Domingo 26 de mayo de 2002 - Número 345

TRÁNSITOS | ¿SABEMOS LOS ESPAÑOLES VER LA TELEVISIÓN?


El consumo... En España el año pasado se vieron 208 minutos de televisión por habitante y día. Es una cantidad de las más elevadas en Europa pero, ante el estupor de los analistas, y a pesar de la cada vez mayor cantidad de ofertas disponibles, lleva dos años descendiendo; más aún: el año 2001 ha tenido el consumo televisivo más bajo desde 1993. Es difícil saber si el consumo se convierte en pericia o en alfabetización televisiva; conocemos, eso sí, que en la dieta de los platos más solicitados, como en años anteriores, predominan los partidos de fútbol, los eventos mediáticos tales como Gran Hermano, Operación Triunfo o las campanadas de fin de año, los largometrajes y las ficciones de origen nacional.

Ver la televisión es para la gran mayoría de los ciudadanos una forma cómoda y doméstica de entretenerse, informarse y, probablemente lo más importante, de socializarse a favor o en contra del medio en los espacios públicos o privados. La pericia de saber ver los programas televisivos tiene, pues, mucho que ver con las gratificaciones que dan a sus distintas audiencias y con los mecanismos en que se producen los procesos de socialización según edades y sectores sociales. Y eso es lo que explica que haya españoles que ven mucha televisión y otros que la ven menos.

La edad se configura como el principal criterio calificador de la experiencia de ver televisión. Son muy distintas las relaciones que poseen con el medio los grandes consumidores de televisión (personas a partir de los 45 años y sobre todo los mayores de 65 años) que las que tienen aquellos colectivos entre cuatro y 24 años, mucho menos predispuestos a sentarse frente al televisor.También hay diferencias apreciables en el tiempo que dedican a ver la televisión los españoles que viven en ciudades y los que habitan en las zonas rurales (los primeros ven casi un cinco por ciento diario menos que los segundos), entre los hombres y las mujeres (198 minutos de ellos frente a los 234 minutos de ellas), y según las clases sociales (172 minutos las clases altas y medias altas y 234 minutos las clases bajas y medias bajas).

Algunos piensan que con mejores programas no habría tantas variaciones entre estos grupos. Y ciertamente, eso podría deducirse a tenor de que en los subscriptores de las plataformas digitales no hay tan drásticas diferencias. Pero también los abonados a Canal Satélite y Vía Digital con más de 65 años dedican más tiempo a ver la programación de pago que sus familiares de entre cuatro y 24 años.

Por otra parte, una media docena de veces al año ciertos eventos tienen capacidad para romper los hábitos sociales y las inveteradas prácticas del consumo del ocio televisivo. Ocurrió el 11 de septiembre de 2001, día en el que los españoles aumentamos en 34 minutos nuestro alimento televisivo en relación al mismo día del año anterior. Lo mismo sucede con determinados partidos futbolísticos y con programas acontecimiento. Pero uno tiene la sensación de que las reglas del consumo televisivo están determinadas por factores externos al propio medio y que las claves de la alfabetización televisiva y de los procesos para saber ver televisión se encuentran lejos de los programas de las emisoras.

Manuel Palacio es profesor de Programación de TV en la Univ.Complutense




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