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 DIRECTORIO   Domingo 30 de mayo de 2004, número 450
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ECOS DE LA BODA
Froilán "el rebelde"
ES UN NIÑO lleno de vida, expresivo, sano, divertido y lleno de arañazos. Así definen al hijo de la Infanta Elena quienes conocen al artífice de la patada más famosa de los últimos años
MARIA EUGENIA YAGÜE
No se sabe de dónde le vendrá la violencia. Lo del patinete, está claro, es herencia paterna. / EFE / ENFOQUE
   

Los lectores de la edición digital de EL MUNDO han elegido, por votación popular, a Felipe de Marichalar y Borbón, Froilán, como su personaje favorito en la boda real. La patada del niño a su prima Victoria López Quesada y Borbón en la catedral de La Almudena, figura en la encuesta como el momento cumbre de la boda, aunque una lectora pesimista, que se las daba de sicóloga, enviaba una carta al director, pronosticando un futuro violento para el Froilán adulto.


Es probable que la firmante no tenga hijos, o que carezca de amigas que le cuenten sus experiencias como madres. Estos días hemos escuchado a severas mamás, partidarias de una educación conservadora y severa, que por más que les hayan inculcado a sus hijos las más estrictas normas de educación y comportamiento, algunos - y algunas- de ellos, les largan patadas a sus hermanos y rompen los rosales del jardín, como si su padre fuera Terminator en lugar de un impecable banquero del Opus Dei.

Los que conocen a Froilán hablan de un niño lleno de vida, expresivo, sano, divertido, lleno de arañazos. Su juguete favorito es un coche de bomberos, recuerdo de los que vio por Manhattan cuando vivió unos meses en Nueva York.

Como su hermana Victoria, estudia en la guardería Micos, donde la infanta Elena da clases de inglés de nueve a cinco de la tarde, pero al cumplir seis años el 17 de julio, el curso que viene irá a otro colegio.

Lleva ropa de Zara o de Gap, en casa no le dejan ver la televisión, sólo algunos vídeos de vez en cuando. Sabe leer, escribe su nombre, habla inglés y adora a su perro Gaspar, un precioso labrador negro.

Acompaña a su madre a los concursos hípicos y empieza a montar, pero le gusta más revolcarse por la hierba con los otros niños.Su abuela comentaba una vez en Mallorca que era «trasto», pero dócil y obediente, muy noblote. En su colegio dicen que es tierno, afectuoso, aunque poco besucón, pero sus padres no le pasan ni una, sobre todo la Infanta.

Para Froilán y los otros pajes, los ensayos en La Almudena fueron bastante divertidos, aunque la Reina Doña Sofía les echó algunas broncas cuando hacían trastadas. Un día Froilán se llevó su patinete, para desesperación de la niñera que les cuidaba, y luego se subió a un muro medianamente alto. Bajarlo fue complicado y al escolta que lo intentó debieron entrarle sudores fríos. El niño intentó también arrancar el plástico que protegía la alfombra roja, una hazaña cortada en seco por su abuela la Reina.

La boda fue otro cantar. Aquel día gris y sombrío, levantaron a los niños a las siete de la mañana. Les vistieron con aquellos trajes de paje blancos y amarillos, de inspiración goyesca, firmados por Lorenzo Caprile, bonitos para la foto pero menos divertidos que los disfraces de Batman y Supermán que se ponen para «luchar contra el enemigo».

Cuando los niños llegaron a la catedral llovía a cántaros, el día era plomizo y tristón. Froilán saltó el primero del monovolumen y hurgó en una jardinera a ver lo que había debajo de la planta.Después colocaron a los pajes en unos cojines con orden de no moverse en hora y media, y sin rechistar.

Si para la mayoría de los invitados la ceremonia fue larga y tediosa, aquellos niños de dos a siete años lo llevaron peor, intentado imaginar seguramente que vivían una escena de Harry Potter, con Rouco Varela vestido con sus solemnes aditamentos, pero no hubo manera. Cuentan que la prima Borbón Dos Sicilias, aburrida también, le estuvo metiendo caña a Froilán para matar el tiempo. Y el niño se levantó y respondió con la patada, luego animó al resto a la rebelión. El motín fue cortado en seco. Una lástima. Igual la boda habría tenido así más calor y emociones.




 
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