Domingo 19 de mayo de 2002 - Número 344

ROSALÍA | LA MILLONARIA ANÓNIMA

Rosalía es tan rica como desconocida

CECILIA MONLLOR
Desde que abandonó los negocios, Rosalía Mera se dedica a promover causas humanitarias y por la igualdad.Aunque le exasperan quienes confunden de forma interesada la solidaridad con el samaritanismo. En la imagen, sentada junto al alcalde de Padrón (A Coruña) en el acto de constitución de la asociación Deloa, para el desarrollo rural en varias comarcas de Galicia.
Rosalía Mera Goyenechea, ex mujer de Amancio Ortega y co-fundadora de Zara, podría haber contado a sus hijos, Sandra y Marcos, el cuento de Cenicienta aplicado a sí misma. Si no lo hizo fue porque nunca creyó que ella fuera Cenicienta ni la mina de oro hallada en Zara, su príncipe azul.

Aunque, desde hace tan sólo unos días, Rosalía se ha convertido en la tercera accionista mayoritaria del grupo farmacéutico Zeltia, con la compra del 4% del capital y un desembolso de 90 millones de euros, poco o nada ha cambiado para esta auténtica desconocida en el mundo de los negocios y de quien apenas se ha escrito una línea en ninguna parte, a excepción de las de acompañamiento en su papel de primera esposa del zar Amancio Ortega.

Esta mujer menuda, de ojos intensamente expresivos, acostumbrada desde joven a vivir inmersa en la diferencia, no casa con la etiqueta de millonaria, pero lo es. Su fortuna proviene de haber fundado el emporio Inditex (la segunda empresa textil del mundo detrás de la poderosa Gap, del californiano Donald Fisher). Su patrimonio personal se calcula en más de 1.200 millones de euros y por su administración se produjo, el pasado año, una auténtica batalla campal entre banqueros. El responsable de recibir propuestas, analizar posibilidades y aconsejar inversiones es José Leyte, antiguo ejecutivo financiero de Caixa Galicia, a quien Rosalía Mera confió la gestión de su patrimonio después de la salida a bolsa de Inditex. En la actualidad, sus inversiones están repartidas en un reguero de sociedades de construcción y promoción inmobiliaria, de las cuales ella es administradora solidaria con su hija Sandra caso de Rosp Corunna o administradora única en Breixo Inversiones, Soandres de Activos y Ferrado Inmuebles.

Como segunda accionista mayoritaria de Inditex, con una participación del 6,69%, valorada en 959,86 millones de euros, Rosalía Mera ocupa una vocalía en el consejo de administración de la multinacional textil, donde, aparte del presidente Amancio Ortega, están otros dos miembros de la familia: Josefa Ortega Gaona, cuñada de Rosalía, y Juan Carlos Rodríguez Cebrián, yerno de sus cuñados Primitiva y Antonio, ya fallecido.

A ningún observador atento se le puede escapar la coherencia de la última inversión de Rosalía Mera en la industria farmacéutica responsable de un esperanzador medicamento contra el cáncer.Este desembarco en Zeltia se puede interpretar como un paso más en una meditada y decidida política de compromiso con aquellas empresas cuyos intereses caminan en la misma dirección en que ella avanza. Pero de todas sus inversiones, si hay una que posea valor incalculable por haberse convertido en la obra de una vida, ésta es la fundación Paideia, creada en 1986 junto a un grupo de amigos tan idealistas como ella, para trabajar por un mundo más solidario e integrador respecto a la diferencia.

ORIGEN HUMILDE
La historia de Rosalía Mera arranca en el barrio del Matadero, de A Coruña, hace 57 años. Frente por frente al mar del Orzán, un mar que la va a acompañar siempre y al que mira nada más despertarse por si ha subido o bajado la marea, Rosalía Mera (entonces Rosi) vive con sus hermanas y sus padres (él trabajador de Fenosa y ella ama de casa) en un barrio en el cual la vida gira alrededor del matadero municipal.

