Domingo 16 de Junio de 2002 - Número 348

MUNDIAL | MANOLO EL DEL BOMBO

A sus mujeres no les gusta el fútbol
MANOLO PERDIÓ a su esposa y a sus cuatro hijos cuando no soportaron más su entrega al fútbol. Manuel Cáceres, 53 años, vive ahora con una joven de 21 que tampoco tiene afición

ANÍBAL C. MALVAR
Manolo el del Bombo alecciona a un grupo de aficionados coreanos ataviados con la elástica de la Selección española. /SERGIO BARRENECHEA
A Camila, como a tantas otras mujeres, no le gusta el fútbol.Pero el compañero de esta joven de 21 años, el padre de su hija de 15 meses, Manuela, viste la camiseta de la Selección española y ha sido portada de la mayoría de los periódicos deportivos del mundo en los últimos 20 años. Él es el más veterano de la expedición que hoy se la juega ante Irlanda. Y ella ni siquiera le ha acompañado. «Es que no le gusta el fútbol», se disculpa el veterano. «Se quedó en Valencia. Nunca viene conmigo a los partidos».

Cuando su nombre empezó a sonar y su imagen se hizo popular, en 1982, Camila acababa de nacer. Pero él, para el fútbol, ya estaba madurito. Había nacido en 1949 en Ciudad Real. Hasta los 33 años, como Jesucristo, no logró convertirse en un mito el hoy internacionalmente conocido como Manolo el del Bombo.

El hecho de que a Camila no le guste el fútbol es, por tanto, un problema mayor para Manuel Cáceres Arestero así se llama el yin cuando se desprende de su yan con forma de bombo que para cualquier otro ciudadano. Lo sabe por experiencia. Cinco años después de convertirse en el icono menestral de una selección plagada de millonarios, cinco años después de interpretar el ruido que necesitaba la furia española, su primera mujer se hartó de tanto viaje, de tanta pasión hacia esa otra de 22 piernas la competencia era imposible y abandonó el hogar en 1987.

HOSTELERO
Amparo Marcos se había casado con un joven Manolo que entonces era un aficionado más, un ultra pacífico del Zaragoza y del Huesca, que no se perdía un partido pero iba haciendo tirar a la familia con los ingresos que le aportaban sus trabajos como camarero y, después, como modesto empresario de hostelería. Con él tuvo cuatro hijos, Francis (31 años), Sandra (28), Yolanda (26) e Iván (19). Manolo el del Bombo siempre ha convertido sus bares en santuarios de dioses con pantalón corto. En Barcelona, en Huesca, en Zaragoza y después, hasta ahora, en Valencia.

«Tuve un accidente en Teruel y nadie de mi familia vino a verme en los cuatro o cinco días que pasé hospitalizado. Yo creo que ahí empecé a darme cuenta... Después me fui a Austria a ver un partido de la Selección, y cuando volví a Valencia me encontré el piso vacío. Estaba muy triste. Sólo quedaba allí la cama y algo de ropa mía. Lo pasé mal, pero ya lo he superado». Hoy no tiene relación con su ex, y sólo uno de sus hijos, el menor, habla con él de vez en cuando.

Manolo el del Bombo no sabe explicar por qué un día de 1982 cogió el bombo y se lanzó a la carretera, sin dinero, confiando en su pulgar para que los conductores le llevaran hacia cada uno de los estadios donde España disputaba los partidos del Mundial del que era anfitriona. «Para mí es suficiente el orgullo de representar a España», repite siempre.

Desde aquel Mundial, ningún partido del combinado nacional ha dejado de contar con la presencia de este amuleto que ha visto triunfar y fracasar (más) a José Emilio Santamaría, Miguel Muñoz, Luis Suárez y Javier Clemente.

¿Y a quién prefiere usted, Manolo, a Clemente o a Camacho?

Me da igual Clemente que Camacho, aunque con Camacho parece que hay más alegría.

Manolo el del Bombo no buscaba popularidad ni dinero. Eso dice.Ya en el 82 se empezaba a rumorear que le financiaba la Federación Española de Fútbol. «Eso me hizo daño. Yo ya me siento pagado con representar a España en todo el mundo. Sólo una vez cobré, cerca de millón y medio, cuando en el Mundial de Italia me pagó la revista Don Balón para que llevara en el bombo su publicidad.Y el dinero me lo gasté llevándome a los partidos de España a unos amigos para que animaran a la Selección».

Lo que sí le ofreció la FEF, una vez que su genio y figura traspasaron las fronteras patrias, fue viajar en el vuelo de la Selección «y alguna entrada de cortesía para los partidos». «El hotel me lo pago yo, y los hoteles donde se alojan los jugadores son carísimos», explica.

