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 DIRECTORIO   Domingo 25 de julio de 2004, número 458
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DICTADURA / OBJETIVO: DERRIBAR A OBIANG
El golpe chapuza de Fuenlabrada
CRONICA cuenta en exclusiva el vuelo hacia ninguna parte del líder de la oposición de Guinea Ecuatorial, Severo Moto, exiliado en la localidad madrileña, el día en que un grupo de mercenarios se disponía a entrar en el país para acabar con el régimen de Obiang, en un país hoy muy cotizado por su petróleo
JUAN C. DE LA CAL

A mediodía todo estaba dispuesto para partir. El avión -un bimotor con matrícula sudafricana ZSNBJ- aguardaba en posición de despegue en la cabecera de la pista Berriel del Real Aeroclub de Gran Canaria. Dos pilotos, altos y rubios, de origen sudafricano, miraban inquietos el reloj del panel de mandos. En la cabina de pasajeros, cuatro hombres de raza negra hacían lo propio, consumidos por los nervios, en sus relojes de pulsera.


Se supone que nadie debería saber que estaban allí. Si todo iba bien, ese día -el pasado 7 de marzo- muchas cosas iban a cambiar en un pequeño país de la costa atlántica africana: Guinea Ecuatorial.Si todo iba bien, al anochecer el mundo tendría un dictador menos (Teodoro Obiang N guema) y, si todo iba bien, el medio millón de habitantes del país recuperaría su ansiada libertad, tras varias décadas de despiadada represión, de la mano de uno de los ocupantes de ese avión: Severo Moto, vecino de la localidad madrileña de Fuenlabrada, fundador, líder y presidente del gobierno ecuatoguineano en el exilio. Pero aquel día nada fue bien para los libertadores africanos.

Pocas horas antes, otro avión -un viejo Boeing 727 reconvertido en un C-22B de carga- aterrizaba en la pista para vuelos militares del aeropuerto internacional de Harare (Zimbabue) con las luces exteriores y las de la cabina apagadas. Intrigados, los funcionarios del aeropuerto le preguntan al piloto quién viaja en el avión.Éste responde que sólo los siete miembros de la tripulación.


MERCENARIOS


Desconfiados, los agentes revisan el interior y se encuentran con algo que quizá ya buscaban: un pequeño ejército de 64 mercenarios de varias nacionalidades, pertenecientes a la empresa británica de seguridad Logo Logistics, uniformados y listos para entrar en combate, armados hasta los dientes y con las caras tiznadas de negro, contiene la respiración en las bodegas del aparato.Esta vez, el piloto dice que iban con destino a proteger una mina de diamantes de El Congo. Pero ya nadie le cree. La primera y principal parte del golpe de Estado para acabar con el régimen del sátrapa guineano ha sido abortada.

Los pasajeros del bimotor que espera en Gran Canaria todavía no saben la noticia. El avión no puede despegar. Resulta que ese día las pistas del Aeroclub han sido alquiladas por la Federación Canaria de Motocross para celebrar una prueba de resistencia sobre motos y, oficialmente, las instalaciones están cerradas al tráfico aéreo. Su objetivo es acercarse lo más posible a Guinea Ecuatorial para entrar inmediatamente en el país una vez que el presidente haya sido capturado o muerto por los mercenarios.Bamako, la capital de Malí, a una hora de avión de Malabo, es la mejor alternativa. Eso si consiguen salir de allí...

Los pilotos bajan de nuevo del avión dispuestos a todo. Hablan con el organizador de la prueba. No le pueden decir que un golpe de estado en plena regla depende de esta inocente competición deportiva. Lo intentan por el método clásico del soborno: uno de ellos saca un sobre con 6.000 euros y se lo ofrece si detiene las pruebas y les deja despegar. El organizador alucina. Les dice que es imposible. Al final llegan a un acuerdo gratuito: cuando la competición termine el bimotor podrá despegar a pesar de la prohibición.

Este hecho no se produce hasta las 17 horas. El avión vuela bajo, casi a ras de las olas, para sortear así los radares españoles.La torre de control del aeropuerto de Bamako acepta su petición de emergencia realizada por el teléfono móvil del piloto de aterrizar para repostar. Severo y sus acompañantes aprovechan para estirar las piernas y desaguar. Una hora después el teléfono portátil del opositor guineano recibe la ansiada llamada. Pero no son las noticias que espera. Le informan de lo sucedido en Harare.La operación está abortada. Hay que regresar...

Esta vez, el bimotor vuela a su altitud normal y ya de noche pide permiso para aterrizar en el aeropuerto canario de Gando.Obviamente, y por la improvisación de lo sucedido, lo hace sin plan de vuelo. El responsable de la torre de control informa de lo sucedido a las autoridades policiales del aeropuerto. Cuando aparece un avión de estas condiciones por sorpresa sólo puede deberse a dos razones: una emergencia o un caso de tráfico de cualquier cosa: armas, drogas o personas. Pero el caso parece distinto. Los pasajeros aseguran que vienen de «dar un paseo».Hay combustible en el depósito. A alguno de los agentes le suena el nombre de Moto. El incidente se salda con un expediente y tripulación y pasajeros quedan en libertad. Según el plan de vuelo de Aena, al que ha tenido acceso CRONICA, el bimotor regresó el día 13 a Bamako.

