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 DIRECTORIO   Domingo 3 de ocutubre de 2004, número 468
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AMENAZA/CONTRA EL ASESINO DE LENNON
Mark David Chapman
¡Si sale hay que matarlo!
FERRAN VILADEVALL. Los Angeles

Ya han pasado 24 años, pero el crimen sigue fresco en la memoria de varias generaciones. Era la noche del 8 de diciembre de 1980 cuando Mark David Chapman, un joven sociópata con problemas de autoestima, disparaba varios tiros del calibre 38 tumbando uno de los iconos del siglo XX. John Lennon, que contaba 40 años de edad, caía boca abajo en el mismo portal del edificio donde vivía. «Me sentía como si no valiera nada», dijo el asesino durante una de sus sesiones con agentes del departamento de prisiones.«Pensé que si le disparaba, me convertiría en alguien importante».Quizás por eso, Chapman, de 25 años entonces, nunca intentó huir.Fue capturado y sentenciado a un mínimo de 20 años entre rejas.


Ya han pasado esas dos décadas. Y esta semana Chapman, que por motivos de seguridad vive aislado del resto de reclusos en una celda separada de la cárcel de Attica, en el estado de Nueva York, se enfrentará por tercera vez en cuatro años al comité que debe otorgarle o denegarle la libertad condicional. Es sólo una reunión. Un trámite. Luego tendrá que venir el veredicto.Se le ha negado ya en dos ocasiones. Pero sólo pensar que se pueda convertir en un hombre libre hace hervir la sangre de muchos.Desde que se anunció esta nueva reunión del comité, las amenazas -en ocasiones protegidas por el anonimato que facilita Internet-, no han dejado de producirse.

Ya en 2000 y 2002 no se quiso dejar en libertad a Chapman a pesar de reconocer que su comportamiento en prisión era «aceptable» -incluso dedica su tiempo a ayudar a otros reclusos en sus cruzadas legales-. No se pudo constatar, dijeron, que su integración en la sociedad fuera posible. Pero quizás temieran por su vida.

Y no les faltaba razón. Chapman sigue siendo un hombre marcado.Ahora lo más suave que se ha promovido en su contra ha sido la colecta de firmas para influir en la decisión del comité.

«Si le liberan, seguro que le pasa algo», escribe en un foro sobre el asunto un residente de Nueva York. «Esto es Nueva York, aquí ocurren accidentes». Otro define al asesino como «un gasto de oxígeno y de médula ósea» y sugiere al comité que le deje «pudrirse en la cárcel y en los ardientes fosos del infierno» si no le dan «la muerte que merece». Un tal Kelsey de Seattle, Washington asegura en una de estas páginas web que si no se queda en la cárcel, «yo mismo lo mataré». Y de igual forma se expresa un finlandés admirador de Lennon que, según el periódico The Guardian, afirmaba en otra web que Chapman debería ser ejecutado, o de lo contrario, «gustosamente me ocuparía yo».

«Chapman sabe que hay gente que le quiere ver muerto», dice el periodista Jack Jones, autor de una biografía del asesino titulada Let Me Take You Down. «Recibe amenazas de muerte casi cada día».Según Jones, si llega el día de su libertad, Chapman intentará seguir una vida normal y piensa dedicarse a hablar en público sobre su crimen para prevenir que alguien siga sus pasos. «Pienso que busca ser un mártir». Vista la cantidad de amenazas recibidas, no lo tendrá difícil. Los reos que aterrizan de nuevo en la sociedad dependen del comité de libertad condicional del Estado y el portavoz de la policía de Nueva York ha asegurado que la seguridad y el bienestar de Chapman «no tienen nada que ver con nosotros».

Otra cuestión es la seguridad de Yoko Ono y familia. La que fuera mujer del legendario músico advirtió en 2000, coincidiendo con el primer intento de poner a Chapman en libertad, del peligro al que se expone su familia si éste sale de la cárcel. «No es verdad», se defendió Chapman en su interrogatorio hace un par de años. «No haría daño a la señora Ono ni a sus hijos. Ya no tengo eso en mí».

Su argumento de hombre reciclado ha sido constante en los últimos años. Reconoce que esa noche de diciembre fue víctima de una inestabilidad mental que duró unos ocho años y que ya ha superado.Pero pocos le creen. Especialmente por su pasado. Chapman creció influenciado por su madre que le inculcó la idea de que era un ser especial. Fantaseó con ser Dios, creció con las canciones de los Beatles y descubrió las drogas a los 14 años. Más tarde se convirtió al cristianismo. Se casó con la que hoy es su mujer, una agente de viajes japonesa llamada Gloria, pero recayó en sus obsesiones y empezó a ver en Lennon un traidor del idealismo, además de reprobar su postura sobre la religión.

Pero todo eso fue hace más de 20 años. Sólo, parece que opinan algunos, hace más de 20 años.




 
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