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El suplemento para comprender el mundo digital
 
    EL MUNDO - Jueves 18 de abril de 2002 - Número 89  
     
  TECNOLOGÍA |  


  Quiero TV está en liquidación. Xfera ha despedido al 80% de su plantilla. Son sólo un aviso, porque muchos de los nuevos negocios digitales amenazan ruina. El sector tecnológico creó en los últimos años expectativas imposibles en televisión, radio, telefonía móvil, o comunicaciones inalámbricas. Las empresas y el Gobierno las creyeron y se embarcaron en gigantescos planes para dar nuevos servicios a millones de ciudadanos. Ahora, los servicios prometidos no terminan de llegar y las empresas, sin ingresos, no ven salidas.

INDUSTRIA
El cascarón vacío del negocio digital

 
  ALBERTO DE LAS FUENTES  
 
  El negocio de la televisión digital está en peligro y la interactividad tardará años en generar ingresos.
Los americanos hablan de wishful thinking para referirse a los razonamientos intoxicados por la voluntad, a la lógica mezclada con lo que uno desea. En español se podría hablar de voluntarismo, esa aspiración tan fuerte de que algo se cumpla que nos hace ver la realidad no tal y como es, sino como nos gustaría que fuera.

En los últimos años, el sector tecnológico ha sido increíblemente propenso a sufrir este mal del voluntarismo o wishful thinking. Como explica Eudald Doménech, fundador de TechFoundries, “se trata de uno de los grandes problemas, esa overpromise (promesa exagerada) constante y permanente que se hace en el sector tecnológico”.

Y esto no es nuevo. Pero en los últimos años gobiernos y empresas, cegados por el brillo de lo digital, tragaron el anzuelo. Y se embarcaron en gigantescos planes para promover a gran escala la televisión digital, la radio digital, la telefonía de tercera generación UMTS...

El problema es que los negocios asociados a estas tecnologías no consiguen arrancar ni a tiros. No importa la cantidad de dinero invertido, su perfección técnica o las esperanzas depositadas: no funcionan. Y para muchos es la ruina.

Así, en la radio digital hay 18 concesionarias emitiendo pero nadie las escucha, porque tan sólo existen 500 receptores en toda España. En la tele digital, Quiero TV acaba de anunciar su quiebra, Vía Digital pierde más de 1.000 millones de pesetas a la semana y las nuevas televisiones terrestres, que empiezan a emitir en junio, no están dispuestas a invertir y no habrá nadie que pueda verlas porque en el mercado no hay ni aparatos ni descodificadores adecuados. En UMTS, Xfera ya ha rescindido el contrato del 80% de su plantilla. Y según Forrester Research será la tumba de buena parte del sector de telefonía móvil europeo: sólo tres o cuatro grandes operadoras sobrevivirán en el continente dentro de seis años. El resto desaparecerán, lastradas por las enormes inversiones a las que se han comprometido.

PROMESAS. Todo esto ya ha ocurrido antes. Sólo hay que recordar fiascos memorables como el de la webTV (Internet en el televisor) o la tecnología push (pensada para bombear contenidos hacia los ordenadores, sin esperar a que los usuarios los buscaran). La diferencia con la situación actual son sus dimensiones: esta vez afecta a varias tecnologías de uso muy común: televisión, radio, telefonía móvil y comunicaciones inalámbricas de corto alcance. Y toca a varios cientos de millones de ciudadanos europeos, a los que se les han hecho promesas de servicios, calidades y precios absolutamente irreales, incumplibles.

Afecta además a las numerosas empresas implicadas que, en el proceso, han enterrado sumas multimillonarias (en euros). Y en muchos casos están descubriendo con pavor que quizá nunca recuperen esas inversiones. UMTS, televisión interactiva, radio digital... no estarán listas cuando se pensaba y quizá no lo estén nunca. Y gobiernos como el español evitan apoyarles con medias concretas, pero exigen a los concesionarios cumplir todos sus compromisos de inversión y despliegue. Como si las previsiones de hace unos años siguieran siendo válidas.

