Domingo 26 de mayo de 2002 - Número 345

DROGADICCIÓN | EL EJEMPLO DE RACHEL

El ejemplo de Rachel

LAURA DOMINGO / ANA MARÍA ORTIZ
Mick y Pauline Holcroft sostienen el vídeo que cuenta la historia de su hija. Rachel, fallecida de una sobredosis de heroína en mayo de 2000, cuando tenía 21 años, era una brillante estudiante que se preparaba para ingresar en la Universidad. Hasta que un joven heroinómano 10 años mayor que ella apareció en su vida y la inició en las drogas.
El 10 de mayo de 2000 la británica Rachel Withear, de 21 años, salió de su casa de Exmouth con 10 libras en el bolsillo (unos 17 euros) para comprarse el último chute con el que diría adiós a su adicción a la heroína. Poco antes había hecho acopio de todas sus fuerzas para romper con su maldito presente y empezar un futuro menos doloroso. Acababa de llamar a su madre para contarle que había dejado a su novio el joven heroinómano que la inició en las drogas , que había hecho las maletas, que un taxi la esperaba y que se mudaba de ciudad para estrenar trabajo y, con suerte, nueva vida.

Una dosis de heroína, la última, pensó, le daría fuerzas para afrontar los cambios. El caballo que le vendieron era tan puro que la mató en cuanto penetró en sus venas. La encontró la policía tres días después, todavía arrodillada, todavía aferrando la jeringuilla en la mano, el cuerpo ya hinchado y amoratado. Las imágenes de rigor que los agentes tomaron del cadáver de Rachel en la sórdida habitación de alquiler muestran un cuarto enmoquetado, un pequeño televisor y unas bolsas de viaje listas para cruzar la puerta. Entre la cama y la cómoda, el cuerpo encogido de quien había sido una prometedora estudiante de Psicología y Sociología, talentosa intérprete de piano, alegre deportista, la hija que cualquiera querría para sí. Su brillante melena y el vestido juvenil a rayas aparecen intactos. Lo demás es un cadáver joven cerca ya de la descomposición.

En unas semanas todos los escolares del Reino Unido, desde niños de nueve años a adolescentes de 18, serán expuestos a la crudeza de estas imágenes. La idea ha partido del Departamento de Educación y Empleo que dirige la laborista Estelle Morris: una campaña de shock que pretende concienciar a los jóvenes de las consecuencias funestas que tiene el uso y abuso de las drogas. La Administración británica, empeñada en reducir en los próximos dos años las muertes por sobredosis en un 20%, está convencida de que el horror de las fotografías entrará bien por los ojos de los jóvenes. Un impacto disuasorio, convincente, amenazador.

«Una locura», dice sin titubeos, Eusebio Megías, psiquiatra y director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). «Está demostrado que este tipo de estrategias testimoniales provocan en niños y adolescentes una reacción identificatoria, contra preventiva. Es decir, pueden acabar identificándose con el perdedor si éste va adornado de una figura mítica y pueden querer ser los protagonistas de un vídeo que se pase en todo el colegio, aunque eso les cueste la vida. Las estructuras educativas prohibieron que se hicieran ese tipo de cosas y en España se desaconseja desde hace tiempo. Se me escapa por qué lo ha autorizado el Ministerio británico».

RECURRIR AL MIEDO
Como el psiquiatra español, que desde el departamento técnico de la FAD trata de componer mensajes ya sea un gusano trepando por una nariz o una guardería en la que se divide a los niños entre cocainómanos y heroinómanos que predispongan a los jóvenes españoles a rechazar las drogas, la mayoría de organizaciones británicas que trabajan contra la drogodependencia, son contrarias a «educar metiendo miedo».

Por contra, el propósito del Departamento de Educación británico no es sólo mostrar la muerte de Rachel en los colegios. También, su vida. Las imágenes de su cuerpo amoratado son sólo el final de un vídeo (Rachel's story) que narra en 22 minutos cómo la deslumbrante joven de clase media descendió de una vida familiar ideal a las miserias de la adicción a la heroína, con la que convivió dos años. «Nuestro objetivo era contar una fuerte historia personal para mostrar cómo la heroína puede destrozar la existencia del adicto, de su familia y de sus amigos», explica Chris Smart, el productor de la cinta encargada por la autoridad educativa de Herefordshire y empleada ahora por la Administración para su campaña nacional.

