Domingo, 27 de mayo de 2001 - Número 293

PÓKER | EL ESPAÑOL MEJOR DEL MUNDO

Mortensen aprendió en un garito
En chalés de las zonas residenciales de Madrid se citan en un tapete, rodeado de camareras despampanantes y con cena de lujo incluida, los mejores jugadores de España

LUIS MAZARRASA
Y qué hace Charles Glorioso, ese párroco católico de Luisiana, con los más de 12 millones de pesetas que ha ganado?», pregunta sorprendido un espectador novato del campeonato del mundo de póker jugado la pasada semana en Las Vegas. «Pues lo destina todo a su parroquia. Además de cura, es jugador profesional y dedica sus ganancias a los más necesitados de su diócesis», contesta un jugador que acaba de ser eliminado.

Y es que el mundo del póker está poblado por personajes fascinantes.Los jugadores profesionales, es decir, los que viven de ello en Estados Unidos hay muchísimos y en España, muy pocos, de ahí la sorpresa por el triunfo del español Juan Carlos Mortensen , pertenecen a estratos sociales absolutamente dispares y sólo están unidos por la pasión por las cartas, que acaban convirtiendo en su oficio.

Mortensen, el madrileño de 29 años que ganó el pasado sábado 19 en Las Vegas el campeonato mundial en la modalidad Texas Holdem dotado con un premio de 295 millones de pesetas , es profesional desde hace cuatro años. Conoció el Holdem en un club de la calle Montera de Madrid, una zona tachonada de los mejores edificios de estilo neoclásico de principios del siglo XX y tomada por las noches por la más sórdida prostitución y por los camellos que venden droga o atracan a los turistas.

Acudía al local a practicar el billar, cuando conoció a unos tipos originales que jugaban cantidades modestas a un póker abierto, muy divertido, que había traído de Estados Unidos Gonzalo García Pelayo.

EXTRAVAGANTES
García Pelayo es uno de esos personajes que circulan por el mundo del juego. Antiguo director de cine y productor y representante de músicos, lo mismo descubre a Lole y Manuel, Triana o Remedios Amaya, que dirige las primeras road movies del cine andaluz, o se lleva 12 kilos del Casino de Viena con un método que ideó para ganar a la ruleta y que hizo famoso al llamado «Clan de los Pelayos».

En la mesa a la que se sumó Mortensen también jugaban el Rafa y otro colega, dos tipos que a veces se levantaban en plena partida porque calculaban que una determinada máquina tragaperras, en un bar de un barrio lejano, ya estaba caliente, es decir, a punto de dar el premio. A las pocas horas volvían, y si lo traían se lo jugaban al Texas.

El futuro campeón aprendió a jugar rápidamente y durante dos años se dedicó a desplumar a la mayoría de los jugadores de la timba no a todos, porque García Pelayo y algún otro también fueron ganadores .

Alguna vez la partida se vio abruptamente interrumpida por la llegada de la Brigada del Juego. Como aquella noche que todos recuerdan y en que se jugaban cantidades irrisorias (había 10 contendientes y cada uno había cambiado 8.000 pesetas en fichas).Se trataba de pasar un buen rato sin correr riesgos. La policía, aprovechando la llegada de un cliente pues no se abría la puerta sin mirar la cámara del telefonillo , irrumpió de golpe, puso una denuncia a los organizadores de la partida por infracción fiscal y se llevó la mesa, el fichero y las 80.000 pesetas.

Mientras se procedía a los trámites de identificación de los jugadores, uno de ellos, Carlos el sordo, se despojó de sus zapatos y el potente sonotone y echó una cabezada en un sofá cercano: casi todos los jugadores de la mesa eran veteranos en los tratos con la Brigada del Juego o con otros polis (Paco, el Reventa, faltaba algunas noches a la partida porque lo habían pillado con las entradas a la puerta de Las Ventas).

Jugar al póker no es delito en España, pero los organizadores de una timba cometen una infracción fiscal si no cotizan a Hacienda.«No nos era posible pagar», comenta García Pelayo, «porque no estábamos legalizados. La ley no contempla la legalidad de este tipo de reuniones informales de juego. No entiendo cuál es el problema para que todo esto salga a la luz pública y se pague un tanto anual en impuestos por mesa, como en Estados Unidos».«Además», añade, «muchas veces los periodistas nos tratan como delincuentes. Por ejemplo, esa noche yo me ofrecí a dar mi versión de los hechos a algún medio que ya tenía en la mano la nota informativa de la policía, pero, en un absoluto desprecio de la norma de consultar a ambas partes, al día siguiente sólo se publicaba la versión policial, y encima llena de errores graves».

Sin embargo, esas eran partidas baratas, juegos de niños comparadas con las que se organizan muchas noches en distintos puntos de la geografía española: Madrid, Barcelona, Elche, Valencia, Bilbao...

El póker que más dinero mueve es otra modalidad abierta, llamada Chirivito. Tuvo su primer apogeo a finales de los setenta y, no se sabe muy bien por qué, parece que los mejores jugadores eran de Elche.

