Domingo 18 de agosto de 2002 - Número 357

DELINCUENCIA | ¿POR QUÉ MURIÓ EL AGENTE LORENTE?

Policía español, blanco fácil
COMPAÑEROS del inspector asesinado denuncian: nos faltan confidentes, tenemos que ser más duros, identificar con el arma en la mano, formar un cuerpo de policía multirracial...

ANÍBAL C. MALVAR
El inspector Salvador Lorente, muerto en Madrid el lunes, tenía 10 años de experiencia en Homicidios.
Qué hace una bala en el pecho de Salvador Lorente? ¿Dónde está su chaleco antibalas? ¿En la taquilla? ¿Por qué lo dejó en la taquilla cuando iba a detener a un colombiano que tres días antes había -supuestamente- descosido a un camarero con 17 puñaladas? ¿Por qué tres experimentados agentes de Homicidios dieron tiempo a Carlos Arturo Velázquez a revolverse, matar a Salvador y herir a los otros dos? Sucedió el lunes a las puertas del número 18 de la calle Francisco Madariaga (Madrid).

La policía española no cuenta ni con la preparación ni con los medios para hacer frente a las nuevas formas de delincuencia que han arraigado en nuestro país en pocos años con las crecientes oleadas de inmigrantes. CRÓNICA ha recabado la opinión de varios policías experimentados para enfrentar el modelo de policía-tipo que demandaba la sociedad durante los primeros 80, con la prioridad de borrar los estigmas de brutalidad heredados del franquismo, y el agente que exigirá la nueva realidad delincuencial y social de aquí a 2010.

Salvador Lorente había ingresado en el Cuerpo en 1979. Desde entonces, se había hecho merecedor de la Cruz Blanca al Mérito Policial y de la Medalla de Honor de la Guardia Civil. Llevaba 10 años en la Brigada de Homicidios. Era inspector y se planteaba iniciar el curso de ascenso a inspector jefe. No era un primavera ni un temerario. Dos lustros en la Brigada de Homicidios enseñan algunas cosas.

Por ejemplo, que los delincuentes comunes matan cada tres años a dos policías en las calles; que en Madrid asesinan a una persona cada cinco días, y en España son tres los muertos diarios; que el número de armas ilegales en nuestro país era de 350.000 ya en 1999; que 1.400 colombianos llegaron a Barajas en 2001 para integrarse en organizaciones delictivas; que en España operan 237 mafias extranjeras.

«Se trataba sólo de una simple identificación. Y no estamos acostumbrados a identificar arma en mano», dice Luis Mira, del Sindicato Profesional de Policía Uniformada y 15 años en el Cuerpo. Un policía de Colombia le habría dado el alto apuntándole con un subfusil». Pero Madrid no es Medellín. Todavía. Hasta ayer, un policía de Homicidios podía retirarse sin haber participado en un tiroteo.

Juan Berengué, oficial del que ha vivido toda la historia democrática de uniforme -ingresó en 1974- y pertenece al sindicato ANP, aventura que quizá el operativo actuó con urgencia ante el temor de que los colombianos «pudieran largarse». Habían asesinado el sábado a un camarero en el bar JM, a 500 metros de su vivienda. Y sabían que en un registro se descubriría la camisa ensangrentada de uno de ellos. «Si se va a detener a un delincuente peligroso, las normas dictan que hay que llevar chaleco. Pudo haber exceso de confianza».

«Aunque nos cueste reconocerlo, los delincuentes siempre van por delante de nosotros», interviene Luis Mira. «Haría falta que nos recicláramos, porque este tipo de gente antes no actuaba aquí. Vienen, matan y se van. Ni siquiera la gente más peligrosa a la que nosotros estábamos acostumbrados hubiera reaccionado como Velázquez. A cualquier policía español le hubiera podido suceder lo mismo».

La policía española es blanda para un sicario colombiano o yugoslavo.Y carece de medios. «Cualquier organización criminal un poco desarrollada tiene más infraestructura, mejores coches, armas y comunicaciones que nosotros».

