Domingo 1 de septiembre de 2002 - Número 359

BATASUNA | OTEGI Y SUS FRACASOS

Otegi y sus fracasos

ANÍBAL C. MALVAR
ENTIERRO. Antiguo miembro de ETA, Otegi irrumpió con fuerza en la escena política el 14 de febrero de 1998, cuando el encarcelamiento de la Mesa Nacional le coloca al frente de HB. En la foto, meses después, porta con Rafa Díaz (LAB) el féretro de una presunta etarra muerta en un tiroteo con la Ertzaintza.
En Elgoibar (Guipúzcoa), a pesar de las fiestas, las calles están vacías. Son las ocho menos cinco de la tarde del miércoles. La lluvia es persistente, impropia de agosto. Arnaldo Otegi Mondragón, las manos en los bolsillos y la cabeza baja para proteger los ojos del sirimiri, entra en la calle de Santa Ana, su calle.Es temprano. Suele aparecer más tarde. Mucho trabajo. Va solo.Quizá hoy está harto de ver a demasiada gente y anhela (no se busquen segundos sentidos) un poco de paz. Unas horas antes, los ertzainas le han desalojado, junto a sus acólitos, de la sede de Batasuna en Bilbao. Otegi es desde esa tarde lluviosa líder de un partido ya casi ilegal. El primer partido empujado a la clandestinidad en 25 años de democracia española. La Historia le ha reservado a él, precisamente, este renglón torcido.

Ascensio Otegi y María Dolores Mondragón vieron llorar al duro Arnaldo el 6 de julio de 1958. Los Mondragón y los Otegi eran familias de gran tradición socialista en Elgoibar. Pero Arnaldo se va a criar en un pueblo en convulsión demográfica y social que lo desvía hacia otras ideas. Desde los primeros 50, se inicia un fenómeno migratorio obrero hacia el pueblo que cambia radicalmente su tradición ganadera y agrícola por la industrial. La metalurgia y la factura de herramientas mudan la fisionomía idílica del pueblo hacia la grisalla del paisaje fabril. Y, con las fábricas, obreros de los años del desarrollismo, ya asamblearios desde la clandestinidad, ya tiznados de sindicalismo.

Los adolescentes de la quinta de Otegi transmiten a las aulas esa atmósfera politizada que habla de empuñar las armas y que, en su locura, quiere teñir las calles de sangre. Sin embargo, Arnaldo no se sube a las tarimas a gritar. Prefiere el silencio, la lectura, el anonimato, el campo. Hoy, 25 años después, ha gritado desde un balcón de Bilbao palabras que los jueces analizarán como presuntas amenazas contra la Ertzaintza y el PNV.

Como la lluvia es persistente, el río Deba pasa hoy agitado.Allí, al otro lado, continúa el viejo Colegio del Pilar en donde el futuro líder batasuno estudia primaria y empieza a convertirse en lector compulsivo gracias, dice, a un tío suyo anarquista e intelectual y a un fraile que encuentra en él cierta sensibilidad para las letras.

Otegi se educa en castellano académico y euskara doméstico. Le gusta el campo: aún hoy conserva la afición de recoger setas de las faldas de los montes que aprisionan Elgoibar en un anillo de verde y bruma.

También soñaba en su adolescencia con acabar en el Estadio de Atocha vestido de blanquiazul. En este sentido, Arnaldo pasó una infancia triste. La Real Sociedad, su equipo hasta hoy, pasaba más temporadas en Segunda que en Primera. Hasta el 68, no se quedaría entre los grandes de manera prolongada. Y en el 67 pudo escuchar por radio aquel ominoso 9-1 que les endosó el Madrid, la mayor goleada en contra de la historia de los donostiarras.Además, en su camino hacia Atocha y la gloria, se tropezó con demasiados preduscos.

El Pedrusco era el campo donde intentaba buscarse hueco en el equipo local. Pero no estaban las tácticas ni los campos de entonces para el Gordo, como lo apodaban, con cierta sorna, por su delgadez.Su escasa fortaleza acabó de desplazarlo definitivamente al banquillo por su falta de condiciones. Un banquillo, en todo caso, mucho más dulce que los que soportarían su peso 15 años después ante jueces que hablaban de secuestros, atracos, colocación de bombas, asalto a un Gobierno Militar, colaboración en la huida de un etarra... Pertenencia a banda armada, en resumen.

