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 DIRECTORIO   Domingo 5 de octubre de 2003, número 416
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RICAS / ROSALÍA MERA, LA NÚMERO UNO
«Naturalmente me siento más de izquierdas»
RECELOSA DE LA FAMA, COMODA EN SU ANONIMATO, LA COFUNDADORA DE ZARA Y MUJER MAS RICA DE ESPAÑA DETESTA SALIR EN LOS PAPELES.HA ACCEDIDO, SIN EMBARGO, A SER ENTREVISTADA PARA EL LIBRO «DINERO FRESCO» (ED. TEMAS DE HOY). ASI SE RETRATA
CARLOS SÁNCHEZ
A pesar de tener una fortuna de 1.500 millones de euros, Rosalía Mera es una mujer sencilla. / EL CORREO GALLEGO
   

Pasa por ser la millonaria con menos tics de rico de España. Rosalía Mera (A Coruña, 1944) no olvida sus orígenes de modista ni las jornadas de trabajo en el sótano de la coruñesa calle de Noya que constituiría el embrión de Zara. Hoy, poseedora entre otras inversiones del 6,99% de las acciones de Inditex y del 5% de las de la farmacéutica Zeltia, es la mujer más rica de España, con un patrimonio valorado en torno a los 1.500 millones de euros.Pero viaja en clase turista, llevó a su hija a un instituto público y, desde la presidencia de la dinámica fundación Paideia, prefiere rodearse de catedráticos de Filosofía que de asesores financieros.Dice sentirse de izquierdas. «Por razones obvias», asegura. «Yo sé dónde nací y sé muy bien de dónde vengo».


Y, sin embargo, hay una actitud que comparte con la grandes fortunas de este país. Convencida de que «la fama mata los proyectos», la ex mujer de Amancio Ortega detesta hablar con la prensa. Y no por miedo a decir lo que piensa. Como ella misma comenta: «Con casi 60 años y una posición como la mía, cómo no voy a decirlo.Aunque no siempre se debe decir lo que uno piensa. La verdad hay que decirla para beneficiar a algo o a alguien. Eso de decir verdades permanentemente, sobre todo en el caso de las mujeres, que tenemos una capacidad analítica muy desarrollada, puede llegar a ser pedante y hasta pretencioso».

Su aversión a los focos tiene más que ver con el recelo a sentirse utilizada. El periodista Carlos Sánchez ha logrado vencer esta reticencia y ha entrevistado en dos ocasiones a Mera para su libro Dinero fresco (Temas de Hoy), recién publicado. De él emerge el retrato de una mujer segura, de convicciones y con una opinión forjada de los asuntos más relevantes de la vida. Empezando por el mundo que le rodea.

«Si yo lo comparo con el mundo de mi infancia, con el de los años 50», explica en el libro, «es evidente que ha mejorado sustancialmente en los bienes básicos. La educación, la sanidad, los servicios sociales , son ya derechos generales que posibilitan la igualdad de oportunidades. Pero, al mismo tiempo, creo que nos hemos ido dejando muchas cosas por el camino, como los valores. Valores como el esfuerzo o la honestidad, que por entonces estaban muy presentes, se han ido depreciando con el tiempo. En el mundo actual nadie quiere asumir responsabilidades ni saber a quién le pertenecen. Tenemos un problema importante con ese concepto, que por otra parte es esencial. Hay mucha resistencia al cambio.Los grupos de poder quieren que todo continúe igual, pero lo peor es que la sociedad civil se ha reblandecido -si se puede utilizar esta expresión-. Pensamos que la culpa de todo nunca la tiene uno, sino que la tiene el otro. La sociedad se está aburguesando. Vivimos una realidad en la que, por un lado, todo el mundo quiere que las cosas las resuelva el Estado, que ponga los recursos. Nos quedamos en un mundo facilón, en el que se confunde la acción del sujeto, que es la que modifica la realidad, con los recursos».