La idea de acabar trabajando en el matadero, como lo hace la mayor parte de sus vecinos, atrae muy poco a Rosalía, por eso busca empleo como aprendiz en un comercio donde la labor sea más agradable y limpia. Su primer trabajo lo desempeña con 13 años, transportada de la niñez a las responsabilidades del mundo de los adultos sin tránsito por la adolescencia. En La Maja, una elegante casa de modas de la calle de San Andrés, con otros dos establecimientos abiertos en la ciudad, le está aguardando el destino, aunque ella aún no lo sabe.

Por lo pronto, acepta el trabajo, y de la noche a la mañana se encuentra despachando detrás del mostrador y formando parte del equipo de empleados en el que figuran dos hermanos procedentes de Busdongo de Arbas (León) y recriados en A Coruña por un cambio de destino del padre ferroviario.

El mayor se llama Antonio, es muy extrovertido y simpático, pero ya tiene novia; los dueños de La Maja lo han ascendido a viajante por sus aptitudes para el negocio. El menor atiende al nombre de Amancio y, a diferencia de Antonio, resulta tímido y algo serio a la larga será él quien desempeñe el papel de estratega ; sin embargo, será de Amancio de quien se enamore Rosalía Mera y, tras un tradicional noviazgo de paseos, tardes de cine y sesiones vermút en las verbenas de sus respectivos barrios, acabará dándole el sí quiero en una iglesia coruñesa.

A partir del matrimonio, empiezan nuevos retos para el tándem Rosalía-Amancio. De quererlo así, podrían seguir indefinidamente trabajando en La Maja; se llevan bien con los propietarios, la familia Castro, pero Amancio busca progresar y Rosalía tiene fe ciega en el hombre al que ama, de modo que asume el proyecto como suyo y da el plácet a esta huida hacia adelante. Para Rosalía la suerte no existe. Zara ha nacido en la mente de sus fundadores y con ella las preocupaciones de Amancio, Rosalía, Antonio y Primitiva, los cuatro artífices del prodigioso milagro del que se van hacer lenguas todas las escuelas de negocios del mundo.

DEUDAS E HIJOS
Por supuesto, en 1963 ninguno de los cuatro sospecha que, 38 años después, los protagonistas de esta historia de dependientes de comercio estarán llamados a ser millonarios. Salvo Antonio Ortega, fallecido cuando las mieses de Zara aún no se han recogido, Rosalía Mera, Amancio Ortega y Primitiva Renedo, esposa de Antonio, están muy lejos de imaginar un futuro no muy lejano en que auténticos desconocidos de todas partes del planeta querrán entrar a formar parte de su modesta empresa, arrogándose el derecho a ser accionistas.

En la década de los 60 esta visión optimista sencillamente no existe. Rosalía Mera, en su horizonte, divisa trabajo y más dificultades para salir adelante, porque está en camino la primogénita de la casa y a la alegría de la noticia se une a la preocupación de que tanto endeudamiento con bancos provoque un desastre financiero.Pero Sandra Ortega Mera, con la que Rosalía va a tener una complicidad de por vida, llega al mundo con un pan bajo el brazo. El cónclave Ortega-Mera-Renedo ha decidido que nada de producir para otros: deben fabricar, distribuir y comercializar. Goa (acrónimo de los apellidos Ortega Gaona cambiados de sitio), locomotora de Zara, desarrollará esta filosofía y se implantará en todo el territorio nacional.

Años de mucho trabajo y de gran dureza llegan tanto al modesto piso de los Ortega Mera, en el paseo de Ronda de la ciudad de A Coruña, como a los talleres de la calle Noya y San Rosendo.Rosalía y Amancio fatigan las horas dejándose el pellejo en su empresa, hasta que el segundo embarazo de Rosalía trunque este precario equilibrio.

Y aquí interviene la negativa de Rosalía Mera a creer en la suerte, la buena o la mala, porque las dificultades y los problemas no son nunca justos ni injustos, sino reales o irreales. Y hoy tienes un hijo sano y mañana tienes otro que ni siquiera ha tenido oportunidad de tener mala suerte, porque nace ya diferente y requiere todos tus desvelos.

