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 DIRECTORIO   Domingo 16 de mayo de 2004, número 448
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LA OTRA CRÓNICA
Un día con Letizia en palacio
MADRUGA, desayuna copiosamente mientras lee la prensa, estudia inglés a marchas forzadas, come con los Reyes, ultima todos los detalles de la boda con su prometido y sale de vez en cuando al cine con los amigos. Así vive Doña Letizia sus últimos días de soltera en el Palacio de la Zarzuela
CARMEN DUERTO
Letizia desayuna entre periódicos y telediarios, estudia inglés y responde las cartas que recibe por correo. / ILUSTRACION: LPO
   

Desde que se hizo público el compromiso entre Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, el 1 de noviembre de 2003, la prometida del príncipe vive en el Palacio de la Zarzuela invitada por los Reyes.Tan sólo volvió a su casa para recoger sus cosas y despedirse simbólicamente de su antigua vida. En el número 40 de la Avenida de los Almendros del barrio madrileño de Valdebernardo, Letizia dejaba su pasado, su profesión, sus recuerdos, una casa recién amueblada y 31 años a su aire.


El día tras los gruesos muros del antiguo palacete de caza del Rey Felipe IV amanece para Letizia sobre las ocho de la mañana, (a veces antes). Salta rápido del somier, se pone la bata y lo primero que hace mientras desayuna copiosamente (aunque no lo parezca) es leer la prensa, nacional e internacional, escucha la radio e incluso ve las noticias de la televisión (BBC, CNN, y los canales españoles que a esa hora emiten información). Ahora pone especial interés en las cadenas que emiten en inglés, porque sus conocimientos de ese idioma deben ser reforzados hasta alcanzar casi el bilingüismo que dominan su prometido y toda su nueva familia política. La Reina tiene por costumbre hablar con sus hijos en ese idioma.

A Letizia le sirven el desayuno en la salita anexa al dormitorio que ocupa en el ala derecha de la residencia privada de los Reyes.Prefiere lo salado a lo dulce. Con unas tostadas empapadas de aceite de oliva y varias lonchas de jamón por encima es feliz.Y aunque le gusta el café con leche, prefiere las infusiones.Su favorita es el poleo y si puede terminar con una ensalada de frutas o un buen zumo natural de naranja, mucho mejor. La fruta le encanta.

Se asea y con la cara lavada, sólo un poco de colorete en las mejillas y brillo de labios, se dispone a empezar una jornada normal. Ahora que debería comenzar el buen tiempo está cambiando de colonia, deja Allure de Chanel para usar Té verde de Bulgari, aunque también le encanta Cool Water de Davidoff. Suele escoger, para estar por Palacio, un atuendo sencillo y cómodo, prefiere los colores pasteles y el azul, y su pelo recogido en una coleta.

Lo primero que hace es recibir en su salita al profesor nativo de inglés. Uno de los docentes más prestigiosos del país, que ya ha preparado varias generaciones de diplomáticos españoles.Con él perfecciona su vocabulario y pronunciación. Suelen practicar dos o tres veces a la semana, aunque el profesor siempre le pone montañas de deberes que ella cumple a rajatabla.


AMBIENTE FAMILIAR


Esa salita, que no tiene chimenea y disfruta de vistas a la piscina y a los jardines del interior, es acogedora. Está pintada en tonos ocres, tiene una mesa, un ordenador, varias estanterías y una televisión. Lo primero que hizo Letizia fue trasladar sus libros, cartas, fotos y discos para crear un ambiente que le resultase familiar.

Al no ser un miembro de la Familia Real, sino una invitada en Palacio, no ha tenido agenda oficial ni personal asignado a su servicio. Una de las tareas que más tiempo le ocupará será contestar el correo. Ahora utiliza unos tarjetones alargados en color blanco con su nombre y dos apellidos grabados en relieve para contestar por carta. Cuando sea la Princesa de Asturias lo hará con su título y el escudo real.

De momento, al no contar con deberes oficiales, Letizia disfruta de libertad total para salir y entrar. El supuesto secuestro en palacio lo rompía cada dos por tres, para reunirse con amigos o ir al cine. Sólo disminuyó sus salidas después del 11-M, por motivos de seguridad.

Las mañanas y las tardes se las pasan, tanto Felipe como Letizia, constantemente en reuniones. Han querido estar pendientes de todos los preparativos de su boda. Por ejemplo, cuando Letizia estuvo en televisión despidiéndose de sus antiguos compañeros, ya explicó que le gustaría estar informada de todo el operativo que desplegaría TVE para la retransmisión de su boda al mundo.También han decidido todos los pormenores sobre invitaciones, recorrido por Madrid, hasta si la vajilla sería la azul de Santa Clara (que es la elegida) o la verde, cuál es el obsequio a los invitados, si regalan puros de la marca El Rey del Mundo variedad Grande de España, que es lo que fuma don Juan Carlos.

No hay un día igual que otro en la vida de Letizia en Palacio, pero en lo básico se ha reducido a ir conociendo los pormenores de la función que desarrollará como esposa del Heredero de la Corona, ha refrescado también todos sus conocimientos de historia, ha preguntado todas sus dudas sobre protocolo, seguridad, comunicaciones o comportamientos. Las dudas o bien se las resuelve el Príncipe o el responsable de cada servicio.

UNIDOS

El Príncipe y Leticia han pasado mucho tiempo juntos todos estos meses. Muchas veces han almorzado con los Reyes. La comida se suele servir a las dos de la tarde y la cena sobre las nueve y media. La encargada de escoger el menú siempre es la Reina.Lo decide el mismo día por la mañana o el día anterior. Como buena anfitriona, doña Sofía, ha tenido en cuenta que a Letizia no le hace gracia el cordero (es el único plato que no prueba; sin embargo le gusta mucho cualquier tipo de pescado, de verdura o de carne) y la Reina sabe que Letizia se apunta encantada a los platos de cuchara como su futuro suegro, que adora las lentejas.

Menos la princesa Irene, que es vegetariana, los demás degustan pescados y verduras sin problemas. Ni Letizia ni Felipe fuman y siempre que las obligaciones lo permiten, se unen a un ratito de tertulia. No es raro que se cuenten el último chiste que circula sobre ellos. El príncipe fue el primero en preguntarle a Letizia: «¿Sabes de qué equipo soy aficionado? Del a leti».

Si, entre las diferentes reuniones y los preparativos de actos oficiales, le queda tiempo, se escapa al taller de algún diseñador para probarse trajes. Lo mismo que hacía cuando trabajaba en TVE y debía ajustarse las chaquetas que usaba en imagen. Siempre que puede intenta nadar, que le viene muy bien para relajarse.Y no porque esté obsesionada con la figura ni con la comida.La talla treinta y tantos le viene de genética familiar. Ver una película en el cine o en casa, o leer un buen libro o artículo, junto a su prometido tras la cena, puede ser un fin de velada magnífico. Dentro de una semana, las cosas cambiarán...




 
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