EL MUNDO - Domingo, 22 de octubre de 2000 - Número 262
ERROR MEDICO | CAMBIADAS EN LA CUNA
Esta sí es su hija
IMAGÍNESE por un momento que su niño de 3 años es hijo del vecino, y el del vecino el suyo. Pasó en Italia
 
  MARTA LOBATO. Roma

Tome, señora, aquí tiene a la niña», dice, sonriente, la maestra de la guardería. «¡Pero si ésta no es mi hija!», exclama sorprendida la madre. «¡Ay!, perdone. Es que se parece a usted como una gota de agua», se justifica, ruborizada, la autora del supuesto error. La señora que había ido al parvulario a recoger a su hija después de su primer día de cole echa un vistazo a la pequeña que le iban a entregar y se queda desconcertada. La niña es, efectivamente, idéntica a ella.
Involuntariamente, la profesora del parvulario Borgo rosso, de Mazara del Vallo, ha levantado la liebre sobre un inquietante e increíble equívoco cometido en esta localidad siciliana de 60.000 habitantes, casas grises, un importante puerto pesquero y una numerosa comunidad de inmigrantes magrebíes. En ese momento, en la guardería, a la madre le asaltan las mismas dudas que casi tres años antes le carcomieron en el hospital donde dio a luz, pero que muy pronto olvidó. Ahora, sin embargo, viendo a esa niña que se parece a ella como nunca se pareció la hija que ha criado, la mujer no puede quedarse cruzada de brazos. Vuelve a casa, habla con su marido, ambos acuden al pediatra y deciden someterse a un sencillo examen de sangre.
El resultado de la prueba arroja a los padres a un estado de angustia y desazón. El grupo sanguíneo de la cría es incompatible con el suyo, lo que significa que es absolutamente imposible que la niña que durante dos años y ocho meses han criado, educado, mimado y amado sea biológicamente suya. Sus inicialmente vagas y lúgubres sospechas se han hecho realidad.
Sin pensárselo dos veces, la familia decide ponerse en contacto con los padres de la otra niña, quienes se someten igualmente a otro examen de sangre que ya no deja lugar a dudas. También en este caso el grupo sanguíneo es incompatible con el de los progenitores. Una niña es 0 positivo y la otra AB negativo. La despiadada verdad no puede ser otra: las pequeñas han crecido hasta ahora en las familias equivocadas. Y ello debido a un mayúsculo error cometido un resacoso primero de enero de 1998 en el hospital en el que ambas vinieron al mundo.
Las bambinas nacieron el mismo día y casi a la misma hora -sólo 15 minutos de diferencia entre una y otra-, algo insólito para el pequeño hospital Abele Aiello, acostumbrado a una media de tan solo un parto al día. Esto, sumado a la originalidad de la fecha -el día después de una noche, la última del año, en la que descorchar botellas es la práctica más común entre los humanos- puede ayudar a explicar, aunque no a excusar, lo sucedido en el reparto de maternidad.
Aquel día, el personal sanitario se olvida de poner inmediatamente a las parturientas y sus bebés las pulseras de identificación en las muñecas. Y, como colofón, se produce un involuntario intercambio de ropita entre las recién nacidas, que lleva a aumentar el despiste.
Desenmarañado el equívoco, ahora se plantea una peliaguda cuestión: ¿qué hacer? «¿Cómo se puede vivir con el ansia de saber que la niña que has criado día a día se irá de casa? ¿y cómo se puede estar lejos de una hija que es sangre de tu sangre?», se preguntaban atormentadas ambas parejas.
La historia, digna de una comedia de Pirandello, carece, sin embargo -y por suerte- de las diferencias sociales típicas de los cuentos de hadas donde, generalmente, los pobretones de buen corazón descubren ser, en realidad, hijos del rey. Las inocentes protagonistas de este caso de enredos y destinos cruzados son hijas de un albañil y un pescador, ambos honrados treintañeros, que viven junto con sus mujeres en dos modestos apartamentos en el mismo barrio, el de Cristo Re, a unos 200 metros de distancia.
La paridad en su situación económica evitará probablemente más traumas a las pequeñas cuando, como todo hace suponer, vuelvan a sus auténticas familias. Pero ¿cómo se puede poner fin a este entuerto sin sufrir, a casi tres años de contar cuentos, curar gripes, aguantar berrinches y dar amor a una criatura que va a dejar de ser, de golpe,tu hija?
Con gran juicio y sentido común, las dos familias han decidido por el momento -además de contratar al mismo abogado para que las represente- pasar el mayor tiempo posible juntas, para facilitar que las niñas se hagan más amigas y todos se conozcan mejor. En medio del desconcierto y la desolación sufrida por el descubrimiento, el abuelo de una de las niñas, Baldasarre, ha sido el primero en ver un aspecto positivo. «Ya ambas me llaman abuelo y sólo han pasado 10 días. Tenemos toda una vida por vivir con estas dos "hermanas". No, es más, "gemelas"». «El objetivo es que las niñas acaben cambiando de casa pero, por ahora, de noche tienen que seguir durmiendo en sus camitas mientras que de día deben estar siempre juntas», explica Baldasarre.
Una de las niñas, que era hija única, va a pasar ahora a tener dos hermanos, mientras que la que hasta ahora había vivido con los que creía sus hermanos dejará de tenerlos. Vito Gagitano, un lobo de mar que apadrinó a la hija del padre pescador, se ha quedado igual de destrozado por la noticia: «Siento el mismo dolor que la familia. Me pregunto si cuando cada uno vuelva a su lugar se intercambiarán también los padrinos».

PRIMERA EXCURSION
Para vivir su drama alejados de la curiosidad de la gente, los dos matrimonios se han escondido de la prensa y mantienen el más absoluto silencio. El domingo pasado salieron de excursión todos juntos y, después de jugar con las niñas como una única familia, conversaron sobre las acciones legales que emprenderán contra las personas (un ginecólogo, un pediatra, una comadrona y tres enfermeras) que trabajaron aquel primero de año. «No pedimos venganza sino justicia. Quien ha cometido un error debe pagar», explica el abuelo Baldasarre.
Para evitar casos como el de estas familias sicilianas, en los 70 centros sanitarios españoles dependientes del Insalud que cuentan con paritorios se ha implantado, desde este mismo año, la tarjeta de identificación materno filial basada en la toma de huellas dactilares de ambos. En 1996, el hospital madrileño Gregorio Marañón fue el primero en ensayar este sistema en el mundo gracias al acuerdo alcanzado entre el impulsor del carné infantil -el pediatra Antonio Garrido-Lestache- y la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales.
Ahora, sobre el caso de Mazara del Vallo ya hay abiertas dos investigaciones, una interna del hospital y otra de la fiscalía de Trapani. Algunos expertos juristas no descartan resarcimientos multimillonarios para las dos familias.


CRONICA