HUIDA A FRANCIA
Con 19 años, Arnaldo Otegi desapareció de Elgoibar. En los últimos años, cubría cada día los cinco kilómetros que separaban su casa del Colegio La Salle de Éibar, donde cursó secundaria antes de matricularse en Derecho en San Sebastián. Desapareció de Elgoibar, para sorpresa de quienes lo veían como un muchacho gris, poco amigo de las estridencias y no demasiado marcado políticamente, inmediatamente después de que un comando etarra fuera desarticulado en el pueblo.

Arnaldo Otegi se fue a Francia a aprender las gramáticas del francés, la extorsión, el asalto y el secuestro. Otegi, según informaciones policiales, se integró en el aparato logístico de ETA político-militar y se convirtió en el apoyo directo de Joseba Aulestia Zotxa, hermano del también ex militante de ETA y creador de Euskadiko Ezkerra, Kepa Aulestia. Arnaldo Otegi, un «tercera fila» en la organización terrorista, según ex compañeros de su inicial militancia terrorista, fue vinculado por la policía con varios delitos. El silencioso joven de Elgoibar fue acusado por la policía, inspirada en el testimonio de la etarra francesa Françoise Marhuenda, de participar el 11 de noviembre de 1979 en el secuestro de Javier Rupérez, que se prolongará durante 31 días.

Pero, el entonces dirigente de UCD no pudo reconocerlo en el juicio, y Otegi resultó absuelto de estas acusaciones. Una situación que también se reprodujo cuando fue juzgado de otro intento de secuestro en el mismo año contra Gabriel Cisneros y del que, de nuevo, Otegi salió sin condena judicial. Pero la Audiencia Nacional sí consideró probado que el portavoz de Batasuna había participado directamente en el secuestro del empresario vitoriano Luis Abaitua.

Otegi, según la sentencia, era uno de los tres miembros del comando que trasladó, el 19 de febrero, al industrial en un vehículo robado desde Vitoria hasta el zulo donde ETA mantuvo al industrial durante 10 días antes de liberarlo.

En 1981, ETA p-m abandona la lucha armada. Otegi no está de acuerdo con que los polismilis enfunden las pistolas. Ingresa de inmediato en ETA militar. Casi tres años antes, en octubre de 1978, ya se había constituido Herri Batasuna como una coalición de partidos nacionalistas y de izquierda que estrenará un mesa nacional en la que destacan Francisco Letamendia Ortzi, Telesforo Monzón, Txomin Ziluoga, Jon Idigoras, Jokin Gorostidi y Patxi Zabaleta.

Al otro lado de la frontera, Otegi, a punta de pistola, según informaciones policiales, forma parte del comando que libera a su compañero Rubén Santamaría Pérez mientras se encontraba en el Hospital de Basurto; roba vehículos, asalta una armería, perpetra atracos.

En aquellos años, en el sur de Francia, se va fraguando una estrecha amistad entre él y Domingo Iturbe Abasolo, alias Txomin, a la sombra de la clandestinidad compartida. Txomin es un personaje tan fascinante que incluso los renegados de la banda, como Soares Gamboa, lo recuerdan con admiración: «Se le quiso y se le quiere, ¿cómo olvidar a Txomin?». Al otro lado del cañón, por supuesto, hay muchos familiares de víctimas de ETA que tampoco pueden olvidar a Txomin. Por razones distintas.

Txomin, pater y frater del cachorro Otegi, hablaba entonces de la futura Europa de los 90, la de la unión consolidada. En su perfecto ika -variante coloquial del euskara, frente a los más solemnes suka y berori, que también dominaba-, advertía de que Iparralde (el Euskadi francés) dejaría de ser santuario una vez que España se integrara plenamente en la UE.

Es la época, también, en que Otegi tiene su primer hijo con María Julia Arregi Gorrotxategi, su novia de Elgoibar que se ha ido con él a Bayona en calidad de refugiada consorte. Hodei nace el 19 de mayo de 1982.

Txomin, mientras, fraguaba el sueño etarra de Argel como refugio y territorio neutral de diálogo con el Gobierno socialista español.El núcleo duro de ETA -Pakito, Txelis, Santi Potros, Josu Ternera...- observaba con escepticismo y cierto rechazo velado los esfuerzos de su líder por impulsar la vía del diálogo. Y en Argel murió Txomin el 25 de febrero de 1987 de una forma estúpida. Se cayó de un tejado mientras colocaba una antena en un pabellón que construían los propios etarras en el pueblo de Medea y se desnucó.