«CABEZÓN DE ELCHE»
Entre ellos sobresalía Cabezón de Elche. Un tipo bajito, poco simpático según sus compañeros habituales de mesa, del que se calcula ha amasado una fortuna de miles de millones de pesetas en los últimos 30 años.

«Al principio era una maravilla», recuerda otro profesional, «en Elche vivían varios empresarios que se forraban vendiendo las grandes marcas de electrodomésticos, y perdían muchísimo al Chirivito».

En aquellos años de crecimiento económico, los grandes del póker español cazaban cada noche a primos de gran calibre a los que llamaban «primates», y cuyo dinero les permite, todavía hoy, vivir de los réditos.

Entre los míticos destacaba también Manolo «el guapo», un andaluz simpático, parecido a Máximo Valverde, con fama de arrasar con las damas, y no sólo con las del tapete.

Actualmente se juegan partidas muy fuertes de Chirivito y Omaha en las zonas residenciales de Madrid, en chalés como los de Ramón y Cajal. El Omaha es otra variedad de póker americano que puede durar dos horas y llenar los bolsillos de algún jugador con más de siete millones de pesetas.

El ambientazo merece la pena: decenas de jugadores en varias mesas, amigos, mirones y camareras despampanantes sirviendo cenas a la carta (bastante mejores que muchos restaurantes de lujo), con un trato exquisito. La barra libre incluye hasta el tabaco, día y noche, por supuesto y, además de a los varios tipos de póker se puede apostar hasta al parchís, juego al que, por cierto, Mortensen también aprendió con rapidez en uno de esos chalés.El día en que le enseñaron perdió un millón en pocas horas, pero después se empeñó en recuperarlo y estuvo 24 horas seguidas peleando en el tablero, hasta que consiguió salir como había llegado.

En casas como ésas también ha entrado la policía en repetidas ocasiones. Mientras requisan mesas, ficheros, pero rara vez el dinero, puesto que por experiencia se sabe que no hay que dejarlo a la vista, identifican a los jugadores. Las anécdotas son interminables.«Espere un poco que me termine el solomillo, no se me vaya a cortar la digestión», respondía uno de los tahúres habituales al agente que le pedía el DNI en plena cena, durante una de las batidas. Nadie perdió la sangre fría ni el sentido del humor, es claro.

PERDER EL PUDOR
«La casa y los jugadores que frecuentan este tipo de chalés no suelen plantear problemas y la mayoría tiene buen perder, pues ya están acostumbrados a esta vida», comenta Miguel, uno de los mejores croupiers de Madrid. «Claro que a veces hay tanto dinero por medio», prosigue, «que hay que perder el pudor y decir lo que se piensa. Recuerdo aquella vez en la que jugaba un amigo de la casa que iba perdiendo la intemerata y se le prestó tres millones a ver si recuperaba. Los perdió en las siguientes horas.De pronto, le dio un infarto y murió allí mismo, sobre el tapete.Fuimos al entierro y dejamos pasar unos meses, pero al final uno acudió a la viuda para decirle que su marido que en paz descansase debía tres millones al garito. Nos mandó al carajo, claro».

El problema de los préstamos no es baladí, porque es habitual que se entregue mucho dinero a cuenta a un cliente que un día se da cuenta de que es incapaz de devolverlo. Y entonces no hay mucha solución.

Para entender lo embarazoso de la situación baste recordar la partida en que uno de los clientes más ancianos, que no tenía muy buen aspecto, pidió más dinero a crédito.

«Dale, que yo respondo», indicó uno de los socios de la casa al que hacía de cajero. «¿Qué quiere decir que tú respondes?», le contestó éste, «¿si se muere un día de éstos, antes de devolverlo, también respondes?».

Pero estas salidas de tono no dejan de excepciones. Los barones del juego están de acuerdo: los problemas de las apuestas clandestinas en España se arreglarían con la simple normalización fiscal de las contribuciones. El juego, dicen, entraña muchos riesgos, pero también aventura y gran diversión, y parece no molestar al poder cuando añade dinero a las arcas del Estado.

Quienes disfrutan apostando piensan que no hay razón para que la prohibición afecte tan sólo a las pequeñas timbas particulares.Según ellos, no hay diferencia entre ellas y la lotería, los casinos o las maquinitas.



ORÍGENES ESPAÑOLES

Con Juan Carlos Mortensen el póker vuelve a sus orígenes españoles, compartido también con Inglaterra, donde se remonta al siglo XVI. La paternidad española se le atribuye a un juego de tres cartas denominado «Primera». En el siglo XVIII se incorporaron dos cartas más a la mano y ya se conocía como «pochen» (farolear), en Alemania, y «poque» en Francia. Los colonos franceses lo llevaron a Luisiana en aquella época y de allí empezó a expandirse, río Misisipí arriba, hasta alcanzar las cotas actuales de Estados Unidos, donde tampoco es legal en todo el territorio.



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