Domingo 29 de diciembre de 2002 - Número 376

CINE | MALOS HUMOS

El deporte del grito y la rabieta en Hollywood

FERRÁN VILADEVALL. Los Ángeles
Russell Crowe, propenso al mal humor.
En la soleada California, el clima es lo único benigno. La mala leche de algunos residentes, especialmente de aquéllos que se dedican al cine, atrae nubarrones y tormentas. Pero enfados y gritos no son exclusiva de starlets como Russell Crowe, neozelandés de casi 40 años que agarró por la solapa al director de ceremonia de los Bafta Awards (Oscar británicos) hace más de un año. El arrebato le vino por que le cortaron el poema que leía al aceptar el galardón de mejor actor. «¡Me aseguraré de que nunca trabajes en Hollywood!», le gritó el actor al empleado de la BBC. Pero Crowe no está solo. En Hollywood el deporte del grito y la rabieta tiene muchos seguidores. «Hollywood es el único negocio del mundo donde la gente confunde mala educación con poder», declara Terry Press, jefe de marketing de DreamWorks, el estudio de Steven Spielberg. Press fue testigo de un episodio particular hace unas semanas cuando un agente se presentó al estudio para una reunión. Cuando la persona con la que tenía que reunirse no estaba, el sujeto empezó a lanzar una sarta de insultos y gritos contra una secretaria. Al enterarse, Spielberg exigió una disculpa oficial.«La gente cree que dar muestras de mala leche es signo de importancia, cuando, para mí, no es más que una clara evidencia de que estás delante de un mocoso mimado», dice Press. El mocoso mimado fue despedido.

«Estamos en un negocio en el que si triunfas la gente te permitirá que te comportes mal», dice Joe Roth, ex presidente de Walt Disney Studios: «No hay reglas escritas, sólo cuenta ganar». Este instinto competitivo se ha utilizado como justificación en muchos casos.Aunque, sinceramente, es poco aplicable. ¿Qué gana Michael Bay, director de Pearl Harbor aparcando su Ferrari en un lugar para minusválidos mientras pasea a un periodista? ¿Y Martin Lawrence? Se dice que, como es una estrella -aunque su cara no es muy conocida fuera de EEUU-, no permite que nadie le hable en el plató mientras rueda. No hay nada como la intimidación para sentirse importante.Hollywood es una ciudad donde ser normal es una debilidad.




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