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 DIRECTORIO   Domingo 8 de febrero de 2004, número 434
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HISTORIA / 30 AÑOS DE SU EXPULSION DE LA URSS
Solzhenitsin sigue en el siglo XX
«Yo soy un hombre del siglo XX y en él me quedaré». Delimitado su territorio por una cerca que mantiene a raya a los fisgones, su elegante «dacha» en las afuera de Moscú se ha convertido en el nuevo Gulag privado del premio Nobel Alexander Isaevich Solzhenitsin. Reivindica su posición en la Historia con la lucidez que le dan sus 85 años y el haber sobrevivido a una guerra mundial, la dictadura estalinista, varios años en un campo de concentración y un destierro de 20 años
DANIEL UTRILLA. Moscú
REGRESO A CASA. Esta imagen está fechada el 2 de septiembre de 1994, cuando Alexander Solzhenitsin conversa con una anciana del pueblo de Miltsevo, junto a la ventana de lo que fuera su antigua casa.
   

Las enormes tabletas en zigzag del viejo parqué todavía murmuran bajo los pies del visitante en el estrecho pasillo del apartamento 169, en el patio del número 12 de la calle Tversakaya, la Gran Vía de Moscú. Un 11 de febrero de hace 30 años, este mismo suelo de madera chirrió bajo las botas mojadas por la nieve de ocho agentes del KGB, la temible policía secreta de la URSS. Fue la última vez que Alexander Isaevich Solzhenitsin abrió la puerta de su apartamento moscovita, donde vivía con su esposa y sus cuatro hijos todavía pequeños.


El apóstol del anticomunismo, el disidente que acababa de levantar el Telón de Acero a los ojos de Occidente con la publicación en París de Archipiélago Gulag, era esposado en el austero recibidor de su piso. Tras pasar dos días en prisión, Alexander Solzhenitsin fue conducido en avión hasta Frankfurt. Tenía 55 años.

A escasos metros de su apartamento moscovita, la mole cuadrada de hormigón que alberga la agencia Itar-Tass emitía una lacónica nota oficial: «Por decreto del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, A. I. Solzhenitsin ha sido desposeído de la ciudadanía de la URSS por realizar actividades incompatibles con la condición de ciudadano de la URSS y en detrimento de la URSS, y ha sido expulsado de la Unión Soviética a 13 de febrero de 1974».

Con la misma virulencia con la que en 1945 le arrancaron los galones de capitán en el frente del Báltico, a pocos metros de las posiciones alemanas, las autoridades soviéticas despojaron a Solzhenitsin de la nacionalidad soviética en 1974. Si el primer arresto se debió al puñado de cartas críticas con Stalin que intercambió en el frente con su amigo de la escuela, en 1974 Moscú tuvo un auténtico as en la manga para justificar su expulsión del país.


REPRESION SOVIÉTICA


La publicación en Occidente de Archipiélago Gulag, cuyo manuscrito Solzhenitsin ocultó bajo tierra durante años, fue considerado un acto de traición por Moscú. Aldabonazo en la conciencia de la izquierda europea, el libro destapó el demoledor engranaje represivo del imperio soviético que el autor padeció durante 10 años en sus carnes.

Tras pasar dos décadas en el exilio, la mayor parte en Vermont (EEUU), Solzhenitsin regresó a Rusia por la puerta de atrás en 1994: aterrizó en Vladivostok (extremo oriente ruso) a bordo de un avión de línea regular de Alaska, recorrió su país de cabo a rabo y, pese al alborozo inicial de la ciudadanía, el Nobel se cansó de predicar en el desierto su ideas prerrevolucionarias.

«Cuando regresó a Rusia la alcaldía de Moscú le devolvió su apartamento, pero él no quiso vivir aquí y decidió crear la fundación benéfica que ayuda a 4.000 víctimas de la represión con los beneficios de las ediciones de Archipiélago Gulag en todo el mundo», explica a CRONICA Nadezhda Levitskaya, vieja amiga y colaboradora de Solzhenitsin que vela por los archivos de la Fundación.

En frente del viejo apartamento soviético, se abre hoy el Nigth Flight, el club de alterne más famoso de la capital. A su lado, escaparates de joyerías, restaurantes de lujo, pizzerías y discotecas aceleran el corazón del Moscú nocturno con su frenético pálpito de neón. Fiel a su espíritu huraño, acentuado por una profunda religiosidad, Solzhenitsin prefirió apartarse a un lado de la estridente capital pos comunista y se atrincheró en Troitse-Líkovo, en el puro extrarradio de Moscú.