Fue la acción conjunta de cuatro sujetos -ella misma, Antonio y Amancio Ortega (con quien terminaría casándose, teniendo dos hijos y separándose) y Primitiva Renedo- la que modificó la realidad de Rosalía, nacida en el humilde barrio coruñés del Matadero.Juntos, y sin dejar el puesto de trabajo, -«que era en realidad el que nos permitía vivir», le confiesa Rosalía a Sánchez- fundaron una pequeña empresa, de nombre GOA, de la que nacería el segundo imperio textil del mundo. Era 1962 y Rosalía sólo tenía 18 años.Así recuerda los orígenes de lo que sería Inditex:

«El proyecto empezó con muchas dificultades, como tantos otros.Es muy difícil ser objetiva en algo en lo que una ha estado tan implicada. El proyecto lo iniciamos cuatro personas, de las cuales tres trabajábamos en el sector textil, en el que queríamos seguir, pero con otros roles. Nos planteamos que, en vez de comprar productos en Cataluña, a lo mejor los catalanes nos los podrían comprar a nosotros. Creo que no hubo nada de extraordinario. Hay miles de personas que se plantearon, se plantean y se plantearán hacer lo mismo. La diferencia está en que algunos tendrán éxito y otros no. Lo importante son las voluntades y las capacidades. No creo en las oportunidades históricas».


«LA FAMA MATA»


Ellos tuvieron éxito. «Se trataba de un mercado que conocíamos, y nuestro primer éxito -si se puede hablar así- fue la bata de boatiné. En aquellos tiempos las casas no tenían las estupendas calefacciones que tienen ahora, por lo que las batas gorditas para estar en casa venían muy bien a la gran masa de población.La aparición de ese tejido fue un descubrimiento, como lo fue la aparición del nailon. Aquello de pasar del rayón a un tejido nuevo, transparente, de colores, fue verdaderamente sorprendente.La bata de boatiné triunfó porque suplía además a las calefacciones, inexistentes en la gran mayoría de las viviendas».

Y aunque los orígenes fueron complicados, «a los diez o doce años ya todo iba bastante bien. Lo que realmente cuesta es tener éxito al principio; luego, lo que sigue, es mucho más fácil.Una de nuestras ventajas es que nunca fuimos famosos. Lo estamos siendo ahora, pero la fama mata los proyectos. La fama saca los proyectos del ámbito de lo íntimo. El poder trabajar sin expectativas por parte de los demás permite al sujeto estar mucho más tranquilo y relajado. De esta manera se pueden asumir los fracasos como parte del proyecto, algo que desde luego no te permiten cuando hay demasiadas expectativas. Y lo que está fuera de toda duda es que no hay posibilidad de desarrollarse sin que uno se equivoque».

-¿Sigue entrando en las tiendas de Zara?- le pregunta Sánchez.

-Sí, claro que entro.

-¿Y compra?

-Sí. ¿Cómo no?- replica «casi con enfado». -Hoy no voy vestida de Zara, pero en otras ocasiones sí. Y no lo hago por compromiso, sino porque hay cantidad de prendas que me gustan más que las que ofertan otras tiendas. Y sobre todo porque son mucho más económicas.

Rosalía Mera se implicó directamente en Zara durante unos 10 años, hasta 1973 aproximadamente. «Hay veces que me río porque pienso que normalmente cada 10 años hago cuentas y decido hacer otra cosa. Esos años fueron los más difíciles, los más complejos, los de mayor esfuerzo. Pero a partir de ahí, y a raíz del nacimiento de mis hijos, lo fui dejando. Entonces me di cuenta de que aunque tenía sólo 28 años era ya muy mayor, llevaba más de la mitad de mi vida trabajando. Y las cosas en Zara iban bien y me dije: "¡Bien, ya no necesito trabajar más!"».

