25 DE OCTUBRE DE 1999 LUNES DIDÁCTICO  
    
LA BOLSA

La informática silenció los gritos del parqué

GEMA G. MARCOS
Medio centenar de yuppies en mangas de camisa y tirantes a lo Michael Douglas gritando sin control aquello del "compro y vendo". Mientras, los teléfonos suenan de manera desquiciante. Esa es la primera imagen que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en la Bolsa. Pues ya no tiene nada que ver con eso.

Desde hace más de diez años, el parqué bursátil -nunca mejor dicho lo del parqué, porque brilla como los chorros del oro- ya no es el que era. La revolución se inició en 1988. En ese año, la informática se apoderó para siempre de la Bolsa española, acabando con el sistema tradicional o de corros en el que las operaciones se hacían en voz alta, sin contratos por escrito ni firmas. Con la palabra, que entre caballeros tiene el mismo valor que una ley, era más que suficiente. Pero esos tiempos pasaron a la historia.

Fue entonces cuando los brokers - intermediarios encargados de realizar las operaciones bursátiles- dejaron de vociferar sus transacciones a pleno pulmón para recluirse en despachos independientes a introducir datos en sus ordenadores. Y el parqué se quedó silencioso.

De esta manera, empezó a funcionar el mercado continuo. De 9.30 a 17 horas en horario ininterrumpido. Sin pausas para almorzar. Las cuatro Bolsas españolas -Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia - se interconectaron, unificando sus valores. Algo lógico en un mercado que tiende a la globalización y en el que España aspira a pisar cada vez con más fuerza y seguridad.

En este nuevo panorama bursátil, dominado por completo por las nuevas tecnologías - con una tímida incursión de Internet-, Madrid continúa a la cabeza en el número de operaciones. Sobre el histórico y centenario parqué madrileño, se llevan a cabo más de un 85 % del total de las contrataciones que se realizan, hoy en día, en este país. O sea, nada.

LUNES NEGRO. La Bolsa de Nueva York, la popular Wall Street, sufrió el lunes más negro que se recuerda, sin contar el gran crack del 29, en 1987. Por aquella época, los valores bursátiles estaban demasiado inflados y se produjo la caída. La repercusión en España fue tremenda. De hecho, la Bolsa nacional sólo empezó a recuperarse del mazazo llegado desde el otro lado del Atlántico a partir de 1996. Y es que, ya se sabe, cuando Nueva York estornuda, Europa se constipa.

RENTA VARIABLE. Son, por ejemplo, las acciones. En este caso, inviertes en títulos que pueden bajar y subir. Es decir, la renta que producen no es fija. Ahí está precisamente la gracia de la Bolsa, en saber comprar a bajo precio y vender cuando el valor está en lo más alto. A la hora de optar por este tipo de inversiones se tiene muy en cuenta la trayectoria de la empresa de la que se pretende adquirir acciones.

RENTA FIJA. Se invierte en un valor seguro. Ni se precia, ni se deprecia. Su valor permanece constante, por lo que no existe ningún riesgo de pérdida económica. Este es el caso, por ejemplo, de las obligaciones emitidas por el Estado.

INTERNET. La todopoderosa red de redes todavía no ha tenido, por el momento, tanto éxito como se esperaba en el mundo de la Bolsa, al menos en España. Y es que, aunque la expectación que levantó fue muy grande, los inversores españoles siguen prefiriendo recurrir a los métodos tradicionales, como el teléfono, a la hora de ponerse en contacto con los brokers para ordenar una operación de compra o venta.

ECONOMÍA

Las luchas por lograr el control de una empresa

G. G. M.
Seguro que has oído hablar de ello mil veces. El término suena parecido a la comida que más detestaba Mafalda, pero no tiene nada que ver con eso. Son las OPAS o, lo que es lo mismo, las Ofertas Públicas de Adquisición. ¿En qué consisten? Son ofertas de compra de acciones de forma pública, con el objetivo de adquirir una participación mayoritaria en una sociedad. Hay varios tipos de OPAS. Así, están las denominadas hostiles, que son las realizadas por un accionista minoritario o ajeno a la compañía sin que los directivos de ésta tengan noticia de que se va a producir. También existen las de exclusión, cuya finalidad es sacar a una sociedad de la Bolsa.

En estas luchas por el poder entre las empresas también se da la posibilidad de realizar una fusión, uniendo varias sociedades diferentes para crear una nueva. En las fusiones por absorción, la empresa que se come a la otra conserva su personalidad jurídica.