Unos minutos para las 10 horas. Ocho estudiantes se encadenan a las entradas de la Facultad de Políticas y Sociología y de la Escuela de Trabajo Social (que comparten edificio) impidiendo la entrada y salida del centro. Compañeros suyos se apresuran a desplegar pancartas explicativas: «Aún la podemos parar, di no a la LOU», «Recuperemos la Universidad», «La LOU está aprobada, no aplicada».

El rescoldo de la lucha en la calle contra la controvertida ley de Pilar del Castillo se avivaba ayer en Somosaguas con tintineo de cadenas y amenaza de to be continued.

«Me parece muy fuerte lo que estáis haciendo», grita una chica con pantalón de rayas, mientras se desplaza unos metros echando humo hacia uno de los accesos laterales. «A mí me parece bien que protesten así», espeta Samuel, futuro politólogo, después de contemplar la escena. «Ha quedado demostrado que con las manifestaciones no se consigue nada».

10.15. Los bedeles asumen el papel de guardianes de las puertas de emergencia para agilizar la entrada de los profesores y alumnos que van haciendo acto de presencia. Entre los desfiles procesionales y los conatos de mosqueo, hay tiempo hasta para las reflexiones. «Jo tía, nunca me había fijado en la cantidad de gente variopinta que venimos a esta facultad».

El encargado de correos no parece tomarse de mal grado la protesta. Tampoco la encargada de reponer los contenedores higiénicos. «Está abierta la otra puerta, ¿no? Pues subo y punto», anuncia con su carretilla cargada de la mano.

«Pues yo creo que Sharon no va a retirar sus tropas por mucho que éstos se encadenen», aventura Alberto, camino de clase, tan sólo un poco despistadillo: la asamblea de Políticas ha decidido unir su lucha anti-LOU con el rechazo a la invasión de Israel sobre Palestina.

REIVINDICACION. Son las 10.35 horas. Aparece la decana, Rosario Otegui, que como todo hijo de vecina, no puede ganar el edificio por el acceso principal. Los estudiantes aprovechan para subirle su tabla de reivindicaciones.

Mientras tanto, los docentes son los que más pegas ponen a la barrera humana. Algunos los increpan: «Es que no sabéis distinguir entre libertad de manifestación y fastidiar los derechos de los demás». «Esto es inconstitucional», deja caer otro. Pero también los hay que les desean suerte.

16.30. Los ocho encadenados recuperan su libertad después de una reunión de la asamblea convocada sobre la marcha. El Decanato se ha desentendido y ellos anuncian: «Esto ha sido sólo un aviso».