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 DIRECTORIO   Domingo 13 de julio de 2003, número 404
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POLÉMICA | LA GUERRA DEL SACERDOTE
La bolsa o la... confesión
EL CURA Castillejo prefiere ambas, y se niega a renunciar a la presidencia de Cajasur, un manantial de ayudas para la Iglesia.Sirve, pues, a Dios y al dinero en contra de la Junta andaluza
JOSÉ MANUEL VIDAL
EL CURA BANQUERO. Miguel Castillejo se encarga de tener bien «engrasados» los canales de financiación eclesial, entre otras cosas, para que los cardenales puedan hacer caridad. Sin embargo, cumple al pie de la letra sus deberes de canónigo penitenciario: una hora diaria de confesionario.
   

Dice el Maestro en Mateo 6,24 «no podéis servir a Dios y al dinero».Pero, en la Iglesia, hay excepciones para todo. Incluso para las normas evangélicas. Miguel Castillejo, el canónigo de la catedral de Córdoba, lleva más de 30 años sirviendo a dos señores.Los días laborables preside Cajasur, la segunda entidad de ahorro de Andalucía, y los festivos dice misa y tiene un confesionario reservado en la catedral para perdonar los pecados especiales de los fieles de la diócesis.


Esta doble fidelidad del cura Castillejo, el más célebre desde los tiempos del cura Merino, es el penúltimo recurso utilizado por la Junta de Andalucía para asestarle un nuevo puyazo. La consejera de Economía del gobierno andaluz, Magdalena Alvarez, insiste en que el presidente de la Caja no puede ser al mismo tiempo canónigo del Cabildo de la Catedral de Córdoba. Y basándose en el dictamen del Consejo Consultivo de Andalucía considera que ambos puestos son incompatibles. No se puede cobrar por canónigo y por presidente de la caja a la vez. O canónigo o banquero.


Pero la Caja alega que la propia Junta de Andalucía ha aprobado en varias ocasiones los estatutos de Cajasur, en los que se señala la obligatoriedad de ser canónigo para poder presidir la entidad.Asegura, además, que Castillejo «no percibe retribución alguna como canónigo penitenciario». Porque ni Castillejo es un canónigo penitenciario cualquiera ni Cajasur es una Caja como las demás.Algunos, exagerando, la llaman la «Caja de Dios». Sin exagerar, es la Caja de la Iglesia.


La Junta replica que, según las propias leyes de la Iglesia, hay una serie de oficios que un clérigo no puede ejercer. Y uno de ellos es el de banquero. Los asesores de la Junta se han estudiado los cánones 285 y 286 del código de Derecho Canónico. En el 285, apartado 1 y 2, se exige a los clérigos que se abstengan «de todo aquello que desdiga de su estado», evitando «aquellas cosas que, aun no siendo indecorosas, son extrañas al estado clerical».Y en el apartado 3 del mismo canon especifica más. «Les está prohibido a los clérigos aceptar aquellos cargos públicos, que llevan consigo una participación en el ejercicio de la potestad civil». Éste es el canon que aducen los obispos para prohibir a sus curas ser alcaldes, concejales o diputados.


El apartado 4 del mismo canon aterriza en el universo económico y prohíbe a los curas «aceptar la administración de bienes pertenecientes a laicos u oficios seculares que lleven consigo la obligación de rendir cuentas». Y por si no quedaba suficientemente claro, el canon 286 remata la faena: «Se prohíbe a los clérigos ejercer la negociación o el comercio sin licencia de la legítima autoridad eclesiástica, tanto personalmente como por medio de otros, sea en provecho propio o de terceros».


Parece definitivo, pero no lo es, porque Castillejo tiene licencia de su ordinario [el obispo del lugar] desde hace más de 30 años.«No hay incompatibilidad alguna. Eso son ganas de meterle los dedos en los ojos a Castillejo», dice el catedrático de Derecho Canónico, Rafael Navarro Valls. Y monseñor Amigo, arzobispo de Sevilla, añade: «No hay oficio que sea impropio de un sacerdote».


«¿Por presidir la Caja es un negociante? Entonces, todos los ecónomos de las diócesis también serían negociantes. Desde mi punto de vista, no hay incompatibilidad con el cargo de canónigo penitenciario. No es antijurídico, aunque, a mi parecer, tampoco es elegante», explica el vicario judicial de Santiago de Compostela y afamado canonista, Manuel Calvo Tojo.