Delimitado su territorio por una cerca que mantiene a raya a los fisgones, su elegante dacha de ladrillo de tres plantas, se ha convertido en el nuevo Gulag privado de Solzhenitsin. Confinado en el estudio del último piso, iluminado por un enorme ventanal, Solzhenitsin prepara sus estudios de escritores rusos, que publica en insignes revistas literarias.


TRADICIONAL


«Yo soy un hombre del siglo XX y en él me quedaré», asegura a su esposa en claro desafío a la informática. Tras desperezarse, el Nobel ruso bebe una taza de café antes de volcarse con denuedo en la escritura hasta las dos o las tres de la tarde. Fiel a las tradiciones rusas, Solzhenitsin se traga una copita de vodka antes de almorzar, como hacen todos los expertos catadores rusos para ahuecar el estómago.

Después de comer, el eterno disidente se enfrasca en la lectura de historia o literatura rusa sin cesar nunca de tomar notas.En la sobremesa escucha a Chaikovski, Bethoveen, Mozart o Chopin, su música favorita, asegura Natalia Svetlova, esposa, portavoz y brazo derecho del octogenario, con quien formalizó su larga e inseparable relación con una boda religiosa en abril de 1973.

Durante su condena en el campo de trabajos forzados de Ekivastuz (Kazajistán), los médicos le dieron a Solzhenitsin tres semanas de vida por un cáncer que se replegó milagrosamente. Aquejado de problemas de columna, sufre desde hace años una angina de pecho y recientemente ha sido hospitalizado. En los últimos tiempos, la única vez que el Nobel ruso asomó la cabeza fue a finales del pasado año, cuando recibió en su dacha al canal estatal Rossía con motivo de su 85 aniversario.

Sentado en un banco de madera junto a su perro labrador, su figura quijotesca ataviada con un sencillo jubón azul era la viva imagen de la austeridad. La doble cascada de pelo que baña sus sienes conserva la espesura de antaño. Sin embargo, sus facciones han retrocedido entre las espesas matas que enmarcan su enorme cráneo, lúcido y despejado. Todo mente. Todo alma rusa. Más que anticomunista, Solzhenitsin viene a ser un símbolo del precomunismo. Su aspecto de campesino zarista y su misticismo religioso que le acercan al último León Tolstói le convirtieron en un icono para los nuevos políticos ultra nacionalistas de los que intenta desmarcarse.

«Hay que diferenciar entre los patriotas y los ultranacionalistas beligerantes que quieren Estados potencias Yo nunca fui partidario de esta ideología; de que un Estado domine a otros como ahora hace Estados Unidos», explica a la cámara con dicción cansina pero punzante cuando se trata de arremeter contra sus detractores.«Durante años dijeron que el nacionalismo ruso de Solzhenitsin era más peligroso que el comunismo. Que yo era un nuevo Jomeini, que cuánta sangre iba a derramar », explica con una sonrisa temblorosa en los labios.

Guardián de unos valores tradicionales que ningún ruso con vida es capaz hoy de recordar (él mismo nació después de la Revolución de 1917), Solzhenitsin proclamó en 1994 ante los bostezos de los diputados de la Duma la validez de los zemstvos (consejos de autogestión rural promovidos por Alejandro II) y defendió con igual fortuna la pena de muerte tras la ola de atentados en Moscú de 1999.


ANTISEMITA


Para colmo, su último libro, un ensayo sobre los judíos en Rusia titulada Doscientos años juntos ha desatado la ira de parte de la comunidad judía que lo acusa de antisemita. Según el autor, los hebreos coparon las bases del poder soviético porque, escribe, «Lenin se encargó que los varones judíos inteligentes y medianamente inteligentes ocuparan los cargos públicos vacantes».

Cruzado de la fe ortodoxa aprehendida en la niñez, Solzhenitsin inculcó la religión a sus cuatro hijos (uno de los cuales murió durante el exilio en Vermont). De igual modo que el último Trotski exiliado en México le agradecía cada mañana a Stalin que le permitiera seguir con vida un día más, Solzhenitsin contempla cada nuevo día de vida como un regalo de Dios, explica su mujer.

«El artista que cree en Dios, o por lo menos tiene conciencia de que hay en el mundo una fuerza superior, se comporta como un ayudante de Dios», asegura Solzhenitsin, que descree de los escritores ateos, pues son orgullosos y se ven a sí mismos como «creadores del universo».

Solzhenitsin tacha de «sistema no democrático» a la Rusia actual, un país donde prima «la arbitrariedad de los funcionarios», dice.El Nobel sigue criticando la sumisión del pueblo ruso, que encajó sin rechistar el yugo estalinista y ahora no es capaz de exigir un gesto de redención a las autoridades.