MONTAJE EN ARGEL
Su amigo Arnaldo no se enteró el mismo día. Como el resto de compañeros de Europa, primero recibió noticia de un confuso accidente de circulación. Belén González y Arakama Mendía -compañeros etarras de Txomin en Argel- urdieron el montaje de la muerte por accidente de circulación para que la prensa no conociera la ubicación y existencia del santuario norteafricano. Comunicar la verdad y el porqué de la farsa a Europa por las líneas habituales, nada seguras, conllevaba riesgo de filtraciones. Pero fue una improvisación tan burda que hubo incluso rumores de asesinato. ¿Por los GAL? Improbable. Más bien por facciones internas enemigas del acercamiento de Txomin a interlocutores gubernamentales espurios o españoles.

La actividad terrorista de Otegi, garantizada por su estancia en territorio francés, se quebró seis meses después de la muerte de su amigo, en julio de 1987. Antes, en 1983 ya había sido detenido por las autoridades galas junto a otros 15 miembros de ETA militar pero fueron puestos en libertad en unos días. Cuatro años más tarde, y con una orden de expulsión dictada en 1984, Otegi pasó esposado el puesto fronterizo de Hendaya ante la atenta mirada de los agentes de la Guardia Civil. En su declaración ante el juez, Otegi denuncia malos tratos policiales pero se niega a contestar las 26 preguntas que se le formulan sobre su presunta implicación en diversos delitos.

El 15 de julio de 1987 llega a la cárcel madrileña de Alcalá Meco. En junio de 1989, su padre acude a la prisión de Herrera de la Mancha y allí escucha cómo Arnaldo se lamenta del escaso éxito de la última acción armada de sus compañeros. Un comando etarra acaba de colocar 500 kilos de explosivos junto al cuartel de la Guardia Civil en Llodio, pero sólo una décima parte del material ha estallado dejando dos heridos cuando los terroristas pretendían destruir todo el cuartel.

Otegi, en esta su primera etapa carcelaria, fue acusado de insultar a los funcionarios de la prisión de Sevilla unos meses antes de abandonar la cárcel, en octubre de 1990, tras menos de cuatro años de encierro en seis diferentes centros penitenciarios.

DE LA CÁRCEL AL BAR
Pero el dirigente batasuno volvería a acabar entre rejas apenas un año y medio después, tras ser detenido por la Guardia Civil y encarcelado en la prisión de Martutene para hacer frente a los seis años de cárcel que le cayeron por secuestrar al industrial vitoriano.

Durante siete meses, de febrero a septiembre de 1992, permaneció en régimen de primer grado, el más duro, en la cárcel de Ciudad Real. Otegi concluyó su periplo carcelario. El 4 de mayo de 1993 dice adiós a la prisión de Huesca tras acogerse a reducción de pena por beneficios penitenciarios, una medida rechazada por el grueso de los presos etarras que prefieren el cumplimiento íntegro de las penas como medida de rechazo al sistema penitenciario español.

El ex preso halló en el seno familiar una eventual salida profesional.Tras la barra del bar OlatzMendi, en su Elgoibar natal, consiguió su integración laboral mientras, políticamente, muy pronto se integró en la estructura de Batasuna. Apenas un año después de su salida de prisión su nombre se incluyó como séptimo candidato por Guipúzcoa en las elecciones autonómicas del 23 de octubre de 1994. Otegi no consigue un escaño en la Cámara de Vitoria.

Pero, en septiembre del año siguiente, se confirma la condena de seis años de cárcel contra la diputada Begoña Arrondo por colaboración con banda armada y el escaño vacío le corresponde por turno a Otegi. Toma posesión de la silla el 27 de ese mes, aniversario de la muerte de los cinco últimos fusilados del régimen de Francisco Franco (dos etarras y cinco FRAP).

Otegi se limita a acercarse a su asiento para depositar sobre él cinco claveles por los cinco muertos y abandona la Cámara.Su protagonismo en HB va creciendo. Es inteligente, culto, polemizador, entusiasta y tiene el pedigrí de haber vestido pasamontañas y traje de presidiario. Además, Jon Idígoras y el resto de dirigentes de HB se empiezan a percatar de un peligroso alejamiento generacional con la juventud vasca. Hay que buscar un relevo. La victoria del PP en las elecciones generales del 96 hace temer un endurecimiento de la tensión política y social. En un contexto de debilidad de ETA, es necesario canalizar de forma efectiva las acciones de los jóvenes cachorros. Arnaldo Otegi y Joseba Permach parecen los indicados para el relevo.