PAGAR. Cada caso es distinto. Y merece un análisis diferente. Algunas veces se ha sobreestimado la tecnología, el poder de lo digital, atribuyéndole posibilidades que no tenía. En otros casos es una cuestión de timing (concepto anglosajón relacionado con la correcta administración del tiempo). Es decir, de llegar demasiado pronto o demasiado tarde. Así, la interactividad de la televisión digital, que iba a generar nuevos servicios interesantes para los usuarios –y ya de paso, a ayudar a rentabilizar las fuertes inversiones realizadas– está aún en pañales. Y no da para generar importantes fuentes de ingresos.

Pero en otros casos el problema es empresarial, de modelo de negocio. Se han visto unas posibilidades de negocio donde no las hay. Porque los ciudadanos sólo están dispuestos a pagar cuando perciben que obtienen un valor a cambio de su dinero (value for money). Y aunque la tecnología funciona, nadie la quiere.

En cuanto a los responsables de tanto desaguisado, hay muchos. Para empezar, la industria y sus promesas exageradas. Pero lo son también las mismas consultoras y analistas que hincharon la burbuja de las empresas de Internet y crearon quiméricos planes de negocio que sólo existían sobre el papel. Más los gestores que, sin un buen conocimiento sobre tecnología, se embarcaron en proyectos ambiciosos. Más los gobiernos que animaron todo el proceso y ahora se desentienden de sus resultados. Esta es su historia.
 
 

TELEVISIÓN
El sueldo de Figo y Rivaldo, en peligro

Zinedine Zidane no juega en España por casualidad. Ni Figo, Saviola o Rivaldo. La española es la Liga de las Estrellas por un solo motivo. Las televisiones españolas, enzarzadas en una terrible guerra digital, son las que más pagan del mundo por contenidos diferenciales como el fútbol o el cine. Claro que en el resto de Europa también se paga generosamente en los últimos años: cualquier esfuerzo era bueno para traer clientes a la nueva tele digital.

Pero el modelo no se sostiene. En Alemania el grupo Kirch está en suspensión de pagos. En el Reino Unido, ITV Digital está al borde del precipicio. En Francia Canal Plus pierde dinero desde hace cinco años –500 millones de euros en 2001–. En Italia las cadenas de Silvio Berlusconi y Robert Murdoch (Telepiú y Stream), que andaban a las manos, ahora piden aire cada una en su rincón.

Y en España la situación es también muy grave. Quiero TV, el proyecto de televisión digital de pago del grupo Aúna, está en quiebra y va a ser liquidada a final de mes.

Vía Digital pierde más de 6 millones de euros (1.000 millones de pesetas) ¡a la semana! y podría acumular a final de año unas pérdidas en torno a 3.000 millones de euros (medio billón de pesetas). Canal Satélite Digital tampoco cubre gastos, pero cuenta con el rentable colchón del Canal Plus analógico.

En estas condiciones, las nuevas televisiones digitales terrestres VeoTV y NetTV, que deben empezar a emitir en junio, ya han anunciado que su estrategia consiste en no hacer nada. Nadie podrá verlas, porque nadie tendrá los decodificadores para ello. Las cadenas no piensan financiarlos. Pero es que como demuestra el caso de Quiero TV, las cuentas no salen. Sencillamente, los contenidos son demasiado caros. Y los retornos procedentes de la prometida interactividad no aparecen por ningún lado.

Lo explica José Miguel Contreras, del Grupo Árbol: “Aquí había la idea de que la gente quiere más canales y no es cierto, quiere mejores contenidos. Esa es la diferencia con los teléfonos móviles, donde los contenidos los crean los usuarios.”

Y lo remacha Ángel Parada, director general de Publicidad Gisbert: “El problema no es tecnológico, sino de modelo de negocio. Llenar 24 horas de programación con 30 canales no es posible. Cada familia tiene un límite de gasto”.

