El suplemento para comprender el mundo digital

EL MUNDO - Jueves, 26 de octubre de 2000 - Número 17
NAVEGANTES |
EL DEFENSOR
“Cookies” hasta en la sopa

Gonzalo Álvarez Marañón

Se imagina una cabeza husmeando por encima de su hombro cuando navega por Internet? Las cookies actúan así, aunque no tanto. Desde su aparición, se han visto permanentemente envueltas en la polémica. Y no es para menos. Hoy por hoy, constituyen una de las mejores herramientas para rastrear las idas y venidas de los internautas por la Red. Si el usuario apaga el ordenador y se conecta de nuevo al día siguiente, la cookie almacenada en su disco permitirá identificarle, reconociéndole como el mismo usuario del día anterior, con lo que se puede continuar recabando información acerca de él. Hasta aquí, la cookie no identifica a una persona con nombre y apellidos, pero como a menudo rellenamos con entusiasmo formularios con nuestros datos personales, de ahí en adelante sí que permitirá señalar con el dedo.

Este potencial de seguimiento ha alarmado a la mayoría de internautas, que siente amenazada su intimidad si su actividad en Internet queda sistemáticamente registrada. La preocupación general ha alcanzado a la Comisión Europea, que está estudiando regular su uso: si la industria no adopta medidas autorreguladoras en el plazo de un año para frenar el abuso en la recopilación de datos personales de los usuarios sin su conocimiento, la Comisión tomará cartas en el asunto. Un reciente estudio sobre la Ley de Protección de Datos y servicios on-line, integrado en el proyecto europeo Vida privada y sociedad de la información, analiza el uso de cookies y sus consecuencias para la protección de la privacidad de los ciudadanos. Como resultado del estudio, se proponen medidas reguladoras que confiamos se adopten en breve plazo.

Un escenario orwelliano que se perfila especialmente escalofriante cuando se contempla la posibilidad de cruzar la información recabada on-line con la recogida off-line en nuestra vida cotidiana al margen de Internet: la tarjeta VisaCash, la SIM del móvil, la del Pryca... Nuestra vida moderna deja una profunda huella digital, de la que creíamos escapar en Internet, donde no nos vemos las caras. Por desgracia, los mundos on-line y off-line, una vez relacionados, pueden ofrecer tal cantidad de información acerca del usuario, que será necesario revisar los conceptos actuales de privacidad y anonimato. Internet y el rápido avance de la tecnología claman por una reestructaración de nuestra ética en el ámbito del ciberespacio, si no queremos transformar la Red en un antro tenebroso, donde los instrumentos actuales de libertad y privacidad sean anulados por una arquitectura emergente de ojos que todo lo ven.

Gonzalo Álvarez Marañón es ingeniero de Telecomunicaciones del CSIC. Edita la web www.iec.csic.es/criptonomicon


ARIADN@