Poca duda cabe que el Gobierno británico tiene sobradas razones para replantearse su política sobre drogodependencias, casi intacta desde hace 30 años. El Reino Unido cuenta hoy con 250.000 adictos a la heroína y al crack, un mayúsculo salto desde 1972 cuando había poco más de 1.000 personas enganchadas. En 1999 se registraron 2.857 muertes provocadas por sustancias estupefacientes, según los datos del Centro Europeo de Control de Drogas y Drogadicción.La cifra representa el 39% de todas las defunciones por sobredosis que se produjeron ese año en la UE (7.266). Una primerísima posición con la que ningún otro país desearía rivalizar.

En España, muy alejada de las trágicas cifras británicas (302 personas murieron en 2000 por consumo de drogas, 170 menos que en 1997), parece impensable que La historia de Rachel pudiera tener un hueco en las aulas. No ya porque psicólogos, educadores y padres formen un frente común a la hora de negar los efectos persuasorios de un vídeo de esas características. Tampoco los destinatarios del aleccionador mensaje, los estudiantes, tienen claro su eficacia.

Lo cuenta Patricia, 17 años, madrileña del barrio de Orcasitas en el centro del colectivo La Calle. Dice que «sólo» ha probado los porros y («una sola vez y no vuelvo, lo prometo») la cocaína, pero tiene amigas, demasiadas, que flirtean, demasiado, con las pastillas: «Están viendo a su alrededor gente que muere y no hacen caso. ¿Crees que les va a importar un vídeo? No, se reirán y dirán: "A mí no me va a pasar lo que a ella. ¡Qué tonta! Yo hasta esos límites no llego"».

El punto fuerte del vídeo es, precisamente, la facilidad con la que quiebra la imagen preconcebida del heroinómano, el estereotipo del yonqui como un ser marginal. Rachel, la más pequeña de cuatro hermanos, terminó la educación secundaria a los 17 años con notas excelentes y visitó con su madre varias universidades Liverpool, Sheffield, Nottingham y Coventry para elegir dónde estudiaría Psicología y Sociología. Cuando regresó del viaje, la joven recibió una llamada de un amigo para invitarla a salir. El pretendiente, 10 años mayor que ella, llevaba tiempo enganchado al caballo.Pero ello no impidió que Rachel se enamorara y diera a su vida un giro de 180 grados y terminara muerta en el suelo de una habitación.

Frente a las críticas que ha recibido la cinta, los padres de Rachel han salido en su defensa. «Las fotografías del cuerpo de Rachel son sólo una pequeña parte de la historia», explica su padre Mick Holfcroft, de 54 años, empleado de un gimnasio.«La gente debería ver el vídeo entero. Entonces dejaría de encontrarlas tan impactantes». La madre, Pauline Holcroft, directora de un centro médico residencial, lo corrobora: «Es devastador ver estas fotos de tu propia hija. Fue una decisión extremadamente difícil, pero pensamos que si las hacíamos públicas estaríamos usando su cuerpo para ayudar a otros». Rachel quiso donar en vida hasta el último órgano, pero su cuerpo ya sólo servirá como materia prima para las pantallas de televisión.

De momento sólo un grupo de 20 alumnos de entre 13 y 15 años del colegio Lady Hawkins al que asistió la joven, en Herefordshire, han visto el vídeo. «Al acabar la cinta los estudiantes se quedaron en absoluto silencio durante varios minutos. No eran sólo las amargas imágenes, era su yuxtaposición con la historia de su vida. Al final de la película los alumnos sentían que conocían a Rachel y vieron con qué facilidad una estudiante de primera línea puede caer en esa vida», explica el director del centro, Jim Rogers.

El Daily Mail, uno de los tabloides británicos que publicó las imágenes de Rachel en cuatricomía, defendía así el despliegue de tanta crudeza: «Estas fotografías dejarán en shock a muchos lectores. Pero si consiguen salvar una sola vida, pensamos que su uso ya queda justificado».

LOS PRECEDENTES
Paul Betts, el padre de una joven que falleció en 1995 tras consumir éxtasis en la fiesta de su 18 cumpleaños, pensó lo mismo. Betts hizo pública la imagen de Leah, tomada mientras yacía en el estado de coma que la arrastró a su prematura muerte. «La foto de Leah y el vídeo que rodamos después ha sido destacado por muchos jóvenes como el mejor paquete informativo y de sensibilización sobre las drogas que han visto en sus vidas», argumenta Paul Betts.«He estado en más de 3.200 colegios, he hablado para 2,3 millones de alumnos y 500.000 padres y he recibido más de medio millón de cartas de jóvenes que me dicen que, después de oír la historia de Leah, ya no quieren saber nada más de drogas».

