Domingo 6 de enero de 2002 - Número 325

DOCUMENTO INÉDITO | SEXUALIDAD ESCONDIDA

La otra vida de Dirk Bogarde
EL ACTOR de «Muerte en Venecia» prendió fuego a sus papeles antes de morir. Ahora, una colección de películas caseras revela su intimidad con Tony

RICHARD BROOKS. The Sunday Times
Dirk Bogarde llegó a estrella de Hollywood siendo aún bastante joven. Una de sus mejores películas sería «Portero de noche».
La verdad es que, para ser un actor, es decir, alguien obligado a vivir la mayor parte de su vida a la vista de todo el mundo, Sir Dirk Bogarde fue un personaje enormemente celoso de su intimidad.En parte, ese anhelo de intimidad se explica por su actitud paranoica a la hora de hablar de su relación con Tony Forwood, con quien compartió su hogar durante casi 40 años.

Bogarde empezó su carrera de ídolo popular en los años 50, en el papel de Simon Sparrow, el elegante médico de la serie Doctor in the House (El médico en casa), antes de aceptar papeles más exigentes en películas como Muerte en Venecia, Víctima, El sirviente y Portero de Noche.

Antes de morir, prendió fuego a la mayor parte de sus papeles, sus fotografías y sus cartas, entre los que figuraba, para decepción general, un diario que había escrito durante su visita a Belsen (pequeña localidad del noroeste de Alemania donde los nazis levantaron un gran campo de concentración y de exterminio) inmediatamente después de la liberación de este lugar en 1945. Bogarde había pasado por una traumática experiencia bélica, en parte responsable de su personalidad reservada y sensible.

Ahora, dos años después de su muerte, el 8 de mayo de 1999, a los 78 años de edad, se ha hecho público que dejó a su sobrino Brock una enorme colección de películas caseras, grabadas desde finales de los años 50 hasta mediados de los 70.

Las películas, todas en color, muestran escenas de su vida con Forwood y los muchos momentos de ensueño de los que disfrutó en el ámbito privado con otras estrellas del cine, tales como Elizabeth Taylor, Judy Garland, Jean Simmons, Michael Wilding y Gregory Peck, que le iban a visitar a sus casas de Buckinghamshire y Sussex. «Dirk me las entregó hace unos 12 años, cuando volvió [a Inglaterra] después de vivir en Francia», ha contado Brock, quien ha mantenido el Van den Bogaerde del apellido familiar (fue Tony Forwood quien le sugirió a Dirk que se lo cambiara por el más sencillo de Bogarde).

Bogarde y Forwood residieron en Francia desde principios de los años 70 y ya no regresaron a Gran Bretaña hasta 1987, cuando Forwood se encontraba gravemente enfermo de un cáncer del que murió seis meses más tarde. Se habían trasladado a la Provenza porque, en aquella época, Dirk Bogarde estaba mucho más solicitado para trabajar por los directores de cine europeos, aunque también para huir del agobiante régimen fiscal de Gran Bretaña.

«Dirk nunca quiso volver a ver aquellas películas caseras después de la muerte de Tony», ha declarado Brock. «Ver esas películas le habría resultado muy doloroso: demasiados recuerdos de Tony.Dirk iba a deshacerse de ellas, pero creo que me las confió a mí porque yo le hice ver que me interesaban».

ALBACEA LITERARIO
Brock, que trabaja actualmente en el área de la producción de cine, es también el albacea literario del actor y el principal beneficiario de su herencia. Hace algunos años dispuso que todas las películas se transfirieran a soporte digital para su mejor conservación, aunque no fue sino hasta que la BBC se puso en contacto con él, en el curso de este año, a propósito de un documental sobre Bogarde, cuando otras personas, aparte de sus familiares más próximos, se enteraron de la existencia de esas películas.

Algunas secuencias pudieron verse la pasada semana como parte del documental de referencia que la BBC programó el día del aguinaldo [26 de diciembre].

El propio Brock vivió en casa de Bogarde, cerca de Grasse, en la Provenza, en 1975, cuando se filmó el último rollo de esas películas caseras. Brock se fue allí al término de su etapa escolar en Inglaterra. Con 18 años de edad por aquel entonces, pasó nueve meses con Bogarde y Forwood, trabajando en el olivar que ambos tenían, a la vez que asistía a clases de francés en Cannes.

Fue más o menos por aquella época cuando Dirk Bogarde empezó a escribir A postillion struck by lightning (Un postillón alcanzado por un rayo), el primero de sus siete volúmenes de memorias.