Pero no todos los canonistas comparten esta tesis. «Si, como yo creo, la Caja es fundamentalmente una entidad bancaria y su acción social algo accesorio, el caso del cura Castillejo encaja perfectamente en los cánones 285 y 286. Su situación, pues, desde el punto de vista canónico, es irregular si tiene licencia del ordinario, o nula si no la tiene», explica el catedrático de Derecho Eclesiástico, Dionisio Llamazares.


En cualquier caso, la Junta trata de buscarle las cosquillas, incluso canónicas y teológicas al cura Castillejo. No queda bien un cura cajero. Pero Castillejo es un viejo torero (73 años), acostumbrado a lidiar los peores morlacos en los cosos más adversos.Y a salir casi siempre a hombros. Tanto en sus faenas intra como extraeclesiales. Castillejo lleva años, como dice una nota de Cajasur, «sometido a un acoso permanente, que ha entrado en la fase de vulneración de los derechos fundamentales de la persona».Pero ni por ésas. Nadie consigue quitarle el puesto de cajero de Dios hasta que la Iglesia lo quiera.


Y la Iglesia no se lo quita, porque Cajasur es la joya de su corona, el respaldo económico que tanto necesitan las exhaustas arcas eclesiales. Castillejo tiene padrinos en España y en Roma.En España le defiende el todopoderoso cardenal Rouco Varela, asi como el arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo, el obispo de Málaga, Antonio Dorado, o el vicesecretario para asuntos económicos de la Conferencia episcopal y gerente de la Iglesia, Bernardo Herráez. Y otros muchos obispos españoles que le deben favores.En Roma, cuenta con el apoyo de un lobby de cardenales, entre los que se encuentran Sodano, Ratzinger, Castrillón, Martínez Somalo o López Trujillo. Con esos apoderados...


Y por si eso fuera poco, Castillejo se encarga de tener bien engrasados los canales de financiación eclesial. No hay congreso de relieve en Roma o jornada mundial vaticana que se precie, que no cuente con el aval financiero de Cajasur. Y ya se sabe que a los cardenales les encanta tener dinero disponible para hacer caridad.


En España, Cajasur lo financia todo. Desde la última visita del Papa al lanzamiento de Popular TV, pasando por la esponsorización de Alfa y Omega, el semanario de la archidiócesis de Madrid.Cajasur es un maná para la Iglesia española, no en vano Castillejo dispone del 30% de los beneficios de la Caja para dedicarlos a actividades sociales y culturales.


Porque lo que tiene claro el cura Castillejo es que lo que mancha no es el dinero, sino el mal uso que de él se haga. Para Castillejo, su Caja es una excelente plataforma para hacer el bien. Y sabe utilizarla profusamente. Para buscar trabajo a un obrero o reparar las campanas de la Giralda, para abrir un hospital para enfermos de Alzheimer, ayudar a mujeres maltratadas o comprarle un jeep a un misionero del Congo.


Con estos poderes, no hay nadie que le pueda toser a Castillejo.Ni su propio obispo, al que le ganó la batalla de las sotanas.El hasta hace poco titular de Córdoba, Javier Martínez, le retó públicamente a dejar su puesto y terminó derrotado, camino de Granada. «Promoveatur ut removeatur» (promover para remover).



VENCER A UN SUPERIOR

Era la primera vez en la historia reciente de la Iglesia española que un cura ganaba a un obispo. Aunque, como dice un sacerdote cordobés, «el obispo se tiró a una piscina sin agua por sus escasas luces y por sus ansias desmedidas de poner Cajasur al servicio de Comunión y Liberación, el movimiento al que pertenece y que está apadrinado por la familia Oriol y Urquijo».


Ahora llora su torpeza en el exilio dorado de Granada y Castillejo sigue en su Caja, con su rutina de siempre. Se levanta a las 7,30 de la mañana y se acuesta a las dos de la madrugada. Eso sí, con una hora de siesta. Aunque le llaman «fray langostino», porque le encanta el marisco, come frugalmente. Y nunca olvida que, ante todo y sobre todo, es un cura. Confiesa y dice misa en la iglesia cordobesa de la Merced los festivos y vísperas de festivos y cumple a rajatabla sus deberes de canónigo penitenciario: una hora diaria de confesionario. Si no fuese presidente de Cajasur, ganaría por ello 180 euros mensuales. Ha prescindido de esos emolumentos y de otros muchos. Porque sabe que, como dice el Evangelio, «donde está tu tesoro, allí está tu corazón». Y el corazón del cura Castillejo es sólo de Dios y de su Caja. Por este orden.




 
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