Sin embargo, los expertos británicos siguen divididos sobre el efecto de este tipo de tácticas. Drugscope, la mayor organización contra la adicción del Reino Unido, apunta a una investigación holandesa del profesor W. de Haes que concluye en que los programas educativos puramente amenazantes tienen un efecto estimulante sobre la experimentación con drogas. «Si el Gobierno quiere retroceder a las viejas medidas del simple "di no a las drogas", basadas en el miedo y en las tácticas de shock, nos encontraremos en un momento potencialmente peligroso», advierte Vivienne Evans, responsable de Educación y Prevención en Drugscope.

«¿El recurso al miedo?», medita la respuesta Ignacio Calderón, director de la FAD. «No lo tengo claro. A nosotros siempre nos ofrecen una campaña, argentina creo, en la que se oye a un padre hablando con el hijo: "Viste el partido de ayer, qué espectáculo, qué nivel de juego... Y lo que más me gusta es comentarlo contigo".Cuando la cámara se aleja ves que estaba hablándole a una tumba.Una voz dice: "Quizás si hubieras hablado antes con él ahora no tendrías esta conversación". Eso es recurrir al dramatismo más absoluto y el problema de la droga es algo mucho más complejo».

En nuestro país, donde uno de cada cinco jóvenes de entre 14 y 18 años fuma cannabis habitualmente, el 2,2% toma coca y el 2,5, psicoestimulantes, las campañas para prevenir la drogadicción, lejos del caso británico, son especialmente escrupulosas en no herir la sensibilidad de los escolares. «A los niños pequeños», explica Ignacio Calderón, «no les hablas de drogas pero sí de valores, de la amistad... Luego se comienza a tratar el tabaco y el alcohol. No tiene sentido hablarle a un niño de 10 años de la heroína». Así las cosas, los mensajes más impactantes que llegan a la retina de los adolescentes españoles salen de la televisión o están colgados en las vallas publicitarias.

La FAD lleva 15 años (gracias a que agencias de publicidad y medios de comunicación crean y difunden sus mensajes gratuitamente) haciendo tintinear las conciencias. Hasta el punto de que el 90,5% de los españoles, dicen las encuestas, recuerda al menos uno de sus anuncios. Algunos de ellos no han estado exentos de polémica. El último, en el que los niños de una guardería son separados entre adictos a la cocaína a la heroína o al alcohol, ha sido retirado de las pantallas después de que arreciaran las llamadas de padres que no lo veían con buenos ojos.

«Se llama drogadictos a niños de tres años», explica el director de la FAD, Ignacio Calderón, «y eso a la sociedad le golpea enormemente porque tienen una percepción equivocada de que el fenómeno de las drogas es un problema a partir de los 12-14 años. Nosotros hemos señalado la importancia de abordar la prevención desde que se nace, porque luego es muchísimo más complicado. "La educación lo es todo", así lo creemos y por eso vamos a mantener este eslogan en las próximas campañas».

«Esto es como vaciar el mar con un vaso de agua», dice cuando se le pregunta si una campaña puede lograr que disminuya el consumo.«Si el problema de las drogas se eliminara con los anuncios acabábamos con él mañana. Es una pieza que más que se suma a los programas de formación de padres, de educadores, de sensibilización de los jóvenes...».

Lo mismo piensa Lynn Clan, de la organización británica Padres contra el Abuso de Drogas. «La publicación de la imagen de Leah Betts causó mucho interés, pero no hizo que la gente dejara de tomar éxtasis». Muy al contrario, el número de consumidores de éxtasis en el Reino Unido ha ido al alza desde entonces. Del 9% de jóvenes entre 16 y 29 años que lo tomaba en 1996 se ha pasado al 12% en 2000. En el mismo periodo el consumo de heroína se ha duplicado.

¿Servirá el vídeo de Rachel's Story para frenar esa tendencia? Ante la controversia levantada, el Gobierno británico ha insistido en destacar que el vídeo se distribuirá acompañado de una serie de paquetes educativos y que los maestros serán instruidos en materia. Será parte del amplio conjunto de medidas entre las que se contemplan recatalogar el cannabis rebajándolo de droga de tipo B a C y despenalizar su consumo.

