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 DIRECTORIO   Domingo 12 de octubre de 2003, número 417
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DRAMA / DE ASESINA A VÍCTIMA
Cheque en blanco por unas palabras
Hace tres años, suspiraba por ser entrevistada en directo para defender su inocencia. Hoy, Dolores Vázquez, pese a sus problemas económicos, rechaza ofertas millonarias y calla
ANA MARÍA ORTIZ
¿HAY CÁMARAS? Huyendo de los medios de comunicación, Dolores Vázquez se ha encerrado en su casa. Sólo sale los lunes, para presentarse en el juzgado de Fuengirola, y para tomar café en el Oasis, el restaurante enfrente de su chalé. Antes de ir, llama para asegurarse de que no hay periodistas en la costa: «Cariño, ¿hay cámaras?»/JESÚS DOMÍNGUEZ
   

Recién ingresada en la prisión de Alhaurín de la Torre, a finales de octubre de 2000, Dolores Vázquez se quejaba de que el juez no permitiese que las cámaras de televisión atravesaran los barrotes de la cárcel. Quería someterse a una entrevista en directo para defender su inocencia: «¿Quién escucha a Dolores Vázquez?, ¿estas paredes?, ¿estos muros?», protestaba en una carta dirigida al Diario Sur. «¡Dios mío! Esto es para escribir un libro, pero las especulaciones e interpretaciones de la policía son tan inverosímiles que pienso que no encontraría una editorial que le interesara», añadía.


Tres años después, reconvertida ahora en la víctima del caso Wanninkhof, a Dolores Vázquez le sobrarían editoriales para contar su historia. Lograr una entrevista con ella se ha convertido en objetivo prioritario de los medios de comunicación, pero Dolores ya no quiere cámaras ni grabadoras. Huye de los periodistas como de la peste. Desde que el 18 de septiembre el nombre de Alexander King se vinculara al crimen de Mijas, ha hecho de su chalé, de nombre El retiro, una segunda prisión. Un mal menor si se tiene en cuenta que pasado mañana, de no haber aparecido el británico, estaría sentada, por segunda vez, ante un jurado popular.

Dolores Vázquez, de 52 años, no descuelga el teléfono fijo por muy insistentemente que suene y hace oídos sordos si se toca el telefonillo de su casa en la cala de Mijas. Sólo sale los lunes, para hacer acto de presencia en los juzgados de Fuengirola tal y como le exige todavía la Justicia, y para tomar café, entre las 11 y las 12 de la mañana, al restaurante de enfrente, el Oasis. Antes de salir tiene la precaución de llamar al camarero: «Cariño, ¿hay cámaras?».

Los camareros del Oasis, fieles a Dolores, la avisan en cuanto huelen un periodista. Como el miércoles, el día antes del cuarto aniversario de la muerte de Rocío, cuando CRONICA se dejó caer por allí. «¿Ha venido ya Dolores a desayunar?». «No, y hoy no va a venir porque ahora mismo la voy a llamar para que no salga.No es por nada, pero es que se pone descompuesta si ve a periodistas.Olvídense, que no va a conceder ninguna entrevista».

El Oasis se ha convertido en un improvisado centro de comunicación.Fue aquí donde Dolores convocó su última rueda de prensa para desmentir cualquier relación con King. Hay días en que por el restaurante han pasado hasta 40 periodistas y sus camareros hablan con familiaridad de los nombres de los redactores que han hecho guardia junto al muro del chalé en busca de la exclusiva. «¿Te acuerdas de Raúl? Estuvo tres días sentado en una silla frente a la puerta y nada». Ni siquiera Jesús Quintero, el popular conductor de Los ratones coloraos, logró hablar con ella. Dolores huyó despavorida en cuanto lo vio. Sólo accedió a tomarse un café con Pedro Piqueras, pero éste también salió del Oasis con las manos vacías.

