Domingo, 20 de mayo de 2001 - Número 292

EL BUZÓN | AZUL Y ROSA, por Jaime Peñafiel

Cien mil pesetas pagó Don Juan Carlos
El taxi suele ser para un periodista una fuente valiosa e inagotable de noticias. Gracias a un taxista madrileño, don Pedro Molina Padilla, ha tenido conocimiento este columnista del paradero del primer coche que el hoy rey Don Juan Carlos adquirió con su dinero, en 1969, cuando era Príncipe de España. Se trata de un Austin Mini, de color azul («no podía ser de otro color», el taxista dixit), fabricado en Navarra.Según la documentación oficial «el 39 de noviembre de 1969» (sic).El vehículo lo compró Don Juan Carlos a un concesionario de la madrileña calle de López de Hoyos y pagó 100.000 pesetas. Se trata del único coche que el Rey ha tenido a su nombre. El Mini en cuestión se diferencia del modelo que se comercializa en algunos detalles que le fueron incorporados, entre ellos un motor de 1300 cv, traído de Inglaterra, servofreno y dos depósitos para la gasolina. Dada la altura del Príncipe, hubo que rebajar el asiento del conductor.

Lo compró el primo Gonzalo
La historia, hasta llegar el vehículo a su actual propietario, es de lo más curiosa. Hasta el año 1969, Don Juan Carlos, en expectativa de destino, había disfrutado de cierta libertad de movimiento. Pero aquel año en el que compra el coche, acababa de ser designado Heredero a título de Rey por el general Franco. Y, aunque disfrutó mucho con el cochecito el tiempo que lo tuvo, al fin decidió venderlo porque esa libertad se redujo o desapareció con la designación. El comprador: su primo Gonzalo de Borbón Dampierre. El Príncipe le cobró por el Mini lo mismo que él había pagado. Lo que ignoro es si el primo Gonzalito le pagó las 100.000 pesetas. Necesitadas de ellas debía de estar el pobre cuando, poco después, vende el coche, también por 100.000 pesetas, a José María Martínez Bordiú, barón de Gotor y hermano del marqués de Villaverde, que ya era suegro del duque de Cádiz. A través de una señora que había adquirido posteriormente el vehículo al barón, el Mini real llega al taller de automóviles que entonces poseía el taxista, señor Molina Padilla, su actual propietario.

El Rey evocó su libertad
El pasado año, el Mini en cuestión fue exhibido en el Salón Internacional del Automóvil de Madrid, al que acudió Don Juan Carlos acompañado de la Reina. Ese día de la visita, coincidió con un triste suceso en la Familia Real: la muerte de Gonzalo.

El reencuentro del Rey con su primer coche fue muy evocador: «Era muy manejable. Me daba sensación de libertad», le explicó a Doña Sofía, al tiempo que, con su pañuelo, limpiaba el parabrisas.Algo así como una caricia al pasado. ¿Mejor o peor? Diferente.Ya se sabe que ciertos recuerdos son como amigos comunes, saben hacer reconciliaciones. En este caso, con el pasado. Y ya que hablamos de coches, incomprensible resulta que el Audi blindado en el que el presidente José María Aznar sufriera el atentado de ETA que, a punto estuvo de costarle la vida, se encuentre arrumbado en una empresa de desguace, en la carretera de Toledo.¿Por qué no se recuperan estos vehículos, el del Rey, el de Aznar, el Mercedes que Hitler regaló a Franco, abandonado en un hangar del Ejército y el Dodge de Carrero, que son parte de la historia de España, y se monta una exposición permanente? Rosa Lima Manzano, la que fuera directora general de Tráfico, fallecida en accidente de helicóptero, quiso comprar el Mini de Don Juan Carlos para tal fin.

Mi principesca mano en tu... culo.
Una mayoría del Parlamento noruego prepara un plan de urgencia que haría posible transformar el actual sistema de Monarquía constitucional en una República. La noticia, según Carmen Villar Mir, corresponsal de ABC en Estocolmo, ha llenado de consternación a los tres países escandinavos en los que, como saben muy bien nuestros lectores, el sistema de Estado es la Monarquía: la reina Margarita de Dinamarca; el rey Carlos Gustavo de Suecia y el rey Harald de Noruega.

El motivo para tal decisión es la elección sentimental, inadecuada a todas luces, del heredero Haakon Magnus que, el 25 del próximo mes de agosto, se casará con la joven Mette Marit, madre soltera y en su día amante de un traficante de drogas de cuya relación nació el niño que, como todo bagaje, aporta al matrimonio que la convertirá en eina. Si es que para entonces existe la institución.Aunque los noruegos no han exteriorizado sus sentimientos sobre el particular, como aquí en España por lo mismo, los representantes del pueblo soberano han llegado a la conclusión de que no es de recibo tal elección. Porque en el país nórdico, la última palabra no la tiene el rey sino el Parlamento, que ha comenzado a actuar. Motivos no le faltan.

La gota de agua que ha colmado el vaso de la paciencia, ante la irresponsabilidad del Heredero, han sido unas fotografías, publicadas también en España, en las que se ve a la pareja, de vacaciones en Marruecos, con niño incluido, bailando en una playa.Ella, en sujetador, él, cogiéndole no por la cintura sino por...el culo, gesto por supuesto cariñoso, pero en la intimidad. Nobleza obliga. Realeza, más.



CHSSSSSSS...

Escenario: el lujoso restaurante Jockey de Madrid.En una mesa: la infanta Elena y su esposo Jaime Marichalar. En otra: cuatro jóvenes ejecutivos. Cuando el matrimonio abandonaba el local, uno de los yupies se dirigió a Doña Elena: «Hasta luego».La infanta, con la espontaneidad y sencillez que le caracteriza, se detuvo para preguntarle: «¿Nos conocemos?». El joven no se cortó y, con sentido del humor, le respondió: «Sí, a ti de las revistas». Y se quedó tan tranquilo. La infanta, divertidamente sorprendida.

Triste es que en la cena del año de Porcelanosa, en Villarreal, presidida por Carlos de Inglaterra, lo que más llamara la atención fuera el culo de Carmen Martínez, la nietísima de Franco, que lo lució en todo su esplendor bajo las transparentes gasas de su vestido. ¿Lleva bragas?, se preguntaba el personal.Pensar que hace años a la pobre Marta Chávarri casi la crucifican por culpa de otra transparencia, involuntaria en esa ocasión.



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