Los padres de Rachel admiten que no son expertos en drogadicción, pero defiende con ardor una campaña con la que pretenden salvar a otro jóvenes como su hija. Cuando Rachel decidió abandonar la Universidad para vivir con su novio, al igual que el 50% de los quinceañeros británicos, la muchacha ya había probado el cannabis. Con su nueva pareja fue fácil continuar con el éxtasis y con el caballo, primero fumado pero pronto también en vena.Y ahí empezó una espiral de vicio y desespero: la muchacha se pasaba los días tratando de obtener dinero para sufragar la adicción.

SIN SOSPECHAS
Durante meses sus padres se mantuvieron ajenos a lo que vivía Rachel: «Un día me llamó el padre de su novio para preguntarme si me parecía bien que su hijo saliera con Rachel. Yo pensé que se refería a la diferencia de edad entre ambos», cuenta Pauline Holcroft a la cámara. La madre no pudo sospechar que aquel joven educado había sido heroinómano durante más de tres años. Y que su hija ya había caído en la adicción.

Rachel empezó a vender todas sus posesiones, pero ni siquiera en los momentos de crisis se llevó nada de la casa de sus padres.«Una vez en su cumpleaños le regalé un reloj de oro que su bisabuelo entregó a su bisabuela antes de partir a la Primera Guerra Mundial.Rachel no lo quiso. Me dijo: "Guárdalo tú, mamá, no quiero hacer ninguna tontería con el"».

La joven realizó intentos de dejar la droga y lo logró durante periodos de hasta tres meses. En uno de ellos, entre agosto y septiembre de 1999, se matriculó en la Universidad de Bath, pero al poco de comenzar el curso sus padres supieron que el novio se había trasladado a vivir con ella y temieron lo peor. Rachel volvió a inyectarse a diario. Aquella navidad, a los 19 años, fue la primera que no pasó junto a su familia. Se negó a dejar solo a su novio. Poco después confesó a su madre que había sido la Navidad más miserable de su vida.

Durante el año siguiente, Pauline y Mick Holcroft trataron de internarla en una clínica de desintoxicación con el dinero que les prestarían unos familiares. La lista de espera era de entre seis y ocho meses. En ese intervalo de tiempo llegó el día en el que Rachel, hundida en su propia angustia, quiso abandonar la heroína, una vez más, por sí misma. Rompió con su pareja y quedó en reunirse con sus padres el siguiente sábado. El mismo día en que la policía la encontró muerta en su cuarto de alquiler.

El 10 de mayo de 2000, cuando su padre cumplía los 52, Rachel se inyectó la que pensaba iba a ser su última dosis. Y lo fue.


LAS CAMPAÑAS QUE NO ESCUCHÉ
DAVID, que comenzó a tomar drogas a los 16 años, comenta la eficacia de los anuncios españoles

2002. DE LA GUARDERÍA...
«Cuando comenzaron a emitirlo yo ya había salido de las drogas. Fui adicto a la heroína, a la cocaína y a las pastillas. Si lo dejé hace tres años no fue porque me llegara ningún mensaje antidrogas sino porque estaba harto de entrar en la cárcel, de robar... Este anuncio lo he visto en las marquesinas y en la televisión donde salen un montón de niños en una guardería diciendo: «Los cocainómanos por aquí, los pastilleros por allí...».Es fuerte, pero me resultó gracioso. Estoy de acuerdo con el mensaje, la educación lo es todo. Al menos crea en los padres la duda de si su hijo se drogrará o no se drogará y les avisa: «Que tu hijo tenga hoy una carita de ángel no significa que mañana no se meta de todo». Yo combinaría este mensaje con el vídeo de Rachel. La sociedad española pondría el grito en el cielo pero seguro que impacta y persuade».

1992. EL GUSANO
«Cuando eres joven tiendes a sentirte superior, te crees más listo que nadie. «A mí no me va a pasar». Eso pensé cuando vi el anuncio. Me pareció desagradable pero muy creativo.Se curraron el símil del gusano y la raya de coca»

1991. NOS MEAMOS...
«Imagino que está dirigido a niños rebeldes, futuros delincuentes. Te dice que porque seas un chico barrio, de un barrio marginal, no tienes por que drogarte. ¿Eficaz? Si una sola persona se ha salvado de caer gracias a él, ya merece la pena».

2001. MAMÁ SANGRA
«Un chico toma coca en un local y a su madre, que está en casa, comienza a sangrarle la nariz. Está bien para gente que no sea muy egoísta y piense en el daño que hace a su familia. Y a los padres les hace ver que la droga no es sólo un problema de los hijos. Lo que sucede es que suelen ser los últimos en enterarse y cuando lo hacen ya es demasidado tarde para hacer algo».



CRÓNICA es un suplemento de