Domingo 31 de Marzo de 2002 - Número 337

ZOOLOGÍA | AFECTA AL LINCE

La extinción del conejo

ALFREDO MERINO
Hábitat. Si a uno no se lo explican, le cuesta creer que el Estado vaya a gastarse 7,5 millones de euros en conseguir que haya más conejos. Pero es así. El pasado lunes se presentó el programa para lograrlo en Lugar Nuevo, una finca estatal enclavada en el Parque Natural de la Sierra de Andújar, en Jaén. Allí el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, señaló que se va a destinar dicho importe en lograr que el pequeño herbívoro sea tan abundante como lo era hace décadas. También en recuperar su hábitat mediterráneo.

La razón final del esfuerzo no es para beneficio de este simpático animal, que ni tan siquiera se encuentra entre las piezas más apreciadas por los cazadores. Lo cuenta el Plan Integral del Manejo del Lince, a desarrollar en lugares como la finca jienense y el Parque Nacional de Doñana. Se trata de potenciar sus poblaciones para salvar al lince ibérico, el mamífero en mayor peligro de extinción del mundo y del que apenas quedan 200 ejemplares.

El declive del gato rabón está emparejado con la disminución de las poblaciones de conejos, su principal alimento. Le ocurre lo mismo que al águila imperial, que también es una de las rapaces más amenazadas del planeta. El humilde conejo comparte pues destino y territorio con las dos mejores joyas de nuestro patrimonio biológico y de otras muchas especies, como el águila real.

El declive de todos ellos es el mismo que el del conejo. Hasta la década de los 60 del pasado siglo y a lo largo de la historia, el lagomorfo fue en extremo abundante en España. Había decenas de millones. Tantos que el nombre de nuestro país, en el latín original quiere decir eso: la tierra de los conejos.

En 1954 cambió la cosa. Aquel año se detectaron los primeros casos de mixomatosis en España. La enfermedad fue originada por el hombre, a partir de un virus que atacaba a ciertas poblaciones de conejos silvestres sudamericanos, para mantener a raya a la especie en ciertas regiones ganaderas. A España llegó desde Francia gracias al descuido del médico francés Armand de Lille, a quien se le escaparon varios ejemplares contaminados de su laboratorio de París. La epidemia se extendió por toda Europa, acabando con el 99% de muchas poblaciones conejeras y desapareciendo la especie de grandes áreas.

NEUMONÍA
En 1988 una nueva enfermedad golpeó al pequeño herbívoro.La neumonía hemorrágico-vírica, denominada en la actualidad enfermedad hemorrágica del conejo, supuso la puntilla para la especie. Diezmada por encima del 90%, su población sufrió además la transformación del original hábitat mediterráneo que habitaba a favor de cultivos agrícolas y plantaciones forestales.

En otros países de nuestro entorno ocurre lo mismo. Pero allí la extinción del conejo apenas tiene consecuencias fuera de su especie. En España es diferente, pues su desaparición está dejando sin comida al lince y a la imperial. «Sin alimento, cada vez han ido naciendo menos ejemplares. Algo que se agrava con la transformación de su hábitat, que ha expulsado a presas y cazadores de amplias zonas», recuerda Nicolás Guzmán, coordinador nacional de la Estrategia para la Conservación del Lince Ibérico.

A todo ello hay que añadir la persecución como alimañas de linces y águilas, hasta una tardía protección en los años 70. A estas especies también les afecta la construcción de infraestructuras, en especial carreteras y embalses. Algunos de éstos últimos, a pesar de su probado impacto, son defendidos con vehemencia por el actual Gobierno español.

CADENA TRÓFICA
Los expertos han determinado que sólo con la abundancia de su alimento natural puede existir un resquicio para la esperanza del félido y la rapaz. Para lograrlo van a afrontar la repoblación del conejo de forma decidida e inmediata.Algo en apariencia muy sencillo, pero que realmente supone un notable esfuerzo técnico y económico. Según señala Borja Cardelús, jefe del área de Conservación de la Naturaleza del Ministerio de Medio Ambiente, MIMAM, «ahora ponemos a punto un protocolo de repoblaciones, pues hay más de 50 maneras de introducir al conejo». Ya se está haciendo en sitios como Lugar Nuevo, donde se construyen vivares (madrigueras) especiales, que tienen en cuenta aspectos como su forma y tamaño; número y sexo de ejemplares que pueden acoger y su emplazamiento, evitando vaguadas donde podrían quedar inundadas y las zonas sombrías, en invierno demasiado frías.

En la actualidad hay algunas áreas con abundancia de conejos.Ocurre que en ellas no hay linces. Una de las actuaciones será trasladar parte de su población a zonas linceras. La otra consiste en potenciar el crecimiento de aquellos grupos que se han vuelto resistentes a las dos enfermedades y sobreviven en comarcas azotadas por la epidemia.

Al tiempo se trabaja el aspecto sanitario. Una vacuna llamada recombinante ha demostrado ser efectiva en pruebas de campo como inmunizador durante la última epidemia. En la actualidad está pendiente de aprobación por la UE, pues se trata de un virus modificado genéticamente.




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