Domingo, 20 de mayo de 2001 - Número 292

TRÁNSITOS | ANÉCDOTAS VIVAS

1970 / Comunión laica

JESÚS PARDO
En 1970 la Unión Soviética celebró el primer centenario del nacimiento de su fundador, Vladimir Ilich Lenin. Iba a ser también el último, pero eso entonces, en plena pujanza de la era de Brezhnev, no lo sabía nadie. Los altavoces atronaban las ciudades soviéticas con loores al gran hombre y todo era idear ingeniosas maneras de celebrar su memoria. Por ejemplo, se puso de moda poner de nombre a los niños soviéticos Vil, es decir, un nombre compuesto con las iniciales del nombre, el patronímico y el apellido de Lenin; la crónica en la que el que esto firma comunicó desde Moscú este dato a los lectores de su periódico, el diario Madrid, fue parada por un censor ruso que sabía español y me explicó, con sonriente cortesía: «Vil, en castellano, significa bajo y despreciable. Ya comprenderá usted que no puedo dejar pasar una noticia así». Pero más interesante que esto es el hecho de que todas las panaderías soviéticas recibieron orden de hacer el día del aniversario unos panecillos redondos con las facciones de Lenin. Como eran pequeños, los niños soviéticos podían comérselos de un tirón, y las autoridades aconsejaban no masticarlos, porque hincar el diente a una efigie del gran hombre sería injuriar su memoria.



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