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 DIRECTORIO   Domingo 21 de marzo de 2004, número 440
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VISITA / EL PUEBLO DEL PRINCIPE CARLOS
Bienvenidos a «Charlieville»
ASI LLAMAN a Poundbury, el pueblo de 800 habitantes donde Carlos de Inglaterra ha impuesto su modelo de vida: medicina alternativa, ecología, espiritualismo... Para divulgar su trabajo, el heredero británico ha fichado al ex jefe de prensa del Manchester
ANA ROMERO. Poundbury (Dorchester)
PENSADO POR EL PRINCIPE. Poundbury comenzó a planificarse en 1988. El pueblo ocupa unas 200 hectáreas en el ducado de Cornualles, establecido en 1337 para proporcionar un modo de vida al heredero británico. JORDI ADRIA
   

A dos horas y media en tren desde la estación londinense de Waterloo, Poundbury aparece como un lugar de otro mundo. Al llegar, una fría y nublada mañana de marzo, uno tiene la impresión de estar de vuelta en la comunidad amish de Pennsylvania. «Aquí vemos en arquitectura, en sociología y en economía, todo lo que nos dicen que no podemos hacer», explica el arquitecto luxemburgués Leon Krier, de 58 años, un hombre corpulento con una simpática mata de pelo blanco y un marcado acento continental que hoy ha venido de Francia para pasar el día en las oficinas del Ducado de Cornualles. «Es la visión que tiene el príncipe Carlos de cómo ha de ser la sociedad británica, la sociedad en general.Cuando me vine a trabajar con él, mi antiguo jefe, Richard Sterling, me advirtió de que el orejas largas era un imbécil, un excéntrico.Llevo 20 años trabajando con él y todavía no le he visto las orejas».


Poundbury, que cumple 10 años, es un pueblo de arquitectura tradicional donde el príncipe Carlos ha impuesto su modelo de vida sostenible.Su ideario (medicina alternativa, ecología, arquitectura tradicional, espiritualismo) rechazado hace 20 años como excéntrico, empieza a encontrar su lugar en la sociedad. Poundbury tiene unas 400 casas y el doble de habitantes. Carlos de Inglaterra es el dueño del terreno y promotor de unas viviendas, de 100 metros cuadrados, vendidas por 250.000 libras (más de 350.000 euros), cuando el precio medio de una vivienda de esas dimensiones en Inglaterra es de 180.000 libras . El idílico Poundbury -donde viven 200 niños, una cuarta parte de la población- tiene guardería, bautizada como Sunny Days, días soleados, colegio y clínica.

Dentro de dos años se prevé que otras 400 viviendas hayan sido terminadas. «Usted se siente descolocada aquí porque los materiales son nuevos y el aspecto antiguo», explica Krier, a quien el príncipe Carlos llegó a través de un buscador de talentos en los años 80. Entonces, el heredero de la Corona comenzó a hablar públicamente de sus ideas, y los británicos pensaban que era un poco raro.

Dos fechas en especial son clave para entender la leyenda del príncipe de Gales. En 1982 hizo un discurso ante la Asociación Médica Británica y abogó por que la profesión tomara más en serio la medicina alternativa. No hay que pensar mucho para imaginar las caras de los presentes. En 1984, ante el Instituto de Arquitectos Británicos, fue peor: comparó los rascacielos con «muñones de cristal» y dijo que la propuesta de ampliación de la Galería Nacional de Londres era como «un grano monstruoso en la cara de un amigo muy querido y muy elegante».

Establecida ya la fama de excéntrico, vinieron los años 90 y con ellos, su sonado divorcio, la trágica muerte de la princesa y el escándalo de su noviazgo con la divorciada Camilla Parker-Bowles.Desde entonces, los tabloides no le dan un respiro. Diana, desde la ultratumba y a través de libros y vídeos, continúa haciendo declaraciones. El príncipe tiene que defenderse hasta de las acusaciones de haber querido matarla. Hay una investigación en curso. Esta década será, con mucha probabilidad, la del comienzo de su reinado. Isabel II tiene 77 años. Así, el futuro Carlos III ha iniciado una campaña para convencer a sus compatriotas de que será un rey digno.