A Otegi le dan su gran oportunidad parlamentaria en febrero de 1997. Es vocal en el Parlamento de las comisiones de Derechos Ciudadanos y Acción Exterior, y se debate una actuación de la Ertzaintza saldada con tres heridos por disparos en una manifestación abertzale. Otegi pasa con nota. La dureza del debate con el curtido responsable vasco de Interior, Juan María Atutxa, desvela a un Otegi frío, feroz y certero. «En sus ojos existe una gran dosis de odio», claudicó el consejero vasco ante el huracán desatado por aquel presunto sparring de voz hasta entonces desconocida.«Yo a usted no le odio. Seguramente, usted a mí sí».

Los acontecimientos se precipitan. El 13 de octubre del 97 comienza el juicio contra 23 de los 25 -dos fallecieron antes- miembros de la mesa de HB que habían aprovechado, durante la campaña electoral de las generales del 96, los espacios gratuitos cedidos por TVE para colar un vídeo protagonizado por encapuchados de ETA. La cinta no fue emitida, pero el 1 de diciembre la sala segunda del Tribunal Supremo condenó a los 23 a siete años de cárcel y a medio millón de pesetas de multa por colaboración con banda armada.

En febrero de 1998, un día antes de ingresar en prisión, Rufi Etxeverría presenta en Pamplona la gestora provisional de HB repartiendo salomónicamente la portavocía a Otegi y la coordinación a su supuesto rival, Joseba Permach.

El 3 de septiembre, HB se convierte en Euskal Herritarrok. El 12 Otegi firma el acuerdo de Estella/Lizarra con PNV, EA, IU-EB, ELA, LAB y un total de 23 partidos y sindicatos. Cuatro días más tarde, ETA anuncia una tregua unilateral e indefinida. El 25 de octubre, los radicales independentistas vascos consiguen los mejores resultados de su historia en las urnas.

«GERRY ADAMS VASCO»
La prensa de Europa se vuelca en Otegi y empieza a hablar del «Gerry Adams vasco», el hombre que puede conducir Euskadi hacia la paz. A Otegi no le disgusta la comparación con su amigo irlandés.Y en su nostalgia del amigo, con toda seguridad, se ve como un Txomin redivivo, capaz de culminar la apuesta de diálogo abierta con los socialistas sotto voce, en Argelia, y seguir aglutinando el voto soberanista.

Otra buena noticia para Otegi: el 20 de julio el Tribunal Supremo admite el recurso contra la encarcelación de la mesa nacional.Los 22 que quedaban en prisión (Idígoras salió antes por sus problemas pulmonares) son puestos en libertad y se reintegrarán en sus puestos reeligiendo a Otegi como portavoz el 12 de febrero de 2000.

Pero antes, el 3 de diciembre de 1999, ETA anuncia el fin de la tregua. Y el sueño irlandés de Otegi se disipa. Las elecciones vascas de 2001 son un varapalo popular que alimenta más las ansias radicalizadoras de los críticos con su gestión.

El cerco se cierra y Otegi empieza a responder con provocaciones como su grito de «Gora Euskadi ta Askatasuna» (literalmente, «viva Euskadi libre»; para la Fiscalía, «viva ETA»). Los mares que le separan de la posibilidad de diálogo con los partidos constitucionalistas se van convirtiendo en océanos.

El acoso judicial y político están a punto de llevar a su partido al limbo equívoco de la ilegalidad. Ni siquiera el PNV ha dejado en los cuarteles a su policía vasca, a pesar de los desesperados llamamientos abertzales a la insumisión ante la «Justicia española» y los «partidos españoles». Y ahí está la imagen de Eusebio Lasa mordiendo la mano del agente en gesto zoológico de impotencia...Se ve a Otegi solo en Elgoibar, caminando por la tarde, cabizbajo, las manos en los bolsillos, bajo la lluvia.


FACCIONES ENFRENTADAS

«Josu Ternera»: José Antonio Urruticoetxea es un clásico de ETA.Del sector duro. Su actitud ante el liderazgo de Otegi ha sido, en todo momento, semejante a la que mantuvo ante el «padre espiritual» de éste, Domingo Iturbe Abasolo, Txomin. Una distancia escéptica a la espera del fracaso inevitable -según él- de toda posibilidad de diálogo. Un análisis simplista de su trayectoria haría pensar que sólo ve una solución al conflicto vasco: la confrontación militar ganada por los vascos. Ahora Otegi, fracasado en sus intentos «conciliadores», se va a tener que mirar en el espejo de su Mr. Hyde. Sus declaraciones tras la toma policial de las sedes apuntan que está preparado para endurecer el discurso al gusto de los clásicos.