Sin embargo, esas memorias no confiesan jamás a las claras la auténtica naturaleza de las relaciones entre Bogarde y Forwood.Al igual que en las entrevistas periodísticas, Bogarde se refería en sus libros a su compañero íntimo como «mi representante» o, en todo caso, en muy raras oportunidades, como «mi compañero».Sin embargo, en su vida cotidiana, para Bogarde Forwood era Tote, un apodo que se cree que le venía de que el actor pensaba que su compañero era «totalmente divino». Sin embargo, siguen siendo un secreto los detalles precisos de su relación.

Brock puntualiza que, en la casa de Francia, cada uno de ellos tenía su propio dormitorio aparte, y describe el de Forwood «con un aspecto como más infantil, con un osito de peluche encima de la cama». Según la expresión francesa que él utiliza, la relación Bogarde Forwood era un «mariage blanc» (matrimonio blanco, sin sexo).

John Coldstream, que trabaja en estos momentos en una biografía de Bogarde, está de acuerdo con esa afirmación. «A decir verdad, fue en eso en lo que terminó convirtiéndose», añade, «aunque de lo que no estoy seguro es de cómo empezó. De lo que no me cabe duda es de que la suya era una relación de gran compañerismo y de profundo afecto».

La pareja se conoció en octubre de 1940, cuando Forwood, que había ido a ver actuar a Bogarde en una obra de teatro en Amersham, se presentó a sí mismo al actor tras la representación.

Si bien no cabe duda de que Bogarde era, por encima de todo, homosexual (tuvo sus líos de más joven), Sheridan Morley, el primero de los biógrafos de Bogarde (no autorizado), reconocía que «si abrieras el armario de Dirk, lo más probable sería que te encontraras dentro un par de botas de jardinero». Es más, en un programa de televisión, cuando a Bogarde le interrogó sobre su sexualidad su amigo Russell Harty, que también era homosexual, el actor replicó: «Yo sigo encerrado en mi concha y tú todavía no has conseguido abrirla, querido».

CON AVA GARDNER
Las películas caseras permiten asomarse a lo que Brock llama, con absoluta propiedad, «otro mundo, otra época, repleta de encanto, por cierto». Tal y como el propio Bogarde se encargó de subrayar en cierta ocasión, «yo no me abandono a los caprichos; son los caprichos los que salen a mi encuentro».

Sus invitados, tanto en su casa de las afueras de Amersham como, más adelante, en la de los Downs, de Sussex, y, posteriormente, en la de la Provenza, eran siempre las más destacadas estrellas del momento.

La mayor parte del metraje de estas películas son grabaciones realizadas por Forwood, que, al término de la II Guerra Mundial, había empezado a trabajar en el mundo del cine, aunque también el propio Bogarde rodó secuencias desde la ventanilla abierta del Rolls Royce en el que Forwood llevaba y traía a su compañero a y de los platós cinematográficos. Existen secuencias de una Judy Garland de aspecto triste, junto con Bogarde, en un columpio; hay otra de Ava Gardner con un perro.

Unas cuantas de esas películas caseras muestran a la actriz italiana Capucine, que mantuvo una estrecha amistad con Bogarde, tan estrecha que sus responsables de relaciones públicas estaban encantados de que la prensa creyera que entre ellos había un apasionado romance. Cualesquiera que fueran sus auténticas relaciones, esas películas caseras muestran a Bogarde y Capucine chapoteando juntos en la piscina o en el lugar de rodaje, en Austria.

En una de esas películas en las que aparece Capucine, la cámara pasa del jardín exterior al interior de la casa. Allí, sobre una mesa, se ve una pila de revistas y, entre ellas, el último número de Mirabelle. En la misma película puede verse incluso la portada de esa revista con una foto de Bogarde y las siguientes palabras: «El soltero más codiciado de Gran Bretaña. ¿Encontrará alguna vez el verdadero amor?».

«Hay que recordar que en aquellos momentos, finales de los años 50 y principios de los 60, Dirk fue elegido el segundo personaje más popular del mundo, no sólo de Gran Bretaña», añade Coldstream.

En las películas también aparece Forwood de vez en cuando un hombre apuesto, con una pinta magnífica , aunque Brock tiene muchas más fotos del compañero de Bogarde.

Hasta los padres de Bogarde hacen su aparición en las películas, sobre todo, en una en particular, rodada en 1970, en la que se le ve con su madre. Se grabó en Venecia, cuando el actor se trasladó allí para hacer el que muchos consideran que es su mejor filme, Muerte en Venecia. La película casera muestra a madre e hijo en un canal. Se supone que la escena debió de ser captada por Forwood.