Ahora, para Corea, Manolo no pudo aprovechar la oferta de volar con el combinado español: «Se fueron una semana antes, y una semana de hotel y comida no me la podía permitir». Así que Manolo el del Bombo se gastó 1.000 euros en el vuelo, «de más de 20 horas, incomodísimo», hasta Corea. La estancia, calcula, le costará 3.000 euros más entre comida y alojamiento. Este año no hay sponsor y es necesario buscarse la vida: «Me he traído gorras como la mía, banderas... Vendo algunas cosas, y con eso pago parte del viaje. Calculo que esta vez sacaré unas 100.000 pesetas (600 euros), que siempre vienen muy bien».

«CERRADO POR AFICIÓN»
Además de este gasto, ha habido que cerrar desde el día 28 el pequeño bar que Manolo posee al lado del Estadio de Mestalla.Camila no puede hacerse cargo de la barra y atender a la pequeña Manuela. Además, nunca se sabe lo que puede pasar en un bar.Manolo es un hombre pacífico, de una modestia casi insultante, pero a veces tiene que dar la cara. Como cuando hace años, en el bar, unos aficionados pamplonicas fueron agredidos por Gaunas Sur y Yomus (radicales del Logroñés y el Valencia) y Manolo volvió a saltar a las páginas de los periódicos por su acción pacificadora.

A Manolo le han ido saliendo imitadores a los largo de los cinco últimos mundiales, pero ninguno ha soportado con tanta regularidad el sacrificio de ver los partidos de espaldas, montando un estruendo guerracivilista y jaleando al público. Jorge Mantilla, empresario de Miami, también sigue religiosamente a la selección, pero no ha alcanzado las mismas cotas de popularidad. El pájaro campana de Paraguay, Cástulo Ortega, de profesión peluquero, riza demasiado el rizo con su atuendo hipertrofiado de color. Quien puede convertirse en la nueva estrella de supporterismo es un tal Franklin Chang, astronauta de la NASA que desde el día 30 lucirá la camiseta costarricense en la nave Endeavour camino del espacio exterior. Otro que tendrá problemas si a su Camila particular no le gusta el fútbol.


LAS EMPRESAS «PRESTAN» AL JUGADOR NÚMERO 12

La diferencia horaria siete a su favor con Corea, ha colocado los partidos de las selecciones europeas en plena jornada laboral.Sin embargo, las empresas españolas y europeas han preferido ignorar esta circunstancia y son bastante flexibles a la hora de ignorar el sano ejercicio de absentismo de sus trabajadores por el bien de la torçida. En la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, CEOE, consideran que «es muy poco el tiempo que se puede perder», y no han recibido comunicación alguna de las empresas respecto a la articulación de alguna medida compensatoria de las horas de trabajo que se pueden diluir admirando los cerquillos del sudor camachista. En todo caso, los portavoces de la patronal no pierden la oportunidad de hacer algo de política: «Aunque hay convocada una huelga general, en España la relación entre empresarios y trabajadores es muy flexible y no va a haber ningún tipo de problema».

Especial la medida adoptada por el Ayuntamiento de Negreira (A Coruña), que permite a sus funcionarios ausentarse durante los partidos de España y perdonará las horas perdidas si los nacionales llenan de cava la Copa del Mundo. En caso de que los machos de Camacho no cumplan, habrá que recuperar las horas.

En la empresa privada sólo excepciones como Pescanova, Eulen o Gyp permiten hacer novillos o bajar (en los dos últimos casos) hacia una zona con monitores habilitados especialmente para la ocasión. La negociación sobre la recuperación de horas es, en todos los casos, tácita.

En otros países, se estudia el efecto del Mundial sobre el absentismo de muy diferentes formas. La Asociación Mexicana de Recursos Humanos auguraba antes del inicio del campeonato que un 5% de los trabajadores buscarán excusas para no ir a trabajar en la mañana posterior a los encuentros, que allí comienzan entre la 1.30 y las 6.30 de la madrugada. En Italia, empresas como Pirelli o Siemens (de 7.000 y 11.000 empleados respectivamente), instalan pantallas en el lugar de trabajo o conectan las imágenes a través del ordenador. El presidente de la provincia de Cantazaro (Calabria) ha inventado la «pausa para el Calcio». Habrá pantallas gigantes en toda la provincia y los trabajadores podrán recuperar las horas que les robe la azurra el próximo mes.

En Alemania no ha trascendido ningún tipo de medida corporativa.Pero la empresa de Acueductos registró en el descanso del partido Alemania-Irlanda un nivel de consumo de agua muy superior al habitual: se calcula que un millón de berlineses fue a descargar tensiones al servicio durante el descanso. No es casualidad.

Y en Ecuador, sin permiso ni posibilidad de recuperar las horas posteriormente, 39 presos preparaban su plan de fuga del penal de Quito aprovechando el descuido funcionarial durante el Ecuador-México.Las autoridades penitenciarias no demostraron espíritu deportivo alguno y los descubrieron.



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