En teoría, la interactividad iba a traer nuevos servicios. Y sobre ellos, los ingresos que mantendrían todo el tinglado. Como explicaba la semana pasada la ministra de Ciencia y Tecnología, “la digitalización permitirá el uso simultáneo de TV e Internet” y hacer en televisión “muchas de las cosas que hoy se hacen en el ordenador”. Error.

Como señala Eudald Doménech, de Techfoundries, “la tecnología que se usa hoy es idéntica a la del teletexto, un stream constante y repetitivo, en el que sólo cabe un mega o dos”. Algo que sólo permite hacer cosas bastante primitivas: ofrecer una guía de programación, personalizar el tiempo...

El futuro pasa por decodificadores más completos, con disco duro incorporado. Así, sería posible una interactividad más elevada. Pero tal y como están las cosas, nadie sabe quién va a financiar su coste, unos 480 euros (80.000 pesetas) por aparato.

Lo explica Eduardo García Matilla, de Corporación Multimedia> “Las interactividades actuales son prehistóricas. Y en muchos casos no suponen más que una sofisticación que no sirve para nada. Eso no significa que el negocio no pueda ser viable. Sólo es que tal y como está montado no puede serlo”.

 
 

RADIO
500 receptores en España

Es la pescadilla que se muerde la cola. Desde hace dos años emiten en nuestro país 18 nuevas emisoras de radio digital. Pero nadie las escucha. Literalmente. Y es que, como máximo, existen en todo el país 500 receptores de radio digital, casi todos en manos de profesionales implicados.

Estos receptores, con pantalla de cristal líquido para recibir datos, cuestan hoy hasta 600 euros (100.000 pesetas). Pero es que ni un solo fabricante de aparatos electrónicos los produce de forma masiva. Las empresas se escudan en que no existe mercado, ya que nadie parece dispuesto a comprar radios digitales.

Sencillamente, la gente ya obtiene una buena experiencia radiofónica a cambio de muy poco dinero. Es decir, buen value for money. Así que no tiene ningún aliciente para cambiar a un modelo de radio más caro. Finalmente, sin receptores ni gente a la escucha, las emisoras no invierten más que lo imprescindible y ni se plantean ofrecer una programación competitiva.

Hoy ni siquiera hay prototipos de radio digital que sean portátiles. Sus ventajas son mejor calidad de sonido y mejor aprovechamiento de las frecuencias. Además de la posibilidad de recibir datos. Algo que no parece seducir a nadie.

 
 

COMUNICACIONES CORTAS
Los dientes de bluetooth son de leche

odavía está tierno. Bluetooth significa literalmente diente azul, por el sobrenombre de uno de los primeros monarcas nórdicos. Pero en vez de morder con fiereza en el negocio de las comunicaciones inalámbricas de corto alcance, aún tiene que ser alimentado con papillas. Los dientes de Bluetooth aún son de leche. Hace dos años que la maquinaria de marketing de las empresas implicadas viene anunciando, con enorme éxito, la irremediable situación que nos espera: hogares y oficinas llenas de dispositivos electrónicos, sin un solo cable y que se comunican entre sí gracias a Bluetooth.

La realidad, de momento, es mucho más modesta. Así, según Forrester Research, Bluetooth no tiene todavía mucho predicamento entre las empresas europeas ya que lo consideran “inmaduro e irrelevante”. Así, prácticamente nadie se plantea darle soporte a Bluetooth ni aún en el caso de que un número importante de sus empleados cuente con móviles equipados con esta tecnología. La mayoría piensan como el director técnico de una empresa italiana, cuyo testimonio recoge la consultora: “Francamente, se trata de una tecnología que busca algo que hacer. Tal y como está ahora, Bluetooth es una pérdida de tiempo”.

