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 DIRECTORIO   Domingo 2 de noviembre de 2003, número 420
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SEXO / LA ADOLESCENTE QUE ESCANDALIZA A ITALIA
¿Y si mi hija es como Melissa?
Sólo se conoce su nombre y un primer apellido. Es siciliana y por ser menor de edad su identidad está protegida por la ley.Aun así, la atrevida escritora adolescente se ha convertido en el fenómeno editorial de la temporada. Su diario íntimo, rebosante de perversidades sexuales, ha conmocionado a Italia. Sociólogos y educadores intentan tranquilizar a los padres que se preguntan si sus hijos pueden ser como la joven escritora
RUBÉN AMON / Roma
Aunque aún no ha llegado a España, el libro de la joven Melissa P. ya ha sido traducido en 15 países. / IBERPRESS
   

Y si mis hijos fueran como Melissa P.?». La pregunta se cobra terreno y terror a medida que las memorias brutales de una adolescente siciliana desbancan las listas de ventas en el mercado editorial italiano. Melissa P. ha conquistado 400.000 lectores a cuenta de un escabroso diario íntimo cuyas 143 páginas circulan entre los coetáneos como si fuera un extraordinario videojuego pirata o el último disco de Britney Spears.


La diferencia es que el libro de la escritora debutante representa una guía autobiográfica en el laberinto de las perversiones sexuales.Incluidas las vejaciones de grupo, las orgías al estilo Eyes wide shut, las experiencias masoquistas, el estupro inconsciente, el placer sádico, la experimentación caprichosa del lesbianismo, el voyeurismo y el travestismo.

«En mi paladar se han entremezclado hoy cinco gustos distintos, cinco sabores de cinco hombres. Cada sabor es una historia, una porción de mi vergüenza. Estando desnuda en medio de ellos he sentido la pertenencia a un mundo desconocido. Pero después, saliendo de aquella habitación, mi corazón se ha roto en pedazos y he sentido una vergüenza indecible».

El párrafo entrecomillado corresponde a una de las muchas experiencias autodestructivas que Melissa P. describe en el diario. Casi todas le sucedieron entre los 15 y los 16 años. Todas representan un ritual profanatorio del cuerpo con resultados frustrantes, deprimentes.Por ejemplo, cuando el inefable profesor particular la condujo a un festín de parejas veteranas y pudientes. O cuando un señorón casado pidió a Melissa que le sodomizara vestida igual que una valquiria de látex. «Lo estaba sometiendo y era feliz. Estaba afirmando mi persona, mi cuerpo, mi alma. La primera embestida se la pegué contra su presunción; la segunda, en nombre de su hija, que no sabe que tiene un padre así; la tercera, en nombre de su mujer, que duerme con él por las noches. Y la cuarta, en mi nombre. Por no haber entendido mi esencia, que es la belleza», escribe Melissa P. con fecha del 1 de marzo de 2002.

El memorial pornográfico se atiene a un eje narcisista, en ocasiones gélido, casi siempre revestido de tópicos literarios -«lo desconocido», «la poción secreta», «la caldera de pasiones»- y repleto de metáforas kitsch.

No importa la calidad. Importa que Melissa P. ha provocado un escándalo nacional y una profunda reflexión sociológica a cuenta de la promiscuidad y de los excesos que proliferan entre los quinceañeros normales.

«¿Y si mis hijos fueran como Melissa?" La pregunta inquieta a los padres de familia porque el librito en cuestión ha dejado de convertirse en un fenómeno marginal o en el delirio intransferible de una ninfómana precoz. Melissa podría haberse escapado de una película de Larry Clark o esconderse bajo el seudónimo de un autor de folletones pornográficos, pero es una adolescente de carne y hueso que ha descubierto el poder de la seducción sin miedo a exponerse a la cacería de los depredadores adultos. «Quería demostrar algo», explica al margen del diario la jovencísima escritora siciliana. «No sé qué. Quizá era un modo de satisfacer mi vanidad femenina. Quería que los hombres me encontraran guapa y que me lo hicieran sentir. Pensé que ofreciendo el sexo habría encontrado alguno que me entendiera o habría hallado el amor.Pero me he encontrado en un laberinto del que no sabía cómo salir», añade Melissa sinceramente.

Los padres no saben cómo comportarse con ella desde que la editorial Fazi publicó el diario el pasado mes de julio. Primero pensaban que era un mosaico de fantasías y un alegato adolescente sobre la pornografía. Después comprendieron que la criatura escribía en clave autobiográfica sin miedo a denunciar la ausencia del referente patriarcal en la vida cotidiana.

Y es que Melissa P., 17 años cumplidos, retrata entre aventura y aventura un ambiente familiar bastante estereotípico, convencional.La madre se resiste a envejecer, el padre permanece hipnotizado en el televisor y la hermana repite como una oveja las canciones de moda y los eslóganes escolares.

«Los padres son completamente indiferentes a los hijos», señalaba Melissa en una entrevista publicada en el semanario italiano Io donna. «No saben dónde estamos, qué cosas hacemos, qué cosas queremos».

Tampoco supieron que la criatura se dejaba violentar a manos de un treintañero, que el armario de su habitación contenía un muestrario enciclopédico de lencería, o que mantenía relaciones compulsivas gracias al recurso tecnológico del chat en las abundantes noches de insomnio.

«Cuando estoy en casa me conecto a Internet. Busco, exploro...Todo aquello que me excita y que me hace daño al mismo tiempo.Busco la aniquilación que nace de la humillación. Busco la aniquilación.Busco los individuos más bizarros, aquellos que me tratan como una puta. Aquellos que quieren descargar rabia, esperma, angustia, miedo. No soy distinta de ellos», escribe Melissa P. en la página del 24 de enero de 2002.

