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 DIRECTORIO   Domingo 4 de julio de 2004, número 455
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«SIR ALFRED» / EN EL AEROPUERTO DESDE 1988
El iraní que inspiró a Tom Hanks
ASUNCION SERENA (París)

«La Terminal». Steven Spielberg ha llevado a las pantallas la historia de Viktor Navorski, interpretado por Tom Hanks, un hombre procedente de la Europa del Este, de viaje en EEUU, y que se ve forzado a vivir en un aeropuerto internacional porque su pasaporte no tiene valor tras el derrumbe de fronteras de su país en guerra.


Esta historia, narrada en The Terminal (se estrenará en España en septiembre) y que tiene tintes surrealistas, es, tristemente, un caso real. Es la vida de Merhan Karimi Nasseri, conocido como Sir Alfred, un hombre que desde hace 16 años vive en el aeropuerto parisino de Charles de Gaulle. Nadie se ha interesado por él, y él no busca a nadie. Día y noche, Sir Alfred vive en el subsuelo de la Terminal 1, ignorado por los cientos de miles de personas que al año circulan por el aeropuerto. Pero él les devuelve con la misma moneda, aunque sin ningún sentimiento de revancha: «La gente que pasa por el aeropuerto no me interesa», responde suavemente.Él prefiere sumergirse en sus múltiples lecturas y en la redacción de sus memorias.

Sir Alfred recuerda con exatitud el día que llegó al aeropuerto.«Fue el 8 de agosto de 1988, iba a Londres, pero me rechazaron la entrada porque no tenía pasaporte». Desde entonces vive en el subsuelo del aeropuerto, con sus cajas, maletas y libros.El tiempo no le ha hecho perder un ápice de coquetería. Va pulcramente afeitado y con su buen bigote recortado. Cuando llega el momento de hacerse unas fotos, saca con toda naturalidad un espejito y un peine blanco.

Tiene un cierto aire aristocrático que no ha pasado desapercibido para Sylvaine do Sacramento y Karima, que trabajan en la farmacia del aeropuerto. «Es una compañía muy agradable, se nota que procede de una buena familia. Se ha ganado la simpatía de todas las autoridades del aeropuerto y le dejan vivir aquí», asegura Sylvaine. También se ha ganado el aprecio de la farmacéutica, que le permite utilizar su teléfono cuando lo necesita, y el del personal de la librería, que le surte de lectura variada.

Alfred cuenta que es de origen iraní, que llegó a Bradford University, en Yorkshire, para estudiar «Historia, Geografía y las lenguas yugoslavas», pero a la hora de hablar de su familia no recuerda nada. Dice que no tiene a nadie.

Se levanta temprano y se asea en los servicios del aeropuerto antes de que lleguen los primeros viajeros. Después se instala en su banco rojo, a contemplar el paso del tiempo o a encontrar otro mundo en las historias que le cuentan los libros. Desde hace unas semanas está algo incómodo porque ha tenido que abandonar su banco habitual. «Están en obras en mi zona», lamenta. Para él, que ni siquiera conoce la Terminal 2 del aeropuerto, el simple hecho de desplazarse unos bancos más allá ha supuesto un pequeño desbarajuste en su metódica existencia.

«Su historia es incomprensible», afirma Philippe Bargain, jefe del servicio médico del aeropuerto y su galeno particular, «tiene sus papeles en regla, medios económicos, pero no quiere irse porque sólo existe a través del aeropuerto».

Merhan Karimi Nasseri es un apátrida de origen iraní. Cuando llegó al aeropuerto en 1988 pasó cuatro meses en prisión por no tener documentación, pero una vez en libertad pasó 10 años sin poder ir a ningún sitio porque no tenía papeles. En julio de 1999 le concedieron el estatus de refugiado político en Bélgica, pero nunca ha querido salir del recinto circular de cemento de la Terminal 1 que se ha convertido en una especie de microcosmos para él. En la oficina de Correos, le guardan todas sus cartas.Si alguien quiere escribirle basta que ponga «Alfred, Niveau Boutiques, Terminal 1, 95711 Aeroport Charles de Gaulle». Le encanta recibir correo y lo guarda religiosamente. De entre sus papeles saca una carta procedente de Suiza. «Es de una periodista que me hizo una entrevista», comenta Alfred. «Pero no me ha mandado el artículo», añade con cierto aire contrariado.

También tiene abierta una cartilla con sus ahorros, incluidos los 300.000 dólares que, según afirma, le ha pagado la productora de Spielberg. Ahora lo que más le gustaría es que le invitaran al estreno de The Terminal, «aunque no sé si podré ir», afirma algo inquieto, «porque no tengo a nadie que me guarde todas mis cosas y no me fío de que alguien me las quiera robar». Si no, le encantaría recibir una video cassette de la película, ya se encargaría él de verla en algún sitio.

Aunque Sir Alfred dice que ahora tiene un sueño: ir a EEUU o Canadá. «Espero que me lo solucionen los de la compañía cinematográfica».Por si acaso, se lo está arreglando su abogado (que también tiene), Christian Bourget, que a su vez le gestiona que se cuente su historia en un libro. Sir Alfred está convencido de que en América encontrará un mundo mejor. Dice que en Europa «siempre hay problemas de inmigración». Y que en América, incluso, podría hacer cine.«Una película es una forma de crear. Se pueden hacer maravillas».

El ya ha creado su mundo interior y su familia aeropuertaria.Aunque su médico se queje de que es «un individuo sin importancia colectiva» porque ningún grupo se interesa por él, «ni los sin papeles, ni los sin techos...». Pero el hecho es que ha conseguido interesar a todos los individuos de la tribu del aeropuerto, a los que ha ayudado, sin proponérselo, a mostrar lo mejor de sí mismos.


CLAVES


«SIR ALFRED», DE PARIS A HOLLYWOOD

Merham Karimi, iraní, vive desde 1988 en un aeropuerto de París / Su extraña historia ha inspirado a Spielberg «The Terminal», protagonizada por Tom Hanks / El iraní, tras llegar sin pasaporte a Francia, pasó cuatro meses en prisión y 10 años sin poder ir a ningún sitio / Ahora tiene estatus de refugiado político en Bélgica, pero sigue en el aeropuerto




 
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