Hasta entonces había acudido al sótano de la calle Noya donde empezó todo, incluso llevando en su canasto a su hija mayor, Sandra, entonces aún un bebé. Pero el nacimiento de su segundo hijo, Marcos, discapacitado, cambió la vida de los Ortega Mera de manera «transcendental». Aunque Rosalía continuó siguiendo de cerca lo que ocurría en Inditex, dejó de trabajar directamente en la empresa:

«Encontrarte con un hijo que no es el que tú estás esperando es muy duro», relata. «La decisión de dejar de trabajar ya estaba tomada, pero cuando nació Marcos todo cambió. En esas circunstancias de gran conflicto, emerge lo mejor y lo peor de uno. En esos momentos uno comienza a confrontar con la muerte, en un sentido figurado o metafórico, un tema que es constante en mi quehacer diario. A lo mejor es una forma de ahuyentarla. Pienso en la muerte no como algo ni malo ni bueno, sino como un hecho que ocurre. Creo que gestionar bien el tiempo -y me considero una buena gestora- es muy importante. El tiempo, como somos perecederos, es el único bien que no se compra».


«¿SOLO PARA REPRODUCIR?»


El nacimiento de Marcos llevó a Rosalía a interesarse por diversas patologías infantiles: «Enfermedades mentales, parálisis cerebral...».Comenzó la rama sanitaria de Formación Profesional y saltó a la carrera de Magisterio, ya con casi 30 años. «Yo empecé a trabajar muy pronto, en unos momentos en los que encontrar un empleo era lo prioritario», explica en Dinero fresco. «Fui yo quien tomó la decisión de dejar el colegio a los 11 años. Me dije: "Ya sé lo suficiente y es hora de dejarlo". Fue una decisión dura. En casa, donde todo el mundo trabajaba, se entendió con facilidad.Después, cuando empecé con los temas de atención temprana a niños enfermos, me pareció que era bueno seguir formándome y actualizando el conocimiento del niño sin patologías. Había una especialidad que era Escuela Infantil, y así es como empecé».

Al cabo de algo más de una década, en 1986, llegó «el segundo acontecimiento que marcó especialmente su vida», en palabras de Sánchez. Tras más de 20 años, Amancio Ortega y Rosalía Mera rompieron su matrimonio. «Miente quien diga que una ruptura no marca», afirma tajante la empresaria gallega. «Pero eso también hay que digerirlo. Los proyectos se truncan, y es entonces cuando hay que preguntarse por qué suceden las cosas».

Habla desde la experiencia Rosalía Mera, y es entonces cuando surge la mujer segura de sí misma, racional, analítica, crítica.«A nosotros, cuando éramos niños, nos contaban que el matrimonio era para toda la vida. El otro día estuve en una boda y el sacerdote decía a los novios que desde ese día nacía una sola vida y no dos. Y yo lo que creo es que la vida que siempre se borra es la de la mujer. Eso de la media naranja es un error. Nos han metido en la cabeza una serie de ideas que no tienen nada que ver con la realidad.

-¿Se siente usted libre?

-El ser libre está vinculado en alguna medida a la capacidad económica. A nosotros nos han enseñado a creer que la función fundamental de la mujer es la reproducción y no la producción, y si no lo haces así no eres una buena madre. Casi, casi, no eres nada. Hay como una sanción muy fuerte. Si el niño fracasa en el colegio es porque tú trabajas, y si le hace falta algo al niño, ya se encargarán de decírtelo muchas veces. El papá puede atender perfectamente al niño, igual que la mujer. Pero la mujer también tiene que creer que eso es así, rebelándose contra esas ideas. El deconstruir representaciones sociales es verdaderamente una tarea ardua, difícil y lenta.

-Se siente usted feminista.

-Yo nunca me he vinculado a movimientos feministas. Pero cada vez me identifico más con la lucha por la igualdad de oportunidades para unos y otros. Hay que cambiar la mayoría de las cosas, incluyendo la redistribución de los bienes, de la riqueza. La globalización es estupenda si somos capaces de redistribuir lo que hay. Hay que redistribuir la riqueza, pero no sólo en su dimensión económica.Todo el mundo habla de ellos pero se hace poco».


«SÉ DE DONDE VENGO»


El mensaje suena familiar, pero sería excesivo alinear a Rosalía Mera con los movimientos antiglobalización. Ella misma se desmarca en el libro -«Según parece en esos movimientos hay muchos grupos ecologistas, anarquistas , quizá la excesiva radicalidad; yo creo que los humanos necesitamos saber los límites y los marcos para después transgredirlos cuando convenga y en función del bien general»-. Lo cual no le impidió acudir a algunas de las manifestaciones del Prestige ni tener en su despacho banderas de «Nunca Máis».

