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Jueves, 11 de abril de 2002
ACTUALIDAD
ALCALA. Estudiantes de Medicina de la Universidad de Alcalá integran un grupo de teatro, dirigido por el decano de la facultad, Antonio López, desde hace 11 años. Cada lunes, se reúnen para ensayar Bodas de sangre , de Federico García Lorca su autor favorito , que representarán el día del patrón de Medicina.

El teatro decano de Medicina

JUANJO BECERRA

El Aula Magna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá se estremece cada lunes con exclamaciones que, en principio, poco tienen que ver con los analgésicos, la gripe o las radiografías. Las profiere un grupo de alumnos que ha encontrado en el teatro el complemento perfecto a su formación universitaria bajo la dirección de Antonio López, su decano.

Autor de poesía y ensayo, lleva 11 años navegando por los procelosos mares de la tragedia teatral junto a los futuros médicos de la Universidad de Alcalá. Once años plagados de gratas experiencias como la representación de La camisa, de Lauro Olmo, en la que «los actores vivieron trágicamente el concepto de migración y pudimos sacar la obra a Palencia».

También hubo malos momentos. «El público francés no entendió La Casa de Bernarda Alba y no aplaudió al final de la obra», recuerda Antonio con cierta amargura.

Una obsesión ha marcado esta larga peripecia: Federico García Lorca. El autor granadino ha sido representado en cuatro ocasiones por esta peculiar compañía teatral. Cinco, cuando Bodas de sangre vuelva a estrenarse sobre la tarima del Aula Magna con motivo del patrón de Medicina. A diferencia de 1991, el montaje de este año incluirá coreografía «para mezclar el teatro hablado con la danza».

DIFICULTADES. Aprendices de cirugía, medicina general o pediatría, sus pupilos reconocen la dificultad de representar una obra lorquiana. Antonio, en cambio, está convencido de que lo entienden «con más facilidad que los de Humanidades porque en su trabajo están en contacto con el dolor, la esperanza y la desesperanza». Aun así, llevar a cabo esta compleja misión implica hacer un hueco para los ensayos entre las horas de aula, codos y hospital.

A Carolina, que hará de novia en la obra, no le preocupan las apreturas de su agenda, ya que está convencida de que «después del estudio y las prácticas, el teatro te ayuda a desconectar».

El caso de Rosalía tiene aún más mérito si cabe, ya que comenzó la carrera de Medicina después de casarse y ser madre. «Siempre quise hacerlo, pero mis padres no pudieron pagarme unos estudios», reconoce.

Su intención es especializarse en cirugía, aunque debería hacerlo en supervivencia. Paradójicamente, sus compañeros de escena la eligieron para el papel de muchacha en la obra.

Alfonso y María son, quizás, los más experimentados, según sus compañeros. «El año pasado me engañaron y este año repito», bromea María.

RELACION MEDICO PACIENTE. Futura pediatra, su papel de madre en Bodas de sangre le viene como anillo al dedo. Sobre la relación del teatro con la medicina, María comenta que «puede aportar expresividad y menos vergüenza en la relación que se establece entre el médico y el paciente». Alfonso, por su parte, está convencido de que «despertar emociones y salvar vidas es lo mismo».

«Más crispada la voz cuando dices esa frase», corrige Antonio desde la oscuridad de su asiento en el patio de butacas. Todos saben que los ensayos no serían posibles sin el entusiasmo de quien, sin embargo, delega siempre en los actores la responsabilidad de repartir los papeles. Le consideran un buen director y no dudan en admitirlo. «Nos deja hacerlo a nuestra manera y nos va centrando poco a poco», asegura Sara.

Jesús, novio de Carolina en la ficción, va aún más lejos al definir su calidad humana: «Es una gran persona, fuera de lo normal».



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