A medio plazo, la situación puede ser algo diferente. Sobre todo si Motorola, Ericsson y Nokia introducen chips Bluetooth en prácticamente todos los teléfonos nuevos que producen, como han anunciado. Entonces el precio de los chips, podría caer por debajo de seis euros. Y Bluetooth podría encontrar su hueco en cámaras digitales, reproductores de MP3, periféricos de ordenador y otros aparatos de ocio doméstico como vídeos o televisores –este año en Cebit ya se vieron muchos dispositivos equipados con esta tecnología–. También puede ser útil en la industria para control de stocks y control de maquinaria en funcionamiento.

Sin embargo, aún es pronto. Y primero es necesario resolver algunos problemas –por ejemplo, cada versión de los más de 30 fabricantes de chips Bluetooth es ligeramente diferente–. Pero, aunque finalmente logre popularizarse, ¿será una tecnología relevante?

 
 

COMUNICACIONES MÓVILES
GPRS no camina y al circo del UMTS le crecen los enanos

IGNACIO ESCOLAR
Ya no habrá más dilación. La Secretaría de Estado de Telecomunicaciones anunció hace unos días que no tolerará más retrasos y el 1 de junio las operadoras tendrán que tener desplegadas sus redes de UMTS. El esfuerzo es casi testimonial: dar cobertura en 15 ciudades españolas de más de 250.000 habitantes. Pero los ganadores de las licencias no las tienen todas consigo. “Será muy difícil cumplir con los compromisos adquiridos con la Administración”, aseguró el consejero de Telefónica, Javier Aguilera. ¿La causa? El miedo de los ciudadanos a las antenas.

Según Belarmino García, consejero delegado de Amena, en los últimos meses su compañía sólo ha conseguido firmar el 20% del número de contratos de instalación de antenas previsto. Y para que UMTS funcione hay que pasar de las actuales 30.000 antenas a cerca de 90.000.

Pero el miedo a las antenas no es, ni mucho menos, el único problema. Así, gran parte de los equipos que se instalen tendrán que ser reemplazados a corto plazo. La tecnología UMTS, en teoría ya lista para funcionar, sigue en desarrollo. Y los primeros prototipos de móviles de tercera generación, ni siquiera son duales, no pueden entenderse con las actuales redes GSM/GPRS. Los retrasos son tan importantes que Xfera ha prescindido del 80% de su plantilla. Y según Forrester Research, UMTS será la tumba de numerosas operadoras de telefonía móvil. Hasta el punto de que sólo sobrevivirán tres o cuatro grandes jugadores a nivel europeo. Pero, aunque estuviera listo mañana, no está claro que nadie quiera usarlo. “Hay tecnología para fabricar televisores móviles, pero no tienen sentido: la gente o anda o mira la tele”, señala Martin Varsavsky, presidente de Jazztel. Además, los fabricantes no quieren lanzar terminales UMTS de tercera generación antes de amortizar los de GPRS que acaban de sacar al mercado.

Dos fracasos han hecho que los operadores hayan perdido parte de la confianza depositada en UMTS. El primero es WAP. Sus resultados son tan malos que hasta Scott Goldman, máximo dirigente del WAP Forum, justifica el desastre asegurando que “muchas compañías crearon unas expectativas en el usuario demasiado altas”. El segundo espejo para los operadores es el GPRS, a medio camino entre el actual GSM y las posibilidades del UMTS. Aún es pronto para juzgar sus cifras pero de momento, la mayoría de los usuarios están ignorandolo. Si despega lo hará a partir de 2003. Y hasta 2005 no se logrará que un 25% de los propietarios de móviles use GPRS. Algo que retrasa UMTS hasta más allá de 2007. Por lo menos.

Y si GPRS y UMTS no despegan, tampoco lo hace otra tecnología inalámbrica: LMDS. Ésta fue pensada para dar Internet de banda ancha a hogares y empresas a través de radio, evitando el tirar cables. Pero sus limitaciones –su corto alcance hace necesario alquilar la red terrestre de otro operador– ha puesto a las seis empresas al borde del abismo.

 
 
     
 

 
     
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