Habrá un antes y un después del nacimiento de Marcos Ortega Mera, el único hijo varón de Rosalía y Amancio, porque Rosalía buscará soluciones a su angustia y se encontrará con que no hay respuestas ni ayudas externas. Aparte de la incapacidad de Marcos para cuidar de sí mismo, también aflora en Rosalía, con la fuerza del ciclón, la necesidad de ser alguien, de estudiar una carrera, Magisterio, y tener una identidad propia al margen de su ocupado marido.

Rosalía se desvincula de Zara enseguida. Ahora hay asuntos más importantes en su vida, como el de buscar el modo de luchar en sociedad por las personas diferentes como su hijo discapacitado.También la relación con Amancio se va deteriorando y surge una tercera persona.

RUPTURA
Rosalía y Amancio optan por la ruptura en el año 1986. Después de más de 20 años de vida en común, cada uno marcha por su lado, Amancio hacia los éxitos de la internacionalización de Inditex, Rosalía hacia una fundación que llevará el nombre de Paideia y será su respuesta a los interrogantes que el contacto con la enfermedad ha generado.

La cenicienta del cuento de Rosalía se queda con su zapato de cristal suspendido en el escalón. En plena época de madurez, con dos hijos ya crecidos pero todavía dependientes, Rosalía se duele del flaco papel que las mujeres de la familia han tenido en esta historia agridulce de la bata de guatiné convertida en una multinacional de la moda, en la que los hombres siempre se arrogaron la última palabra.

Su hija Sandra será educada de la forma en que Rosalía cree que debe serlo: en un instituto público, apegada a la realidad y de forma completamente diferente a la que cualquier millonaria en ciernes escogería para la formación elitista de su vástago.La primogénita de Rosalía y Amancio vive la vida común y corriente de una adolescente de barrio. Como una más entre sus amigas del instituto, se confundirá sentada en las escalinatas de Zalaeta para comerse el bocadillo de media mañana. A escasos metros de este centro público, donde también estudió el marido de Sandra, Pablo Gómez, el todopoderoso Amancio edificará, por intermediación de los Álvarez Conchado, antiguos socios, un complejo residencial para clase media en el que él mismo vivirá.

La presidenta de Paideia es una mujer de ideas progresistas, a nadie se le oculta. Hasta los sindicalistas coruñeses tienen de ella una inmejorable opinión. «A pesar de ser inmensamente rica se comporta como se ha comportado siempre, sin altanería ni aires de grandeza», la piropean, en el corrillo de Comisiones Obreras, mujeres que la conocen desde los comienzos de Zara y se acuerdan de cómo Rosi trabajaba en el sótano de la calle Noya con el canasto de Sandra a su lado.

Cordial y extrovertida con sus amigos, rara vez baja la guardia cuando frente a desconocidos. Su inmensa fortuna es la razón de tanta suspicacia. Le enrabieta que se confunda la solidaridad con el samaritanismo.

Su mundo es el de los intelectuales liberales. En su nómina de amistades figuran médicos, psiquiatras, psicólogos, pedagogos, profesores de universidad, arquitectos, pintores y escultores.En cambio, escasean grandes empresarios, banqueros y políticos.Sería del todo inconcebible encontrarse a Rosalía Mera en las páginas del Hola, fotografiada al salir de una cena.

Rosalía viste de una manera discreta pero vocacionalmente alejada del estereotipo. Lo suyo son las faldas vistosas con un toque hippie, los fulares, las chaquetas deconstruidas y las joyas con diseño de vanguardia. Su indumentaria encaja con los aires de Yohi Yamamoto, Dries van Notten y en general, con los de los belgas de Amberes.

A Rosalía Mera le van las tertulias que se eternizan entre amigos y siempre alrededor de un tema polémico. Es una mujer de ideas y de opiniones, en absoluto pusilánime. A poco que la provoques tendrás su opinión de un sinfín de temas: política, educación, trabajo, juventud, mujer, capitalismo, literatura... Rosalía es amiga de tomar sus propias decisiones, pese a correr el riesgo de darse el batacazo. Tiene fama de lanzada, mientras su hija Sandra, más reservada y cautelosa, se admira de que su madre posea esa fuerza arrolladora de los que están acostumbrados a asumir sus propios proyectos y a defender sus puntos de vista.