«Lo hice como un posicionamiento a favor del gran colectivo de perjudicados, que siempre son los mismos», contesta. «El mar es un bien de todos. No creo que sea un acto de rebeldía. Yo creo que cada vez soy menos rebelde, a lo mejor es porque ya no soy joven. La rebeldía es una característica de la juventud que todavía no sabe cuál es su guerra. Yo ya no tengo ganas ni tiempo de ser rebelde, pero eso no quiere decir que no sepa por dónde debo ir. Siempre tengo muy claro de dónde vengo».

Los orígenes. Es ésta una idea recurrente en su discurso. «Naturalmente, me siento más de izquierdas que de derechas», comenta en otro momento de la entrevista. «Por razones obvias. Yo sé dónde nací y sé muy bien de dónde vengo. Y lo que soy tiene mucho que ver con mi origen. Por eso yo no puedo pensar las cosas desde otro lugar».

-¿Qué le pareció la guerra de Irak?

-Me pareció una locura colectiva en la que nos metieron a todos.La guerra está basada en una especie de farsa, es una gran mentira.Nos quieren convencer a todos como si fuera una gran verdad.Lo de la liberación de Irak es una mentira, cada vez hay más caos y más injusticia.

Rosalía lee la prensa a diario. Expansión, el diario económico, y también otros periódicos. «En ellos», dice, «está la mentira».Pero también «verdades camufladas que no se interesa que se conozcan».«En una organización como ésta, en la que tenemos que cubrir esos huecos que deja el Estado o la escuela, el periódico nos da el material para conocer qué podemos hacer y cómo conocer las demandas sociales».

La organización a la que se refiere es la fundación Pandeia.Constituida en 1986, el mismo año en que Rosalía rompió su matrimonio con Amancio Ortega, trabaja en varios ámbitos, desde la incorporación al mercado laboral de la mujer del campo gallego o la integración de los discapacitados a la organización de seminarios de lectura.Por su sede de la plaza de María Pita, en la Ciudad Vieja de A Coruña, no es extraño ver a biólogos, humanistas, escritores y conferenciantes.

El tiempo que le arranca a la Fundación se lo dedica a la lectura.La quinta mujer, del sueco Henning Mankell, y Señora de rojo sobre fondo gris, de Miguel Delibes, son dos de las últimas novelas que le han impresionado. Aunque suele preferir literatura femenina.«A pesar de que dicen que la buena literatura no es ni masculina ni femenina, creo que eso no es cierto. Me gustan más las escritoras.Coincido más con su pensamiento, con la emoción que transmiten y con la manera que tienen de describir una situación».


«VEO TELEBASURA»


También le gusta ver la televisión. «Si te digo la verdad, y no me importa nada que lo pongas, yo veo mucha telebasura», le confiesa sin pudor a Sánchez. «A mí me interesa mucho conocer cuáles son los intereses de muchos espectadores, incluida yo.Nuestras conversaciones privadas suelen girar en muchas ocasiones en torno a la telebasura y no es por casualidad. A lo mejor es porque no tenemos nada que decirnos». Tal vez sea la respuesta que cabe esperar de quien cayó fascinada en el psicoanálisis cuando los momentos más duros de la vida la condujeron a Freud y a Lacan.

«En realidad a mí me gustan los programas transgresores, aunque sean de entretenimiento», apostilla. «Me gusta, por ejemplo, La noche... con Fuentes y Cía. El presentador, Manel Fuentes, es un tío joven, un tío listo, un tío espabilado, que entra por la vía irónica, como si no dijera nada. Ésta es la realidad de España».