Joseba Permach: era el «tapado» que se guardaba la mesa de HB encarcelada en el caso de que la alternativa Otegi fracasara.Ha habido rumores de enfrentamientos con el actual portavoz, pero nunca han trascendido de manera abierta por la opacidad que mantiene la dirección batasuna sobre sus duelos internos.Donostiarra, es licenciado en Ciencias Económicas.

Joxe Pernando Barrena: uno de los jóvenes (36 años, pamplonica) alineados con el sector duro y críticos con los proyectos lizarristas de Otegi. Su carrera ha sido fulgurante, y se ha ocupado de representar a la coalición abertzale en conferencias por toda Europa para explicar el problema vasco desde la «perspectiva batasuna». Además de la política, sólo ejerció otra profesión: fue encargado de las publicaciones literarias en euskara de la editorial Txalaparta, «brazo ilustrado» de la izquierda abertzale.

Antton Morcillo: otro joven del núcleo duro (Vitoria, 1965) en su vertiente más radical y nostálgica. Es licenciado en Geografía e Historia y fue militante de KAS. Defensor de la movilización popular para vencer la «opresión» española. Una de sus hermanas escondió en su casa de Andoain a los miembros del comando Donosti que dirigía Valentín Lasarte.

Jon Idigoras: con los 60 ya bien superados, el histórico dirigente abertzale ha suavizado incluso su oratoria y se ha convertido, después de un inicio de cierta cautela, en uno de los máximos valedores de Otegi como reconductor de la unidad del nacionalismo para lograr un clima de paz. Sin embargo, su apuesta incondicional por Otegi, su sucesor, puede debilitar su posición. Sobre todo teniendo en cuenta que él es uno de los mayores defensores del cambio generacional. Fue obrero metalúrgico.

Jon Gorrotxategi: tesorero de Batasuna. Recientemente, fue detenido en dos ocasiones por Garzón como presunto integrante de una red que blanqueaba dinero a través de las herrikotabernas. Nacido en 1964 en Beasain (Guipúzcoa), es licenciado en Psicología y se le filia más con el grupo duro que con los seguidores de Otegi.Ahora es una de las puntas de iceberg de la investigación judicial.

UN LÍDER DISCRETO, UN HIJO EN LA LUCHA

La izquierda radical abertzale, en sus diferentes nomenclaturas, nunca ha presentado a las elecciones un cabeza de cartel que aspire a convertirse en lehendakari. Aparte de si la Cámara vasca representa sólo una parte del territorio vindicado, en HB, EH o Batasuna siempre se ha huido de la personalización del liderazgo.Arnaldo Otegi es el paradigma de esta sobriedad personal. Cuando concede entrevistas, no se cansa de repetir que «lo que menos importa es el futuro político de Arnaldo Otegi». Su perfil personal también es difuso. A la imagen circunspecta y exacta que expone en público, los que le conocen íntimamente contraponen su gusto por la discusión, su rapidez de ideas y un sentido del humor que ante los micrófonos se hace impensable. Siendo quizá el dirigente más carismático que ha tenido la izquierda abertzale desde su nacimiento -se habla incluso de su capacidad de inspiración de la libido de las damas-, en las librerías de Euskadi no se puede rastrear una biografía suya. Como si hubiera eliminado toda huella vital, sólo queda rastrear en él el curso de sus ideas. Unas ideas que ha llegado a traicionar por amor a quien, se dice, es su mejor amigo y su confidente: su hijo Hodei. Cuando éste tenía 19 años, Otegi acudió a un cuartel en marzo de 2000 para tramitarle una prórroga al servicio militar. Sin embargo, su discurso a este respecto ha sido siempre coherente con la necesidad de que los jóvenes opten por la insumisión. El asunto trascendió por la propia sorpresa de los guardias civiles que lo atendieron, que no dudaron en informar de la visita, inmediatamente y por escrito, al Ministerio de Defensa. Otegi tiene otra hija, de siete años. Su hijo Hodei se ha destacado ya como activo del grupo juvenil Haika. Recientemente, efectivos de la Ertzaintza lo identificaron cuando, con el vehículo de su madre Julia, pegaba carteles batasunos en la localidad de Eibar. Otegi no es, ni siquiera en Elgoibar, una persona demasiado conocida. Ni con gran tirón electoral. En el 98, con la tregua, EH fue la segunda formación más votada (1.524 sufragios, 21,8%) tras el PNV. Pero 2001 supuso la pérdida de casi 500 votos y el PP superó a los radicales en su feudo.



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