Ir a la portada de Campus
Ir a elmundo.es

Jueves, 11 de abril de 2002
ACTUALIDAD
«Los cínicos no sirven para este oficio»

JAVIER GOMEZ

El homenaje a Julio Fuentes en Periodismo analizó qué significa ser reportero de guerra.

«Sarajevo fue su ciudad»

José Luis Lobo

ENVIADO DE EL MUNDO

Este reportero se mostró «decepcionado por la actitud de las autoridades al investigar la muerte de Julio». «Sarajevo era su ciudad y Bosnia, su guerra», recordó del compañero asesinado. Y relató cuando, al llegar a la ciudad asediada para dar el relevo a un exhausto Fuentes, «éste escribía a la luz de las velas por los cortes de electricidad. Todos se hubieran alegrado de volver, pero a él le parecía una putada».

«Cuesta entender nuestro trabajo»

Ramón Lobo ENVIADO DE EL PAIS

«Reconozco que cuando se ven las imágenes televisivas de las guerras cuesta entender por qué se hace este trabajo». Lobo destacó que la mayor dificultad no es sobrevivir físicamente al efecto de los horrores, sino «moralmente». Para este reportero, es difícil superar las contradicciones que el trabajo puede plantear: «Se trata de hablar de personas que se van a morir, para que contarlo salve a otros en esa misma situación».

«Impotencia ante el sufrimiento»

Javier Bauluz

FOTOGRAFO FREE LANCE . El único Pulitzer español recordó a Julio Fuentes como «uno de los grandes, un pura sangre y una buena persona». Según Bauluz, como reportero de guerra se experimentan «el miedo, la impotencia y la incomprensión ante el sufrimiento propio y también ante el ajeno». Describió el periodismo de Fuentes como «ir, oír, ver, tocar y contar». Y pidió que las nuevas generaciones «salven un periodismo en estado terminal».

Cuando los más rezagados de la clase de las 10.00 llegaron al salón de actos se encontraron con que no había sitio. Lejos de emprender la retirada, hubo quien soportó más de dos horas de pie. La causa de la expectación era el homenaje que la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM rindió ayer a Julio Fuentes, reportero de EL MUNDO asesinado en Afganistán el pasado 19 de noviembre.

El mito del periodista que, libreta en ristre, recorre los lugares en conflicto, sigue incólume en los pasillos de esta escuela de informadores. «Recuerdo aquella crónica sobre el gas sarín que firmó Fuentes junto a una periodista italiana, la última que escribieron ambos antes de morir», rememora una alumna de 1º de Periodismo, con ojos chispeantes y buena memoria.

Tras la introducción de los organizadores de la iniciativa, y profesores de la casa, Ildefonso Soriano y Felipe Sahagún este último miembro del Consejo Editorial de EL MUNDO , se proyectó un vídeo, con imágenes sobre la actividad periodística en los conflictos armados, que sirvió como escena de un texto escrito por Fuentes, De luto por nuestros propios muertos, publicado el 18 de julio de 1993.

Los fogonazos de realidad que desprendió el documental donde se asiste, por ejemplo, al asesinato a sangre fría de Bill Stewart, de la BBC helaron a los más de 500 presentes y dieron paso a la discusión.

Una mesa redonda compuesta por enviados de guerra, todos amigos de Fuentes, pasó a continuación a glosar la figura de su compañero y a desgranar su labor cotidiana, que tan lejana de ese adjetivo le resulta al resto de los mortales.

BALAS. Para explicar lo que significa dormirse al son del silbido de las balas estuvieron presentes Ramón Lobo, de El País, José Luis Lobo, de EL MUNDO, Javier Bauluz, free lance y Emma Daly, de Newsweek. A ellos se unieron, por vía telefónica o mediante mensajes, José Antonio Guardiola, de TVE, desde Jerusalén; Alfonso Rojo, de este diario, desde Yenín (Palestina) y Gervasio Sánchez, de la SER, desde Camboya.

«Su muerte fue un golpe tremendo para el periodismo de este país», declaró Enma Daly, de Newsweek, que pudo hacer un alto en la visita de Colin Powell para aparecer fugazmente por el homenaje. Y contó una funesta premonición que pronunció el propio Fuentes cuando contempló dos aviones estrellarse, el 11 de septiembre, contra las Torres Gemelas: «Este día nos va a cambiar la vida».

«Julio sabía que si no estás cerca de un conflicto, no hay historia. El siempre lo estaba», fueron las palabras de Alfonso Rojo, por teléfono móvil, desde Yenín, donde hace dos días perecieron más de 150 personas, entre israelíes y palestinos.

Parafraseando un libro de Ryszard Kapuscinski, Ramón Lobo no dudó en afirmar que «los cínicos no sirven para este oficio» y, recordando a Julio Fuentes, que «para ser periodista hay que ser buena persona».

José Antonio Guardiola confesó haberse sentido «desamparado ante la muerte de Julio» y criticó que muchas veces los ejércitos traten a los periodistas como enemigos. «La muerte que tantas veces hemos narrado nos persigue sin tapujos», declaró, desde Camboya, Gervasio Sánchez.

Durante el acto, el decano de la facultad, Javier Davara, que introdujo la mesa redonda, entregó una placa conmemorativa en memoria de Julio Fuentes a Victoria Prego, subdirectora de este diario.

DEBATE. Tras las exposiciones, Javier Bauluz, José Luis Lobo y Ramón Lobo respondieron a las preguntas de un público interesado en saber qué ocurre con las guerras de las que no se habla, cómo se prepara un viaje de enviado o cuáles son sus principales riesgos en el frente.

José Luis Lobo descartó que una mujer tenga que superar más dificultades que un hombre como corresponsal de guerra. Y los tres criticaron los raíles por los que avanza el periodismo actual, que Ramón Lobo tildó de «espectáculo donde la verdad importa poco».

Una frase del vídeo cuestionaba si «tal vez ha llegado el final del periodismo romántico». A tenor de lo que ayer se vio y se escuchó, puede que Julio estuviese equivocado.



copia para imprimir


© campus - elmundo.es
  OTROS MUNDOS
 elmundo.es
 elmundodeporte
 elmundodinero
 elmundomotor
 elmundolibro
 elmundoviajes
 elmundovino
 elmundosalud
 medscape
 Emisión Digital
 Navegante
 Metrópoli
 Expansión&Empleo
 mundofree
 elmundo personal