Con los 64 mercenarios a buen recaudo en una cárcel de las afueras de Harare, un ya informado Teodoro Obiang da órdenes de detener a la última célula participante de esta intentona para acabar con su régimen. En 24 horas detienen a 18 mercenarios más que, al mando de un sudafricano llamado Nick DuToit, estaban encargados de facilitar el apoyo interno a los que debían de haber llegado.

Dicen que el presidente guineano estaba casi feliz: había conseguido desmantelar un nuevo golpe de Estado contra él -y van media docena en este siglo- y, sobre todo, tenía indicios suficientes para acusar del mismo a su acérrimo enemigo, a una de las pocas personas a las que no ha podido silenciar en estos años: el valiente e infatigable Severo Moto, el hombre que puso Fuenlabrada en el mapa de los horrores del dictador.

Obiang llevaba varios días preocupado. Sus oficiales de la marina le habían informado que dos barcos militares españoles, la fragata Canarias -uno de los juguetes favoritos de nuestra Armada- y el buque de aprovisionamiento Patiño, se habían «dejado ver» sin mucho disimulo en los últimos días cerca del límite de las aguas territoriales ecuatoguineanas. Y, curiosamente, ese mismo día recibieron orden de regresar a su base en el puerto de Rota.

Era todo lo que Obiang necesitaba para acusar, como lo hizo públicamente al día siguiente, a los servicios secretos españoles, británicos y americanos de estar detrás de esta operación. Y lo volvió a repetir el pasado miércoles tras su entrevista en París con el presidente francés, Jacques Chirac, al anunciar que iba a pedir a Madrid la extradición de Severo Moto. A este respecto, el ejecutivo de Malabo también ha anunciado que llamará a consultas a su embajador en España, José Elá, en protesta por la negativa de nuestro país a retirar el estatus de refugiado político del que goza Moto.


¿GOLPISTA?


Por su parte, el opositor guineano siguió fiel a su guión y negó a CRONICA, desde su domicilio de Fuenlabrada, cualquier relación con los hechos narrados. «En mi vida he tratado con mercenarios.Además, según Obiang, resulta que esos días estaba a la vez en Gabón y en Sudáfrica. Y ahora vosotros me decís que en Malí.¡Pues sí que tengo capacidad de la ubicuidad!», ironiza Moto que, sin embargo, sí reconoció en su día haber participado directamente en la intentona golpista contra el dictador ecuatoguineano, tramada en Angola en 1997.

«Por un perro que maté ya se creen que estoy haciéndolo todos los días. Que quede claro que, por mi pueblo, haría todo lo que haga falta. Incluso creo que países como Estados Unidos, que se está beneficiando mucho con el petróleo de mí país, debería hacer algo parecido a lo de Irak para quitar a ese tirano del poder. Pero nuestro pueblo es pacífico y me gustaría que la transición fuese tranquila, sin mas alteraciones. Tengo miedo a la violencia», añade.

Según Moto, el auténtico cerebro del frustrado golpe no es otro que Armengol Ono N guema, hermano de Obiang, al que parece enfrentado desde hace tiempo. Todo el mundo sabe que el dictador está enfermo -padece un cáncer de próstata metastasizado-, que cíclicamente le lleva a las mejores clínicas de Estados Unidos y Francia para recibir carísimos tratamientos. Incluso esta misma semana sufrió un amago de desmayo durante su estancia en Francia.

Y para su sucesión pretende colocar a su hijo Teodorín, de 34 años, cuya personalidad es fiel reflejo del clásico cachorro bon vivant que actúa en función de lo que siempre ha visto hacer a su padre. De Teodorín dicen que es cruel, caprichoso, sanguinario, corrupto y muy peligroso. Y, además, está abiertamente enfrentado al entorno de su progenitor, entre ellos su tío Armengol, que no le acepta como sucesor. Según los documentos aportados por Moto, el hermano de Obiang es socio del mencionado líder de los mercenarios detenidos en Malabo, Nick DuToit, en una empresa de exportación guineana.


CONFESION


Sin embargo, el propio DuToit, confesó a los pocos días de su detención, y ante las cámaras de televisión, que el golpe había sido inspirado por Severo Moto y que estaba financiado por el empresario libanés, nacido en Nigeria y afincado en Londres, Ely Calil.