«Confesar los pecados es un rasgo ruso. Pero también lo es el arrepentimiento. Yo pensaba que tras el bolchevismo alguno de los opresores iba a arrepentirse. Pero ni siquiera he escuchado voces aisladas. Como si nada hubiera pasado, todos se apuntaron a la nueva era. Unos tiraron su carné del partido, y otros lo ocultaron ».




TOLSTOI, EL OTRO ANACORETA

Solzhenitsin y Tolstói, alumno y maestro, separados por un siglo y una revolución, pero ungidos los dos por el yugo de sus respectivas obsesiones morales. Tolstói también, como el autor del Archipiélago Gulag, acabó sus días recluido, buscando la forma de conciliar su acomodada posición económica con unos principios éticos que auguraban, desde un punto de vista creyente, las ansias revolucionarias e igualitarias que eclosionaron en 1917. Ediciones El Acantilado acaba de editar sus diarios en dos volúmenes. Aquí algunos destellos de su pesamiento extraídos de la obra.


AMOR

- He aquí al verdadero mago: el amor. Basta con amar para que lo que uno ama se vuelva hermoso

- La fuerza divina que mueve la vida es el amor. No iluminada por la razón, esta fuerza es el amor por uno mismo; iluminada, orientada por la razón, es el amor por los seres, los hombres, la verdad, el bien, Dios.

MUERTE

- Que me entierren donde muera, en el cementerio más barato si es en la ciudad, y en el féretro más barato, como se entierra a los pobres.

- Después de la muerte en importancia, y antes de la muerte en tiempo, no existe nada más importante, más irreversible, que el matrimonio. Y con el matrimonio pasa lo mismo que con la muerte: sólo es buena cuando es inevitable: toda muerte deliberada es mala. Sólo cuando el matrimonio es irresistible no es un mal

- Pensé en la muerte: en lo extraño que resulta que uno no tenga ganas de morir aunque nada lo retenga, y me acordé de los prisioneros que llegan a acostumbrarse tanto a sus celdas que no tienen ganas e incluso tienen miedo de dejarlas a cambio de la libertad.

ARTE

- En la obra de arte, lo principal es el alma del autor. De ahí que, dentro de las obras mediocres, las femeninas sean mejores, más interesantes. La mujer de vez en cuando explota y deja salir lo más recóndito de su alma, y está bien, eso es lo que se necesita, porque así uno ve lo que verdaderamente ama.

- El arte, al volverse cada vez más exclusivo, satisface a un círculo de gente cada vez más reducido; al volverse cada vez más egoísta, ha alcanzado la locura, ya que la locura no es más que un egoísmo llevado al último grado.

PODER

- Lo más importante es ese demonio que sigue pegado a mí. ¡Ah!, este lujo, esta riqueza, esta ausencia de preocupación por la vida material, como una tierra abonada en exceso.

- La fe en las autoridades hace que los errores de las autoridades sean tomados como modelo.

- Para el llamamiento: describir la situación de los obreros, de los sirvientes, de los soldados, de los agricultores comparándola con la de los ricos y señalar que todo proviene del engaño. El primer engaño es el de la tierra; el segundo engaño, el de los impuestos y las aduanas; el tercero, el engaño del patriotismo, de la defensa; y finalmente, el cuarto engaño, el engaño (religioso) del sentido de la vida, que es de dos índoles: a) el de la iglesia y b) el ateísmo.

- Los socialistas jamás abolirán la miseria ni la injusticia ni la desigualdad de capacidades. El más inteligente, el más fuerte, siempre se aprovechará del más tonto y del más débil.La equidad y la igualdad de bienes no se pueden obtener con nada que sea menos que el cristianismo, es decir, mediante la renuncia a uno mismo y el reconocimiento del sentido de la propia vida en el servicio a los otros.

- Recibí una carta donde se me reprochaba mi riqueza y se me acusaba de hipocresía y de oprimir a los campesinos y, para mi vergüenza, me dolió.

FELICIDAD Y LOCURA

- ¿Qué significa blago [«la felicidad» o «el bienes-concepto»]? (Sólo en ruso conozco una palabra que expresa ese concepto.) Blago es aquello que es verdaderamente bueno, lo que es bueno para todos, le bien véritable, le bien de tous, what is good for everybody.

- Sólo con el trabajo agrícola de todos puede existir una vida razonable, moral. La agricultura muestra lo más y lo menos necesario.Es la guía para una vida razonable. Hay que tocar la tierra.

RELIGION

- Cuando a un niño se le inculca que debe creer que Dios es un hombre, que Dios es uno en tres, en una palabra, que 2 x 2 = 5, se le estropea de por vida el instrumento que tiene para el conocimiento: se destruye la fe en la razón. Y esto es justamente lo que se hace con todos los niños. Es terrible.

- Lo único que pido es no pecar. Y que no haya maldad en mí.En este momento no la hay.


 
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