ministros ha aprobado las 2.750 pesetas más IVA desde el 1 de noviembre.

EL SEGUNDO jarro fue vertido por Telefónica: que técnicamente no sería posible, que se colapsarían las líneas, que decaería la calidad del servicio, que la red telefónica básica no está preparada para soportar una tarifa plana. Pero, señores, ¿qué han estado haciendo todos estos años con el dinero esquilmado al sufrido abonado? ¿Es que acaso el anuncio de la tarifa semiplana del Ministerio de Ciencia y Tecnología ha cogido a alguien por sorpresa? Si en vez de dilapidar fortunas en compras que concitan el asombro de los analistas económicos, se hubiera estado invirtiendo en mejorar y actualizar la red presente ante la inminencia de implantación de una tarifa plana, otro gallo cantaría. Claro que Telefónica se resiste con uñas y dientes a ceder su monopolio sobre el bucle local, que pingües beneficios le reporta. ¿Qué le importa el desarrollo socioeconómico de un país mientras siga engordando su propia cuenta de resultados?

AFORTUNADAMENTE, otras operadoras no desoyen el clamor de los internautas. ONO ha sido la primera en anunciar formalmente la tarifa plana universal en sus demarcaciones, las 24 horas del día por 2.500 pesetas al mes, sin trampas ni medias tintas. Quién sabe si espoleados por el oportunismo o por estrategia comercial, otras compañías se suman también a la tarifa plana, como BT-Arrakis con su “Barra Libre”, que en la práctica ni es plana ni resulta tan asequible como los usuarios desean. Viendo las barbas de sus vecinos cortar, otros pondrán las suyas a remojar y es de esperar que en julio se desate una guerra de ofertas de tarifas más o menos planas, a precios más o menos populares. Aunque no se alcancen aún las reivindicaciones de los colectivos internautas, qué duda cabe que esta agitación del mercado supondrá una mejora frente al despotismo de Telefónica, con la vista gorda del Gobierno.

Gonzalo Álvarez Marañón es ingeniero de Telecomunicaciones del CSIC.
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