El barrio donde su vida cotidiana se desarrolla ha cambiado de escenario, desde el matadero de su infancia y juventud al de la Ciudad Vieja, con el epicentro situado en la plaza de María Pita, donde está el edificio de la Fundación Paideia, una casa catalogada de cuatro pisos, rehecha por dentro con un acertado interiorismo que conjuga modernidad y funcionalidad. En el sótano, habilitado como salón de actos, se la puede ver con frecuencia acompañada de biólogos, filósofos, humanistas, escritores, catedráticos de estética o de filosofía del pensamiento, participantes en las decenas de congresos, simposios, seminarios o simples conferencias que su equipo proyecta cada año con incansable fe en que cualquier reto puede superarse.

VIDA DE PROVINCIAS
Y luego, como cualquier mujer anónima de una ciudad de provincias, a Rosalía se la encuentra uno paseando con su hija y su nieto por el circuito habitual de los coruñeses: paseo marítimo, La Marina, Calle Real..., comprando en el mercado de la plaza de Lugo el pescado del día, en un concierto nocturno, con las amigas más íntimas, cenando en El Cienfuegos o picando un plato de pulpo con cachelos en uno de los mesones de las calles aledañas a María Pita.

Rosalía presume de saber a cuánto está el kilo de judías, lee a diario periódicos económicos como Expansión para conocer de primera mano qué se cuece en el mundo de los negocios, cuida de su nieto y lo mima, se ocupa del menú de la comida... En definitiva, ejerce de ama de casa, madre, abuela, hija, amiga y alterna sus labores domésticas con su trabajo en la Fundación.

La otra mitad de su vida, cuando no viaja, la pasa en su casa de Lians (Oleiros) con su hijo Marcos, a quien ha dedicado el premio instituido por la fundación para reconocer el esfuerzo de las personas que trabajan en conseguir la integración de los discapacitados en la sociedad laboral. El premio se llama Marcos Ortega Mera y tiene carácter anual.

Voraz lectora, el ocio de Rosalía también toca la literatura; su paisano Manolo Rivas figura entre uno de sus escritores favoritos.Hace unos años, su afán de abarcarlo todo le llevo a organizar unos seminarios en Paideia con la lectura como protagonista.En estos encuentros se leían libros que ella procuraba estuviesen en el fondo de la biblioteca, y éstos se comentaban entre los participantes. La Regenta, El Quijote, El ensayo sobre la ceguera circularon por las mesas de las aulas del tercer piso, con vistas a La Marina, mientras Rosalía escuchaba como una alumna más las explicaciones del profesor de literatura.

AMOR IMAGINARIO
Sin embargo, la gran pasión de esta mujer desparejada, que reconoce no tener demasiado éxito en el amor, se esconde tras una palabra misteriosa: psicoanálisis. Tres minutos en cualquier sala de espera de Paideia bastan para delatar este interés por el invento de Freud. Esta devoción permanece incólume desde que se decidió a estudiar Psicología a fondo.

No hay nada que moleste tanto a Rosalía como la envidia, la calumnia o la demagogia con que comentarios malintencionados empozoñan el éxito económico de Inditex, atribuyendo el enriquecimiento de Ortega al dinero del narcotráfico, el esclavismo o la explotación.

Puede que su relación con Amancio el hombre más rico de España, con una fortuna de 9.900 millones de euros, según la revista Forbes sea inexistente, pero ella sigue formando parte de Inditex y la defiende con uñas y dientes. Pese a haberse desvinculado de la gestión de la empresa, al igual que su hija Sandra, eso no traduce desinterés hacia su principal fuente de ingresos.Además, la relación de Paideia con Inditex es directa y continua, pese a que las dos partes se desgañiten a explicar que la fundación y el holding no tienen nada que ver.

