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 DIRECTORIO   Domingo 8 de junio de 2003, número 399
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CINE / LA METAMORFOSIS DE UN GRAN ACTOR
Bardem «pide» la eutanasia
SE METERA en la piel de Ramón Sampedro, el tetrapléjico que luchó por el derecho a una muerte digna
ROMUALDO IZQUIERDO
Fotomontaje del rostro de Javier Bardem sobre una imagen de Ramón Sampedro. / CHEMA MATIA
   

Para interpretar a Santa, el parado protagonista de Los lunes al sol, dejó de fumar y cogió peso. Sin embargo, para su papel anterior, el del poeta cubano Reinaldo Arenas en Antes que anochezca, debió perder hasta 16 kilos. Y su nuevo proyecto supondrá un nuevo cambio de registro. no sólo deberá aparentar 20 años más de los que realmente tiene, y aparecer prácticamente sin pelo. Su reto consiste en meterse en la piel de Ramón Sampedro, el tetrapléjico gallego que hace cinco años convirtió su muerte en bandera a favor de la despenalización de la eutanasia.


Será a partir de septiembre cuando, a las órdenes de Alejandro Amenábar, comience el rodaje de Mar adentro, la película con la que el director de Los otros recordará la vida de quien con su lucha por una muerte digna desencadenó un gran debate social que, a buen seguro, resurgirá con el rodaje y la comercialización de la película.


Y a la confianza que el director ha puesto en el actor -«estoy seguro de que el inmenso talento de Javier logrará devolver a la vida a un personaje interesante»- se une también la fe de quienes convivieron con Ramón Sampedro. Es el caso de Manuela Sampedro, su sobrina, que desde la parroquia coruñesa de Xuño manifiesta a CRONICA que ha leído parte del guión y le parece «bastante respetuoso». Que esto es en definitiva lo que quiere la familia, preocupada por que se trate con dignidad la figura de un hombre que, tras más de 25 años postrado en una cama a causa de una tetraplejía que lo mantenía paralizado del cuello para abajo, acabó con su vida el 12 de enero de 1998 tras una lucha jurídica, fallida, en defensa de su derecho a morir con dignidad.


Ya que tanto el actor principal como el director son «conocidos y serios», a Manuela no se le ocurre ni siquiera imaginar la posibilidad de darles algún consejo. Al fin y al cabo, desde que los productores de la película se pusieron en contacto con los herederos legales de Ramón -su cuñada Manuela Sanles, casada con su hermano Pedro, que cuidó en casa a Ramón hasta pocos meses antes de que muriera, fue la beneficiaria del testamento-, éstos les han facilitado la documentación que han necesitado. Y entre ella, su sobrina no olvidó incluir un libro póstumo de Sampedro que quiso que hicieran llegar a Javier Bardem. «Cando eu caía es un libro de poesía escrito por mi tío, que refleja su pensamiento y creo que debería tenerlo en cuenta. Aunque está escrito en gallego», reflexiona Manuela antes de preguntarse si Bardem deberá aprender esta lengua. «Mi tío hablaba gallego», insiste.


La misma preocupación para que en la película se muestre realmente quién era Ramón, cómo pensaba o cómo vivía la comparten en la coordinadora en Galicia de la Asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), que ayudó a Sampedro en su lucha jurídica, desde donde confían en que el proyecto de Amenábar sea «algo más real» que la película que hace unos años, y sobre el mismo protagonista, presentaron las cadenas autonómicas. «Lo que entonces vimos en pantalla era un poco preguntarte: ¿Y ? Te dejaba con la sensación de vacío», argumenta Carmen Vázquez, coordinadora de DMD en Galicia.


Ramón Sampedro quedó tetrapléjico con 25 años, cuando cayó de cabeza al mar con la marea baja y se rompió la columna a la altura de la séptima vértebra cervical. Pero es casi 30 años después cuando su lucha llega al conocimiento de la opinión pública.


Las entrevistas se suceden, las muestras de solidaridad con él, también Y comienzan a conocerse detalles sobre su vida más íntima, su afición por Pablo Neruda y por la música de Debussy, su empeño y tesón por conseguir escribir con la boca, su breve experiencia, de apenas tres meses, en un centro especial para tetrapléjicos y, sobre todo, la humillación que suponía vivir, según él, sintiéndote como un lastre -además de mantenerle aseado y darle de comer, Ramón necesitaba que cada tres horas le cambiaran de postura para evitar que le salieran llagas y úlceras- y una piltrafa humana


Y Javier Bardem, que ya se metió en la piel de un tetrapléjico en Carne Trémula, de Almodóvar, deberá trabajar estos meses previos al rodaje en cada uno de estos detalles; estudiará también Cartas desde el infierno, una obra que Sampedro publicó un año antes de morir y que recoge sus vivencias, amarguras y reflexiones y, por supuesto, analizará la nota manuscrita y el vídeo doméstico, ya emitido por televisión, en el que grabó su propia muerte tras ingerir cianuro.


Una historia en la que tampoco faltará la figura de Ramona Maneiro, Moncha, la mujer que acompañó a Ramón sus últimos meses de vida y que tras el suicidio de Sampedro figuró como la principal sospechosa de haberle ayudado en tal empresa. Hoy, archivado el caso judicial abierto tras el suicidio de «su amor», Moncha sólo quiere que la dejen en paz. «Ésa fue mi única herencia. Que me imputaran en el caso. De todas formas, yo no conozco a Bardem, sólo por la prensa del corazón. Pero, ¡qué alegría me da! Espero que le caractericen bien. Ramón era peladito, y muy guapo».




 
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