La doble vida no le impide mantener un buen expediente escolar ni prodigarse en las clases voluntarias de teatro. Era estudiante de día y penitente sexual de noche. Penitente porque la promiscuidad de Melissa no respondía a la multiplicación del hedonismo y a la abundancia de los placeres, sino a la búsqueda de un hombre dispuesta a amarla.

Mañana del 3 de diciembre de 2001: «He entrado en el baño, me he mirado al espejo y no he visto la imagen de quien se gustaba a sí misma hace algunos años. He visto mis ojos tristes, convertidos aún en más patéticos por los restos del lápiz negro que descendían por las mejillas. He visto una boca que ha perdido su frescura después de haber sido violentada. Me siento invadida, sucia, violentada. Después me he cepillado los dientes cien veces, como dice mi madre que hacían las princesas».

Cento colpi di spazzola prima de andare a dormire. El título tiene una difícil traducción al español -«Cien cepilladas de dientes antes de ir a la cama»- y un premeditado valor simbólico.Entre otros motivos porque Melissa P. convertía la higiene bucal en la excusa de un ritual catártico para eliminar compulsivamente las comunes experiencias autodestructivas.

En realidad, Melissa P. ha conseguido desintoxicarse gracias al libro de memorias. El diario público era un modo de exorcizar las experiencias, de reciclarlas en una novela terapéutica cuya aparición en el mercado nacional le ayudaría a releerlas como si le fueran completamente ajenas.

El problema es que las principales editoriales italianas rechazaron el manuscrito o nunca la respondieron. Al menos hasta que la editorial Fazi puso a disposición de la mujercita la posibilidad de desahogarse.

«¿Y si nuestros hijos fueran como Melissa P?». La pregunta, otra vez, ha multiplicado el trabajo de los educadores y de los sociólogos.Entre ellos, el Massimo Ammaniti, bastante convencido de que el epígono siciliano de Lolita representa un ejemplo inusual, extremo y extraordinario. «El universo de los adolescentes no está dominado generalmente por los excesos. Digamos que el 20% afronta el universo del sexo de un modo bastante tumultuoso.Hay chicos y chicas que se refugian en la idea abstracta del amor, mientras que otros incurren en la promiscuidad con el riesgo de banalizar las relaciones sexuales. El exceso de las relaciones es una estratagema para huir de aquello que más se teme: la intimidad», explica Massimo Ammaniti en directa relación al fenómeno Melissa.

La primera edición del libro -10.000 ejemplares- se agotó en unos días, mientras que las siguientes precipitaron una moda inmediata entre los adolescentes italianos. Muchos de ellos, aún hoy, aprovechan el correo electrónico de la editorial para solidarizarse con Melissa y agradecerle el valor que ha tenido durante el proceso de la confesión.

En unos casos, porque muchas coetáneas dicen haber experimentado sensaciones similares. En otros, porque los lectores adolescentes, menos curtidos en el camastro, comparten la sensación de soledad, la indiferencia de los padres o la imposibilidad de encontrar un amor sincero. «He pasado muchos años convencida de que era una enferma», puede leerse en uno de los correos electrónicos remitidos a melissap@fazzieditori.it. «Sentía una profunda vergüenza de mí misma. Después de haber leído este libro he comprendido qué era aquello que buscaba en todas esas experiencias sexuales que me laceraban por dentro, física y psicológicamente. Admiro a Melissa porque ha dado la voz a tantísimas chicas que como ella sufren a merced de los hombres sin escrúpulos y sobre todo porque nos ha dado esa dignidad que todos nos han negado hasta ahora. Ya no tengo miedo de mirarme al espejo», añade una ferviente admiradora

Melissa P. conserva el anonimato amparándose en la ley que tutela a los menores de edad. Es más, los periódicos italianos publicaron sus primeras fotografías con los ojos cubiertos para evitar que pudieran demonizarla antes que haber cruzado el umbral de la mayoría de edad.

Será entonces cuando la muchacha siciliana podrá marcharse de casa -siempre lo ha querido- e intentar sobrevivir como escritora en la inercia de un diario que presenta todos los síntomas de un fenómeno mundial. De momento, se ha traducido en 15 países (España aún espera turno), va a editarse en otros 12 y tiene pendiente convertirse en el guión de una película encomendada a las manos de un gran director italiano.

Aún se desconoce el nombre del cineasta, entre otros motivos porque la política de la editorial Fazi ha echado raíces en la discreción y el silencio. Es el modo de proteger la joya de la corona. La manera de añadir una pátina de misterio y de incertidumbre al poder adolescente. De hecho, la aparición del libro produjo bastante escepticismo en el mundo editorial y mediático. Muchos pensaron que Melissa P. era la tapadera de un adulto o el resultado de una estrategia comercial en clave oportunista. Al menos, hasta que la escritora siciliana se avino a comparecer en algunos programas de televisión y a dejarse fotografiar. Incluida una sesión en el estudio de Oliviero Toscani, autor de las campañas incendiarias de Benetton e intérprete visual de la adolescente más famosa de Italia.

Así es Melissa P. Ojos de color avellana, pelo lacio sobre la espalda, rostro de porcelana sin apenas maquillaje, andares coquetos.Le gusta la ópera, el teatro y escribir desde que tenía cuatro años. No le gusta la sociedad que le rodea ni la mezquindad de sus coetáneos. El resto corresponde a la imaginación de quien quiera desnudarla con los ojos o de quien prefiera compadecerla.




 
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