Brock está absolutamente seguro de que Bogarde habría querido que esas películas se exhibieran ahora. «Yo creo que él sabía que, algún tiempo después de su muerte, esas grabaciones saldrían a la luz pública», ha declarado. «Siempre dio a entender que no le importaba lo que ocurriera cuando hubiera muerto. También dio a entender que le traía sin cuidado que se escribiera una biografía oficial o no. En realidad, en cierta ocasión me dijo que yo terminaría hablando con el autor de su biografía».

Bogarde, a decir de Brock, era un hombre emotivo a quien «se le podía hacer llorar con facilidad». Influido por el matrimonio no muy feliz de sus padres y por un padre distante, y profundamente marcado por sus experiencias en la guerra, Dirk Bogarde volcó su capacidad de compasión en la pantalla. Algunas de sus actuaciones, muy en especial en Víctima, una película que rompió moldes, realizada a principios de los años 60, sobre el tema de un homosexual casado que se ve obligado a llevar una doble vida, y posteriormente en Muerte en Venecia, con su reprimida adoración por un adolescente, demostraron hasta qué punto el propio dilema de Bogarde le permitía una mejor comprensión de los papeles que encarnaba. También tuvo una extraordinaria capacidad para traspasar sus sentimientos y preocupaciones a la pantalla.

Ahora bien, el deseo de Bogarde de mantener en secreto su vida íntima le acompañó hasta el último momento de su vida. A Brock le pidió que no se celebrara ningún funeral tras su muerte. Sus deseos se vieron cumplidos.

Aunque se muestra un poco remiso a hablar de la relación de su tío con Forwood, Brock admite que «se trataba de una relación ciertamente maravillosa y llena de cariño, pero de compañerismo, fundamentalmente. Tony representaba el equilibrio en la vida de Dirk. Contribuyó también a atajar los temores que Dirk tenía de perder los estribos». El año pasado, Brock llevó las cenizas de Bogarde a la que fue su casa de campo de la Provenza. Decidió esparcirlas en el mismo lugar en el que Dirk disfrutó de tantos años de felicidad con el hombre que, sin lugar a dudas, fue el amor de su vida: Tony Forwood.


LA MÁSCARA DE MENTIRAS DE HOLLYWOOD por PEDRO CALLEJA

El cine es una fábrica de mentiras y de mitos. Estos son algunos de los casos más llamativos de superchería erotizante:

Rodolfo Valentino (1895-1926). Antes de triunfar en Hollywood, este italiano de modales asilvestrados se ganó la vida como bailarín, gigoló y chapero en antros de París y Nueva York. En sus seis años de estrellato su estilo abiertamente sexual marcó época.Fuera de la pantalla, participó en orgías colectivas. Murió antes de cumplir los 30.

Cary Grant (1904-1986). Fue el prototipo de hombre educado, atractivo y un pelín sinvergüenza. A principios de los 30, compartió casa y dormitorio con el también actor Randolph Scott. Llegó a casarse cinco veces. Hitchcock quiso contar con él y con Montgomery Clift para La soga y se negaron a interpretar a dos asesinos gays.

Greta Garbo (1905-1990). Fascinó a los cinéfagos de los 30, 40 y 50. Dejó plantado en el altar al galán John Gilbert y tuvo que pagar a una de sus ex amantes, Mercedes de Costa, para que no airease sus cartas de amor.

Burt Lancaster (1913-1994). Forajidos, su primera película como protagonista, le convirtió en estrella. Se ganó una fama de intérprete arrollador. Kate Buford, su biógrafa más despiadada, lo define como divo caprichoso que despreciaba a sus esposas. Según ella, fue bisexual, participó en orgías con marines en casa de Rock Hudson, y mantuvo estrechas relaciones con Tony Curtis y su amigo de infancia Nick Cravat.

Montgomery Clift (1920-1966). Cintas como Un lugar en el sol lo convirtieron el modelo de sensibilidad masculina que después seguirían émulos como Marlon Brando y James Dean. El alcohol y las drogas le ayudaron a superar sus frecuentes crisis de culpabilidad homosexual. Su último amante, Lorenzo James, lo halló muerto en la cama, desnudo.

Rock Hudson (1925-1985). Fornido, machote, canalla y mujeriego: esa fue la imagen que durante décadas ofreció este fotogénico y limitado actor a millones de fans. Detrás de esta fachada, fue un homosexual sin complejos. El sida le obligó a salir del armario y defender en público la causa rosa.

James Dean (1931-1955). Era aficionado al sadomasoquismo y al erotismo bizarro. Algunos de sus amigos le llamaban «cenicero humano», por su afición a dejarse quemar el pecho con cigarrillos.Tras un romance de fotonovela con la actriz suicida Pier Angeli, se convirtió en el esclavo sexual de Maila Nurmi, alias la Vampira, musa de Ed Wood.



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