Escuchándola, leyendo sus respuestas no parece que desde que la revista Forbes la proclamara mujer más rica de España su vida haya cambiado demasiado. «Más en la forma que en el fondo. He tenido que hacer algunas concesiones, porque nadie puede ser tan arrogante de decir: yo no quiero hablar con la prensa nunca.Porque a mí me interesa decir algunas veces cosas sobre los proyectos en los que estamos. Pero lo que no quiero es verme comprometida, pillada o usada para fines que yo no deseo. La gente que está en mi entorno sabe que esa lista no ha cambiado nada. La primera fase fue de sorpresa, pero las cosas ya han vuelto a su cauce».

Un cauce que pasa por seguir trabajando aunque se sea milmillonario en euros. Vuelve la Rosalía analítica:

-¿Por qué motivo alguien que es inmensamente rico sigue trabajando? ¿Por vanidad, porque busca el prestigio social o porque en el fondo lo que quiere es ganar más dinero?

-No hay una respuesta única. Hay un poco de todo. Un poco de vanidad tampoco está mal, siempre que esté legitimada. Construirse una identidad a través del hacer, además de ser una responsabilidad social y cívica, ayuda a sentirse bien íntimamente. Lo que hace que un empresario continúe con su trabajo son los compromisos adquiridos y el propio concepto de creación; el empresario ama su creación y, al igual que ocurre en las familias, uno nunca deja de tutelar a los hijos.


El libro Dinero fresco. La nueva aristocracia económica que ha desplazado a las grandes familias, del periodista Carlos Sánchez (editorial Temas de Hoy), está a la venta desde el pasado viernes




OTRAS RICAS RIQUISIMAS

En las páginas de Dinero fresco el periodista Carlos Sánchez pone cara a los propietarios de las mayores fortunas de nuevo cuño en España. Varias son mujeres. Rosalía Mera es la primera entre ellas, pero en absoluto la única.

e Chon Gómez Monche. Nacida en Tánger en 1937, es la viuda de Alfredo González Díez uno de los hijos del ex patriarca de las bodegas González Byass, el marqués de Torresoto. Creció en el seno de una familia liberal y de espíritu emprendedor y llegó a ser presidenta del consejo de administración de González Byass.Además de su participación en las bodegas (que facturan 180 millones de euros al año), posee varias naves industriales que alquila a los grandes grupos logísticos y una empresa especializada en la molturación de soja, Simsa.

e Cristina Masaveu. Miembro destacada de la familia asturiana Masaveu, con intereses en la banca, la producción de cemento, los transportes, la sanidad y los viñedos. Sólo la participación de la familia en el Santander Central Hispano (el 0,25%) y en su banco satélite Bankinter (el 5,5%) suponen 88 millones de euros. Cristina vive alejada de toda publicidad entre sus casas de Ibiza, Marbella y Madrid.

e Sol Daurella. Desde los años 50, los Daurella y su empresa, la Compañía de Bebidas Gaseosas (Cobega S.A.) son los mayores distribuidores de Coca-Cola en España. La vicepresidenta y consejera delegada de la empresa es Sol Daurella, una mujer de la que se sabe muy poco. Cobega factura casi 800 millones de euros al año, controla la distribución de Coca-Cola en Cataluña, Aragón, Baleares y Canarias y participa en las empresas que la distribuyen en el País Vasco y Madrid. Además, hace llegar la Coca-Cola hasta Marruecos y 11 países africanos más.

e Helena Revoredo. Desde la muerte de su marido, Herberto Gut Beltrán, en mayo de 1997, controla la empresa de seguridad Prosegur.Posee el 51,5% de las acciones, lo que supone un patrimonio estimado de más de 385 millones de euros. Prosegur, que nació en 1976 con dos simples camiones blindados, es hoy la compañía de seguridad privada que más dinero factura en España: alrededor de 1,110 millones de euros anuales. Se trata de una mujer enigmática, a juicio de quienes la conocen y muy culta, que habla inglés, francés y alemán.

e Carmen Riu Güell. Consejera delegada de la cadena de hoteles Riu, la número 34 del mundo con 110 hoteles en 14 países. Ella y su hermano Luis tuvieron que hacerse cargo de la empresa familiar prematuramente, tras la inesperada muerte de su padre. La compañía no cotiza en Bolsa, pero una estimación conservadora de su valor no bajaría de los 400 millones de euros.




 
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