Lo cierto es que los mensajes entre una y otra van y vienen desde el edificio inteligente de Arteixo a las vetustas piedras de María Pita. Tanto empeño por no mezclar churras con merinas sólo se le antoja necesario a Rosalía y Amancio, pues cualquiera comprende a la primera que están en órbitas diferentes y, sin embargo, varios e importantes asuntos les unen: dos hijos, de los que ambos se sienten orgullosos y un pasado que ya es historia.

Cecilia Monllor es autora de «Zarápolis. La historia secreta de un imperio de moda» (Ed. de Bronce).


LAS OTRAS NUEVE MILLONARIAS

Muchas son rostros conocidos, habituales de los medios de comunicación.Otras permanecen en el anonimato, no conceden entrevistas y nunca se han publicado sus fotos. Estas son junto a Rosalía Mera, las mujeres más ricas de España.

Alicia y Esther Koplowitz: Tras la salida de Alicia de Fomento de Construcciones y Contratas, Esther Koplowich quedó como accionista mayoritaria y se convirtió en la principal empresaria del país.Forbes estima su fortuna en 1.100 millones de euros. Alicia, por su parte, invirtió la mayor parte de su fortuna (unos 1.430 millones de euros, según Forbes, en obras de arte.

Carmen Arias y Díaz de Rábago: La condesa de Fenosa, de 82 años, viuda de Pedro Barrié de la Maza, preside el Banco Pastor y Unión Fenosa. Se le calcula una fortuna que ronda los 500 millones de euros. Su extremada discreción roza el anonimato. Vive entre A Coruña y el pazo de Puebla del Caraminal.

Cristina Masaveu: Tras la muerte, en 1993, de su hermano Pedro Masaveu, es la heredera de un vasto grupo formado por compañías cementeras, financieras, de transportes, inmobiliarias y paquetes accionariales en Banesto y Bankinter, cuyo valor se estima en 440 millones de euros. Soltera vocacional, vive retirada del mundanal ruido en Ibiza y posee una importante pinacoteca.

Isabel Castelo d'Ortega: Ex marquesa de Tausirano y presidenta de Seguros Ocaso, la viuda de Ángel Mandalúniz es una de las mujeres más ricas de España. Cuentan que un día, viendo el palacio de Liria de los duques de Alba, desde su despacho en la madrileña calle Princesa, dijo: · «Ellos tendrán más títulos, pero el dinero está en esta acera». Tras las Koplowitz, aseguran, es la mujer con más poder de mando en nuestro país.

Helena Revoredo: Viuda de Herberto Gut, fallecido en accidente de tráfico en mayo de 1999, es la heredera del mayor imperio de la seguridad: Prosegur. Su fortuna se estima en 400 millones de euros. Es madre de cuatro hijos, dos de los cuales, miembros del consejo de la compañía, garantizan la continuidad del apellido Gut.

Cayetana de Alba: El patrimonio de la duquesa, 20 veces Grande de España, declarado en 1990 el 14 más importante de Europa, se basa en propiedades inmobiliarias. Es la principal terrateniente de España. El Palacio de Liria, el de Las Dueñas en Sevilla, el de Monterrey en Salamanca y otros tesoros históricos y artísticos.

Carmen Delgado: La nuera de Juan March, el fundador de la dinastía, viuda de Juan, fallecido hace dos décadas y madre de Leonor, Gloria, Juan y Carlos March, nunca ha concedido una entrevista.El valor del imperio familiar, sustentado en torno a la Corporación Alba y la Banca March, supera los 1.500 millones de euros. Vive retirada en Mallorca en la finca S'Aval.

Carmen Cervera: Dejando aparte su propia colección de arte (más de 800 cuadros valorados en 180 millones de euros) y sus posesiones (mansiones, joyas...), sigue siendo un secreto cuántos de los 3.000 millones euros de la herencia del barón han sido para ella.

Ana Patricia Botín: A sus 41 años, lleva en el mundo de las finanzas desde los 21. Primero al frente del BSN y hoy del Banesto. La fortuna de su padre, Emilio Botín San de Sautuola, presidente del Santander Central Hispano, ronda los 1.500 millones de euros.



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