Domingo 11 de noviembre de 2001 - Número 317

TERRORISMO | AMENAZA EN EL RÍO

¿Y si ETA atentara en el trasvase del Ebro?
ALBERTO VÁZQUEZ FIGUEROA plantea en su próxima novela, «Todos somos culpables», la posibilidad de un muy sencillo atentado terrorista contra el trasvase del Ebro, que dejaría sin abastecimiento a 15 millones de españoles y podría provocar una masacre

ANÍBAL C. MALVAR
MIGUEL MURADO

Israel, 1965. La organización Al Ashifa (La tormenta), denominación circunstancial de la hoy archiconocida Al Fatah, envenena los pozos de canalización del acueducto nacional que alimenta a todo el país. El acueducto (Ha Mobil Ha Leumi) conduce el agua desde el Mar de Galilea y el Monte Hermón hacia el Sur. Un gran tramo de la infraestructura se encuentra en la superficie. Desde entonces y hasta la actualidad, cerca de dos millares de soldados de la Brigada Golani protegen la conducción. Tropas de elite que no se andan con miramientos. Prefieren el error al riesgo de que algún agente terrorista tenga acceso al abastecimiento de casi 6 millones de habitantes del país.

El número de víctimas por envenenamiento podría ser aterrador.Los soldados saben que protegen uno de los referentes identitivos de la nación judía: jordanos, sirios y palestinos han considerado desde la creación del acueducto que esa agua es un robo más de Israel a su historia, a su tierra, por tanto, es un objetivo de ataque prioritario. Poco más se sabe del operativo de seguridad instalado en el tramo superficial de Ha Mobil Ha Leumi. Para publicar cualquier cosa sobre este asunto es necesario un permiso de la censura militar.

El acueducto es la fuente única de aquello que pueda ser vergel en Israel o pulso de habitabilidad. El agua del Jordán es abundante.Otra cosa es que Israel tenga un compromiso con Turquía para comprar el agua de aquel país. Es una tapadera. Tras el convenio se esconde un acuerdo de venta de armas desde el Estado judío hacia Turquía. Una rúbrica en papel de agua para un pacto estratégico que no se quiere hacer explícito. En caso de un nuevo atentado sobre el acueducto, el agua turca no solucionaría nada.

España, como Israel, es un país amenazado constantemente por el terrorismo. De naturaleza muy diferente, por supuesto. Y España, como Israel, en caso de prosperar el proyecto del trasvase del Ebro, dependerá de una infraestructura similar que abastecerá a más de un tercio de la población del país: 15 millones de personas beberán, se lavarán y cocinarán con esa agua. El escritor canario Alberto Vázquez Figueroa ha percibido esta coincidencia, y apunta en su nueva novela Todos somos culpables la posibilidad de un ataque con armas biológicas o químicas al agua de la obra más ambiciosa que se ha planteado nunca en España.

Una serie de asesinatos acosan el entorno de Víctor Benavides, mutilado de brazo, pierna y esposa en un atentado de oscura inspiración.Éste contrata a un investigador y sicario para que descubra lo que realmente sucedió. Pero hay algo que Benavides no le ha dicho a su hombre. Algo queintuye que puede estar detrás del peligro.

« Tan sólo teníamos un proyecto musitó Benavides.

La alternativa al trasvase del río Ebro, ¿no es así? ante el sorprendido gesto de asentimiento de su interlocutor, insistió .Hábleme de él [...].

El Gobierno español ha aprobado un ambicioso pero controvertido plan con vistas a solucionar de una vez por todas las viejas y tradicionales carencias hidrológicas de nuestro país comenzó .Y la espina dorsal de dicho plan se centra en un gigantesco trasvase que llevará el agua del Ebro a la costa mediterránea, desde el norte, en Cataluña, al sur, en Almería.

¿Cuántos kilómetros?

Más de mil.

¿Y a qué coste?

Entre cuatro y cinco mil millones de dólares [...].

¿Y quiénes serían los principales beneficiados de ese presupuesto?

Las grandes constructoras, lo que por aquí suele llamarse la Cofradía del Hormigón».