En el Palacio de St. James s en Londres nos recibe Patrick Harverson, el hombre recién fichado para orquestar el lanzamiento mediático de Carlos, el rey. «Se trata del primer príncipe de Gales moderno de la Historia. Es el primero que tiene que enfrentarse a unos medios tecnológicamente muy avanzados que lo someten a un escrutinio personal sin parangón», explica Paddy Harverson, ex director de Comunicación del Manchester United y nuevo jefe de prensa de Carlos.

Ex periodista del Financial Times durante 15 años, su cometido ahora es vender la marca de una institución con 700 años de Historia.También se ocupa de los dos hijos del heredero, los príncipes William y Harry. Lleva sólo cuatro semanas en el cargo, pero ve paralelismos entre el famoso club de fútbol y el príncipe de Gales: «Ambos son instituciones nacionales con un alto perfil y una increíble atención mediática».

El 21º príncipe de Gales es también el primero que fue al colegio y la Universidad, y que sirvió en el Ejército. A los 27 años abandonó la vida militar y fundó The Prince s Trust, una multinacional que produce unos beneficios de 46 millones de libras (unos 69 millones de euros) al año. Detrás de la oficina de Harverson está Clarence House, la residencia oficial del príncipe desde la muerte de su abuela, la Reina Madre, en 2002. Es un edificio del siglo XIX donde viven el príncipe y Camilla Parker-Bowles.

Desde aquí dirige Carlos una red de más de 300 ONG s para las que sólo el año pasado consiguió reunir 70 millones de libras (más de 100 millones de euros). «Históricamente, los príncipes de Gales se dedicaban a la buena vida, a las mujeres, hasta que les tocaba reinar», continúa Harverson, de 41 años, un hombre muy alto, con la cabeza casi rapada y una veta roja en la piel y en el escaso pelo que hace honor a su ascendencia irlandesa.Pero Carlos, dice, ha encontrado una profesión: la de empresario caritativo (charitable entrepreneur).

Mientras conversamos dentro del famoso palacio del reloj de la calle St. James s, tomamos una taza de té y hablamos de Eduardo VII, el hijo mayor de la reina Victoria, quien durante sus años como príncipe de Gales tuvo una célebre vida licenciosa. Las galletas de limón que acompañan al té son de una empresa del príncipe, Duchy Organics, especializada en productos orgánicos.

El ducado de Cornualles, una institución establecida en 1337 para proporcionar un modo de vida al príncipe heredero, está en el origen de Poundbury. A los 21 años, Carlos heredó el ducado y sus 75.000 hectáreas diseminadas por varios condados al suroeste del país. En aproximadamente 200 hectáreas, en un extremo de Dorchester, comenzó el arquitecto Krier a planificar Poundbury en 1988. Señala el arquitecto, gran fan de la urbanización Las Lomas, de Marbella: «Lo que hemos querido hacer aquí es demostrar que se puede mantener la estética de Fuenterrabía y no los destrozos modernos que se han realizado en la costa española».

En Poundbury, el taxista que nos lleva desde la pequeña estación de Dorchester es el señor Harris, futuro alcalde del lugar, según nos desvela en mundial exclusiva durante los cinco minutos que dura el trayecto. El señor Harris es uno de sus 800 habitantes.«Es un sitio muy tranquilo, muy amigable», explica el representante de un gremio que ha bautizado la creación del príncipe como Charlieville.Hasta aquí vienen delegaciones de todo el mundo, desde Ohio hasta Shangai.

Todo tiene un cierto aire irreal. No hay dos casas iguales. Destaca una de color rosa con minaretes de castillo y ventanas góticas.A su lado vive Mike West, presidente de la comunidad de vecinos.«Siempre me interesó la visión del príncipe», cuenta West, de 65 años, un ex ejecutivo que vino aquí hace dos años para retirarse.«Poundbury intenta volver al estilo de vida agradable y vecinal que existía antes».