«Le han ofrecido una millonada», dicen en el restaurante. Con ella totalmente inaccesible, las ofertas por una entrevista se agolpan en la mesa de su abogado, Pedro Apalategui. En el entorno de Dolores se habla de muchos ceros. Desde los 50 millones (de pesetas) que estarían dispuestos a pagar, a medias, Salsa Rosa (de Telecinco) e Interviú hasta el cheque en blanco que le habría ofrecido María Teresa Campos por tenerla en el plató de Día a Día. Consultados por CRONICA, los dos programas y la revista han negado haber ofrecido dinero a Dolores Vázquez a cambio de su testimonio.

Pero lo cierto es que alguna cadena ha tirado de la chequera hasta para hacerse con un vídeo en el que aparece Dolores. A Manuel, propietario del Oasis hasta hace seis meses, han llegado a ofrecerle «algún millón» por la cinta de la boda de su hijo, celebrada el día después del asesinato de Rocío, en la que Dolores estuvo invitada.

«Nunca he hablado por dinero y ahora tampoco lo voy a hacer.No voy a entrar en el circo de ir plató por plató», ha dicho Dolores en la intimidad. Quienes tienen contacto cercano con ella cuentan que si se decidiera a dar la cara (siempre después de que la justicia la exima de toda culpa) lo haría, gratuitamente, para dos medios, uno escrito y una televisión, con los que considera que tiene una deuda moral por el enfoque que le han dado a su caso.

Lo único que haría a Dolores sucumbir ante la tentación sería su delicada situación económica. Siempre dedicada al sector turístico, recaló en la Costa del Sol en los 70, y fue, entre otras cosas, agente de viajes, responsable de una agencia y directora del Hotel Sultán, en Marbella. Tuvo que abandonar éste último para dedicarse a su madre, enferma de demencia senil, a la que cuida desde 1995. Hace años que no tiene ingresos. Los 30.000 euros de fianza que abonó para gozar de la libertad condicional fueron pagados por su hermana Elvira. Su situación económica es tan asfixiante que hasta ha tenido que dejar el psicólogo. Y eso que, según ella misma dijo, necesitó su ayuda hasta para poder salir a la calle.

A Dolores Vázquez le correspondería una indemnización de 30.000 euros por los 17 meses que pasó en prisión. Es el mínimo que establece la ley, aunque es de esperar que su abogado pida una cuantía superior por daños morales. Sea cual sea la cantidad final, tardará en llegar.

Si ha sobrevivido hasta ahora ha sido gracias a la ayuda de sus hermanas: Carmiña y Elvira. Ambas -la primera vive en Orense y la segunda en Inglaterra- lo dejaron todo en cuanto Dolores fue detenida y se trasladaron a Mijas. Ellas, junto al abogado Pedro Apalategui y a la Plataforma para la Libertad de Dolores Vázquez (un grupo formado por médicos, arquitectos y abogados que siempre ha creído en su inocencia) han sido sus principales soportes.

A Dolores no le faltan ahora ofertas de trabajo. Hace unos meses todos sus intentos por entrar en el mercado laboral fueron inútiles.Nadie la quería en nómina. También a través de su abogado (es inaccesible hasta para quienes quieren darle trabajo) ha recibido seis ofertas para ocupar puestos de alta dirección. Entre ellas, una del complejo Rural El Torcal en la vecina Antequera. Dicen que Dolores es consciente de que es muy difícil que consiga rehacer su vida en España. Su rostro es demasiado conocido y siempre, aunque medie la absolución, quedará vinculado al crimen de Mijas.Los más próximos la ven, en el futuro, buscando anonimato en Inglaterra, donde se formó como hostelera.

En su propio vecindario aún no le han dado el veredicto de inocente.Los de Mijas, los mismos que la zarandearon al grito de «asesina», se dividen entre quienes se suman al carro vencedor diciendo que ellos nunca pensaron que era culpable y quienes se resisten a creer que la Guardia Civil y el jurado metieron la pata. «Con la mano en el corazón», dicen frente a la puerta de su casa, «yo si se queda la cosa tal y como está, con que sólo ha sido King, no me quedo tranquilo».




 
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