Vázquez Figueroa no se ha inventado la amenaza. El escritor se ha inspirado en críticas vertidas desde grupos políticos contrarios a la obra(todos menos PP, CiU y Coalición Canaria), ecologistas, colectivos de agricultores: el trasvase será un gran negocio y revitalizará el sector de la construcción español durante décadas.No sólo por la obra en sí. Se prevé que la solución a las carencias de agua reactivará la construcción de viviendas y hoteles en toda la costa mediterránea, ya excedentaria de oferta turística desde el punto de vista medioambiental. En todo caso, ficción es ficción, y pocos constructores españoles subrayan en su currículo el haber tenido que matar a nadie para hacerse con una obra.

El escritor canario, como tantos, tampoco está con el Gobierno en lo del trasvase. Desde hace años, promueve la construcción de desaladoras que potabilicen el agua del mar. Él mismo ha ideado un modelo. Al que alude en su novela. «Con la mitad de la inversión [prevista para el Ebro] se podrían construir nueve gigantescas plantas desaladoras de presión natural [parte de la energía necesaria procedería de la propia ósmosis del líquido] que producirían la misma cantidad de agua, mucho más barata y sin necesidad de quitársela a un río contaminado al que no le sobraba ni un metro cúbico», dice el ficcional mutilado de brazo, pierna y esposa.

Como Todos somos culpables en el libro, las disquisiciones sobre la seguridad del futuro trazado del cauce ocupan buena parte de los esfuerzos intelectivos del autor.

« Nosotros acabamos de llegar de Oriente Medio, donde nos habíamos percatado del enorme esfuerzo que se ve obligado a hacer el Estado de Israel para proteger las aguas del pequeño río Jordán y el lago Tibeirades de una posible contaminación accidental o un envenenamiento por parte de grupos terroristas. Los judíos utilizan alambradas, minas antipersona y una parte muy importante de su Ejército en un intento de evitar que nadie se aproxime a sus orillas.

¿Y se lo comunicaron a las autoridades españolas?

Intentamos hacerles comprender que proteger de igual modo los 900 kilómetros del río Ebro, que se extiende por una cuenca de más de 80.000 kilómetros cuadrados [algo más del 13% de la superficie española] y cuenta con cientos de afluentes que nacen en regiones muy remotas, resultaría inviable desde un punto meramente estratégico de cara a la posibilidad de un atentado con una serie de agentes contaminantes, que hoy en día se pueden conseguir con facilidad.

O sea, que le hicieron ver al Gobierno que [...] estaría poniendo en peligro a una gran parte de la población.

Unos 15 millones de personas.

Eso significa que los terroristas podrían haber chantajeado a una parte de los españoles por el simple procedimiento de amenazarles con contaminar su única fuente de abastecimiento de agua.

Por el resto de la historia, generación tras generación, hasta el fin de los siglos».

Actualmente, cualquier español puede hacerse sin dificultad con las sustancias necesarias para elaborar iperita o gas mostaza, tabun, sarin, soman, ácido cianhídrico u otros agentes que se utilizan en la confección de pesticidas en todo el mundo. La simple inmersión de pequeños focos radiactivos a lo largo del cauce mantendría seco el embalse durante un tiempo indeterminado.Y después del 11 de septiembre, cualquier psicosis está justificada.Torres Gemelas, la sombra de ETA sobre Torre Picasso, Peres dejando caer en Estocolmo que temen un atentado palestino sobre sus aguas...Colocar únicamente a un soldado cada 500 metros a ambas orillas de los 1.024 kilómetros de la canalización del trasvase del Ebro ocuparía a cerca de 5.000 militares de un Ejército con 102.000 efectivos para prever una amenaza «por el resto de la historia, generación tras generación, hasta el fin de los siglos». El novelista dice que ha advertido del peligro al Ejecutivo y que éste estudia la congelación del proyecto. ¿Ficción?

«Todos somos culpables», de Alberto Vázquez-Figueroa (Ed. Plaza y Janés) sale a la venta el próximo 22 de noviembre




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