INSPIRADO EN SIENA


En este pueblo, inspirado en el centro de Siena, las calles son estrechas y serpenteantes, de modo que los coches no puedan ir a gran velocidad. Los aparcamientos están detrás de las casas, formando patios. Así, el coche no es el rey de la calle. Las oficinas y las viviendas están mezcladas, al igual que las casas en propiedad y las alquiladas. En una revista local, el príncipe de Gales explica el porqué: «Lo importante, desde mi punto de vista, es no dividir a la gente. A partir de la II Guerra Mundial, muchas viviendas de protección oficial han segregado a la gente según sus ingresos y su estatus social. Esto nunca ocurría en el pasado, cuando la mayoría de las comunidades estaban mezcladas».Poundbury cuenta con varias tiendas y oficinas. Sus habitantes trabajan en el pueblo o muy cerca en los alrededores y entre sus vecinos tienen un headhunter, o cazatalentos.

La casa del presidente de la comunidad de vecinos es muy diferente a las típicas viviendas inglesas de posguerra. Aquí entra la luz por unas cristaleras pegadas al salón. Son de doble cristal para ahorrar energía. No está lejos de la plaza principal, donde se impone el pub, que se llama Poet Laureate en honor al poeta Ted Hughes, el fallecido amigo del príncipe. Como Carlos viene aquí dos veces al año, tras el mostrador hay una botella de su whisky favorito. Las distancias son cortas, ideal para pasear si no fuera por el hiriente frío que viene del mar.

Andrew Hamilton, director general del proyecto, lleva 13 años trabajando con Carlos al frente del ducado. Es otro de los hombres que rodean al príncipe en su objetivo de «devolver a Bretaña el adjetivo Gran». Dice Hamilton: «El gran problema de Carlos es que siempre ha ido por delante de su tiempo. Ahora ya parece que la sociedad va a su mismo ritmo. Nadie en su sano juicio intentaría burlarse ahora de la agricultura orgánica o de las técnicas orientales de relajación».

«In deepest sympathy. Charles. March16th, 2004» («Con la mayor solidaridad. Carlos»). Éstas son las palabras escritas por el príncipe de Gales en el libro de pésame del salón Goya de la embajada de España en Londres. «Los acontecimientos del 11-M vienen a demostrarnos la importancia que tiene hoy en día la existencia de una institución estable, fuera de la política.Vivimos tiempos inciertos. Afortunadamente, los españoles tienen esa institución y los británicos también. Para que perduren, sin embargo, es fundamental que ambas instituciones avancen con los tiempos».


500 COMPROMISOS


Prácticamente cada semana, los escasos periódicos británicos que tratan a Carlos con un poco de respeto informan de algunos de sus 500 compromisos anuales. A través de esta cobertura, Harverson está empezando a rehabilitarlo. La semana pasada ganó por goleada.Consiguió colocar tiernas imágenes del príncipe Harry, cuya fama de playboy empieza a destilarse en los tabloides, plantando un árbol con un huérfano en Lesotho. El joven príncipe está pasando en Africa el gap year, el año que los estudiantes suelen vivir en el extranjero antes de iniciar su carrera universitaria.

Para entender cómo se convierte el príncipe Carlos en abanderado de una u otra causa, véase el ejemplo del pasado miércoles, cuando visitó un barco de la marina. Durante la visita, hizo unos comentarios en defensa de los hombres divorciados, a los que la ley británica trata injustamente respecto a las mujeres cuando de los hijos se trata. El asunto está calando mucho en la sociedad. «Su forma de trabajar es, en primer lugar, identificando una necesidad social. Después establece una organización caritativa y luego se dedica a conseguir dinero para ella», explica Harverson, quien define el papel del príncipe en cuatro campos: ayuda de la reina; ONG; altavoz de causas, como el medio ambiente o padres divorciados, apoyo a Gran Bretaña como embajador del país.

¿Los rumores sobre su futuro? En St. James s califican de absurdo lo que a veces repite la prensa española. El príncipe puede casarse con Camilla Parker-Bowles porque al no haber Constitución en el Reino Unido, no existe ningún documento en el que se establezca la prohibición para que el jefe del Estado se case con una divorciada.Necesita dos permisos: el de la reina y el del arzobispo de Canterbury, Rowam Williams. En palacio recuerdan que Williams, un hombre que da muestras de ser moderno, no es previsible que pusiera pegas.

El príncipe Carlos tenía cuatro años cuando su madre empezó a reinar. Desde entonces, no ha conocido otra cosa que la espera para ser rey. Concluye Harverson: «En los libros de Historia veremos que Carlos fue un magnífico soberano».




 
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