Luis Mira hace historia: «Por culpa de los complejos heredados del franquismo, somos bebés democráticamente. La Policía francesa, por ejemplo, posee una tradición democrática mucho más amplia, y por eso se permite ser mucho más expeditiva. Hoy, la práctica mayoría de los policías españoles son hijos de la democracia.Estamos preparados para ser mucho más duros».

Uno de los problemas para desarticular las bandas extranjeras es la falta de confidentes. Su captación es muy complicada. Extorsiones basadas en la indefensión en las que se encuentran los familiares de integrantes de estas organizaciones contribuyen al mantenimiento de una opaca ley de la omertà mafiosa.

Países europeos como Francia, Alemania o Gran Bretaña experimentaron hace ya varias décadas, aunque más gradualmente, fenómenos migratorios semejantes. Sus cuerpos policiales son hoy multirraciales. En España, sin embargo, es anecdótica la presencia en las calles de agentes nacionalizados, cuyo origen foráneo les permita comprender los códigos de estas bandas. «Es complicado que se llegue a corto plazo a una policía multirracial», dice Mónica Gracia, portavoz del SUP. «Aunque, como cada vez hay menos aspirantes a ingresar en el Cuerpo, a lo mejor pasa en unos años como con el Ejército».

En los 70, un informe policial interno advertía del peligro que entrañaban las redes de entrada del tabaco en Galicia como base para comercios ilegales menos inanes. Nadie hizo caso. 30 años más tarde, parece imposible desestructurar esas redes, hoy de tráfico de drogas.

«Algo igual puede suceder con las mafias extranjeras si el problema no se afronta desde ya», asegura un agente recientemente retirado que intervino en la Operación Nécora. «Lo que pasó con el inspector Lorente no es habitual, porque los colombianos no son gilipollas.Procuran evitar enfrentamientos con nuestra policía. Y la gente le quita importancia diciendo que son cosas entre extranjeros.Esto será así hasta que sus redes sean fuertes y se sientan con valor y medios para intentar imponer su orden. Entonces enterraremos a más Lorentes en España, buenos policías, pero sin experiencia para un tiroteo».

¿Es posible endurecer la presión policial sin mermar los derechos ciudadanos? Buena parte de los policías consultados considera que los conocimientos de Derecho necesarios hoy para ingresar en el Cuerpo garantizan el respeto a la libertad ciudadana. Otros, como Berengué, creen que es necesario equilibrar la balanza: «Hoy el desprotegido es el policía. Mientras no se endurezcan las leyes contra esta gente, seguiremos indefensos».


20.000 POLICIAS MÁS
Tras el asesinato de Lorente, el ministro de Interior, Ángel Acebes, anunció la incorporación de 20.000 agentes antes de 2004.Los sindicatos denuncian que en este periodo se jubilarán 17.000.Y que los nuevos no cubrirán la baja de más de 7.000 efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Civil desde 1996.

ARMAS «DE ADORNO»
La reducción de gastos en las comisarías ha limitado las prácticas de tiro. De media, un agente practica una vez cada tres meses y con un gasto de 25 balas. Faltan también instalaciones para preservar la forma físca de los funcionarios. Prácticamente, no existen instalaciones deportivas.

FORMAR INFILTRADOS
La colaboración con policías de otros países es cada vez más intensa, pero aún no suficiente, denuncian los sindicatos policiales.Y urgen para la lucha contra el crimen organizado el reconocimiento judicial de la figura del infiltrado, necesaria para alcanzar las cúpulas mafiosas.

«RATIO» DE AGENTES
España cuenta con 46.800 policías nacionales, 70.000 guardias civiles y 70.000 efectivos de otros cuerpos. Un agente cada 294 personas. En Francia, donde la seguridad ciudadana ha sido protagonista de las últimas elecciones, hay un agente por cada 200 habitantes.

MENOS ACADEMIA
Las promociones, hasta la fecha, eran de entre 600 y 700 agentes al año. Se deduplicarán con la aplicación del plan de Acebes sin más infraestructuras educativas. Se reducirán de nueve a seis los meses de formación académica, aunque la práctica seguirá en los 12 de pasadas promociones.



CRÓNICA es un suplemento de