Oficialmente, Calil es un trader del sector energético (petróleo y gas) africano. Es decir, alguien que negocia en los mercados del oro negro y precioso intermediario en los países en los que es difícil penetrar. Es asesor en esta materia de varios presidentes del continente -Nigeria, Angola, Congo-Brazaville, Senegal y Chad- y en los mercados internacionales es conocido por trabajar con los excedentes de petróleo mundial no controlados (o sea, con la diferencia entre el petróleo que los países productores declaran oficialmente y el que realmente obtienen). Hace dos años fue detenido en el Hotel Bristol de París por un turbio asunto de comisiones fraudulentas en Venezuela. Pagó 76.000 euros de fianza para salir en libertad.

No es extraño encontrarse un nombre así en esta trama. No hay que olvidar que, desde que en 1996 la petrolera Mobil descubriera una gran bolsa de oro negro en las aguas del Golfo, Guinea Ecuatorial se ha convertido, tras Nigeria, en el segundo productor africano de petróleo con más de 300.000 barriles diarios. En estos años, los ingresos acumulados superan los 3.000 millones de dólares -el 86% del PIB del país-, mucho dinero si tenemos en cuenta los contratos leoninos que las empresas petroleras, mayoritariamente norteamericanas, firmaron con el gobierno de Obiang y al que sólo dejan el 5% del beneficio neto. España, a través de Repsol, también goza de un permiso de prospección petrolífera gracias a poco claros acuerdos de cooperación de pasados gobiernos.

Precisamente, la semana pasada, el senador demócrata estadounidense, Carl Levin, autorizó la filtración de una investigación sobre la actuación del Banco Riggs -una de las instituciones emblemáticas de Washington- en la gestión de las cuentas secretas de Teodoro Obiang, su esposa, su hijo y otros destacados miembros de su gobierno. Según este informe, el dictador y su familia desviaron a sus cuentas particulares, en los últimos ocho años, 700 millones de dólares, o lo que es lo mismo, más de la mitad del PIB de Guinea.

Severo Moto reconoció a CRONICA su amistad con Calil «porque yo soy amigo de todo el que me quiera ayudar. Y él lo hace económicamente», asegura. Según ha podido saber este suplemento, ambos se conocieron hace tres años en Madrid por mediación de un miembro de la familia Garrigues y desde entonces han mantenido una fluida relación.Moto viajó hace unas semanas a Londres para entrevistarse con él y preparar la defensa a la demanda que Henry Page, uno de los abogados de Obiang en Londres, ha interpuesto contra él por varios millones de libras por su implicación en el golpe.

Hace unos meses Moto y Calil fueron vistos cenando juntos, con sus respectivas esposas, en el hotel Intercontinental de Madrid acompañando a un tercer invitado: Simon Mann, un antiguo miembro de las fuerzas especiales británicas, formado en el prestigioso colegio Eton -el de la realeza británica-, hijo de un importante empresario de la industria cervecera de aquel país y millonario tras participar en oscuras operaciones de tráfico de armas y diamantes en Sierra Leona. La coincidencia no tendría ninguna relevancia si no fuese porque Simon Mann viajaba en el avión interceptado en Harare y es considerado como el jefe de los mercenarios detenidos. Además, en su confesión pública, Nick DuToit -el jefe de los mercenarios detenidos en Malabo- aseguró que Calil había pagado cinco millones de dólares a Mann para organizar el golpe.


TORTURAS


Mientras se va desgranando la trama, la situación de los mercenarios golpistas en las cárceles es terrible. Uno de ellos, encerrado en la prisión de Chikurubi, próxima a Harare, la describe así en una desesperada carta a su abogado: «Estamos 25 hombres en una celda estrecha sin camas. Tenemos que dormir por turnos porque no cabemos. Muchos son presos comunes enfermos de sida, tuberculosis, herpes y otras enfermedades infecciosas. No pueden controlar sus intestinos y nadamos literalmente en su mierda. ¡Por favor sáquenos de aquí!».

La situación en la ya tristemente famosa cárcel de Black Beach, en Malabo, tampoco es mejor. En un reciente informe, Amnistía Internacional denunció las torturas a las que están siendo sometidos los 18 detenidos en Guinea -algo habitual en el régimen de Obiang-, las cuales ya han provocado la muerte de uno de ellos: el alemán Gerhard Eugen Nershz, que fue trasladado al hospital con los pies y las manos destrozados. Según el gobierno ecuatoguineano murió de «malaria cerebral».


Pies de fotos tituladas

VIAJES CRUZADOS. A la izquierda, recorrido del avión interceptado en Harare con 64 mercenarios a bordo. A la derecha, la ruta seguida por Severo Moto desde que salió de Fuenlabrada hasta su regreso a Canarias.

MERCENARIOS ENCARCELADOS. Imagen de los 64 mercenarios en la prisión de Chikuribi, en Zimbabue, donde están en condiciones infrahumanas en espera de un juicio que les puede costar la pena de muerte.

SOLDADO DE FORTUNA. En el centro, con barba y gafas, Simon Mann, jefe de los mercenarios detenidos en Harare, y antiguo miembro de las fuerzas especiales británicas. Fue educado en el mismo colegio que el Príncipe de Gales y le acusan de cobrar cinco millones de dólares por organizar el golpe contra Obiang.




 
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