Domingo, 12 de noviembre de 2000 - Número 265

JUANJO MENÉNDEZ | ADIÓS AL OTRO CALVO GENIAL

El actor se despide de los escenarios

JAVIER LORENZO
Juanjo Menéndez
Alzheimer. El mundo del teatro está jodido. La expresión no es elegante, pero calificativos como abrumado, pesaroso o similares no retratan con tanta exactitud la impresión que ha causado, poco después de la muerte de Jesús Puente, la noticia de que Juanjo Menéndez, a sus 70 años, se retiraba definitivamente de los escenarios por culpa del mal de Alzheimer.

Baste como muestra de tal estado de ánimo que una de las personas que más ha trabajado con él, el director del Teatro Español, Gustavo Pérez-Puig, ha decidido no visitarle en este duro trance. «Quiero seguir recordándole como lo que es: un hombre inteligente y simpático, que además es muy buen actor. Uno de los mejores que ha habido en España en este siglo». Y pone su nombre a la altura de José María Rodero, Jesús Puente o Manuel Dicenta.

Simpatía. Alegría. Son palabras, más bien conceptos, que desgranan todos los que le conocen. Las pronuncian José Luis López Vázquez, Fernando Delgado, María Asquerino... «Los personajes claves se nos están yendo», asegura Asquerino, que coincidió con él en su primera película: Dos caminos (que, curiosamente, no ha vuelto a proyectarse porque un incendio la destruyó).

Era el año 1953 y no hacía mucho que Juanjo Menéndez -que estudió Químicas y Derecho, aunque sin concluir ninguna de ambas carreras- había entrado en escena. Pérez-Puig recuerda que le conoció dos años antes en unos exámenes que se hacían entre aspirantes al olor y la luz de los telones y las candilejas. Quedó tan impresionado -junto a él actuaba una entonces desconocida Berta Riaza- que se acercó a ese joven espigado para ofrecerle el papel protagonista en Tres sombreros de copa, obteniendo como respuesta una negativa. «Me dijo que había fracasado como actor. Que sólo sabía hacer efectos sonoros en Radio Madrid. Y claro, oír eso de un chaval de 22 años... Tuve que hablar con su padre para que lo convenciera. Lo consiguió y Juanjo debutó con un éxito enorme, tras lo cual ya no paró. Siempre ha tenido una vis cómica maravillosa».

Esa vis -<<un don, una cualidad humana», insiste Pérez-Puig- sería la que le condujo a la compañía de Amparo Rivelles, a quien daba cumplida réplica en Medio minuto de amor, y a frecuentar las pantallas con Sucedió en Sevilla o Marcelino, pan y vino.

Después, y a pesar de la fama -o el baldón en el caso español- de actor cómico, trabajó con José Tamayo en La alondra de Jean Anouilh, o en la obra pirandelliana por excelencia, Seis personajes en busca de autor. De él dice ahora el director: <<En los dos casos llevó a cabo una verdadera creación y se descubrió como un actor singular, de gran maestría. Siempre he sentido por el un gran afecto. La mejor noticia que podría recibir ahora es la de su recuperación>>.

Y es que en cada uno de los teatros de Madrid Juanjo Menéndez ha dejado su huella interpretando a toda clase de autores, desde Calvo Sotelo a Luca de Tena, y todo tipo de obras, entre ellas, por supuesto, las comedias. Educando a una idiota, El zapatero y el rey, Nuestro abrelatas han sido algunos de sus grandes éxitos. La tan anhelada expresión, «se cayó el teatro», era habitual en sus estrenos.

Y es que teatro, en efecto, es lo que Juanjo Menéndez lleva en la sangre, pero el cine entonaba por esos tiempos tan achuchados sus cánticos de sirena: los gorgoritos eran harto desafinados, sí, pero muy rentables. Así que le llegó la época de El abominable hombre de la Costa del Sol, Suspenso en comunismo o Cuidado con las señoras. Sin embargo también hay que decir que abandonó muchos proyectos parecidos a cambio de una buena obra. Así, cuando formó compañía con Jesús Puente y ambos triunfaron, bajo la dirección de Alfonso Paso, con Violines y trompetas, fraguando una de las parejas mejor avenidas del escenario español.

Con la televisión su contacto fue más esporádico. Sus trabajos en Estudio 1 -con la famosa obra Ninette y el señor de Murcia- le proporcionaron un premio Ondas. En 1989 abandonó el papel que representaba en la obra de Alonso Millán, Cuéntalo tú que tienes más gracia, para dirigir el magazine de Antena 3 JM. Después su rostro sólo se vio en la pantalla a través de unos anuncios de atún, pero con ellos consiguió un premio de Publicidad.

Juanjo Menéndez -que está casado con la francesa Noelle Miquel y tiene dos hijas- es un símbolo de lo que Pérez-Puig denomina «la gracia sana». Un don que, afirma, hoy no se practica «porque se le da más importancia a la seriedad del burro». Algo de lo mismo señala López Vázquez: «La comedia está denostada. Da la impresión de que no nos gusta reírnos».


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