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 DIRECTORIO   Domingo, 31 de octubre de 2004, número 472
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La decadencia de la viuda del Rey Sol
Danielle Mitterrand
LA DECADENCIA DE LA VIUDA DEL REY SOL
ASUNCION SERENA. París
Tras la muerte de su marido, Danielle Mitterrand, de 80 años, se volcó en las causas humanitarias y en criticar la globalización.
   

Un marido seductor y amante del misterio, una hija secreta, un hijo perseguido por la justicia y ahora, quizás, la ruina. A sus 80 años de edad, Danielle Mitterrand, no encuentra la paz que se anhela a estas alturas de la vida. Esta semana ha vendido sus muebles. Según la casa de subastas que ha organizado la venta, Artcurial-Briest-Poulain-Le Fur, la mujer del antiguo presidente de la República francesa quería desprenderse de estas piezas «porque deseaba cambiar su mobiliario». Según otros, necesita dinero para hacer frente a los numerosos gastos que genera el proceso en el que está inmerso su hijo mayor, Jean-Christophe, procesado por tráfico de influencia, encubrimiento de abuso de bienes sociales y complicidad en comercio ilícito de armas, y bajo la sospecha de fraude fiscal.


Los 62.800 euros recaudados no cubrirán ni de lejos los 750.000 euros de fianza impuestos a su primogénito para poder abandonar la prisión de la Santé en las Navidades de 2000, y que fueron aportados por los amigos más fieles de la familia. Además, los diez mil euros que recibe Danielle en concepto de pensión de viuda de senador, de diputado, de ministro y de presidente de la República, le habrán permitido acumular algunos ahorros.

Lo cierto es que ha decidido desprenderse de los muebles que durante decenas de años han formado parte del paisaje familiar: como el sillón en el que François Mitterrand se sentaba para leer, las sillas del comedor o unos taburetes del diseñador danés Poul Kjaerholm, que ya no volverán al apartamento parisino.

Danielle, que ha levantado su voz para defender la causa de los kurdos y de los movimientos anti-globalización y que no ha ocultado sus simpatías por Fidel Castro, se ha lanzado a un nuevo combate, esta vez contra el juez Philippe Courroye que, desde hace cuatro años, no deja que su hijo primogénito abandone Francia para poder ir a Mauritania donde tiene una empresa de conservas de pescado.El mismo juez que a finales de 2000 decretó su ingreso en prisión.Para mantener la conservera y poder prestar 300.000 euros a Jean-Christophe, Danielle ya ha hipotecado su casa.

Este es un episodio más en la dura vida de Danielle Mitterrand, nacida bajo el nombre de Danielle Gouze-Rénal. El 28 de octubre de 1944, después de unos meses de noviazgo, contrajo matrimonio con François Mitterrand. Su padre, director de un colegio bajo el régimen de Vichy, fue suspendido de su cargo en 1941 por haberse negado a dar el nombre de los estudiantes extranjeros y judíos que frecuentaban el centro. El matrimonio Gouze alojó en su casa a una pareja de resistentes, Henri Frenay y Bertie Albrecht, hasta que la Gestapo detuvo a esta última y la torturó hasta la muerte. Hay quien atribuye a esta experiencia de Danielle sus compromisos posteriores con las más diversas causas desde su asociación France Libertés.

Pero tardaría muchos años en hacer realidad su militancia porque, como tantas otras mujeres, su vida se concentró en apoyar la acción de su marido: ministro del Interior, de Justicia, senador, diputado y eterno aspirante a la presidencia, hasta que la alcanzó en 1981 a los 64 años de edad, convirtiéndose en el Rey Sol.Muchas veces la compañera de Danielle era la soledad, marcada en ocasiones por la neurastenia que le provocaban estos periodos de abandono forzoso a los que le sometía la actividad política de su marido. Toda la familia sentía esta opresión. En 2001, Jean-Christophe, al que muchos llaman despectivamente «papá me ha dicho», decidió verter sobre un libro, Mémoire meurtrie (Memoria herida) toda la amargura que llevaba dentro, describiendo una infancia sin ternura y una vida marcada por el peso de la personalidad de su padre, el presidente de la República. Ahora, tal y como ha revelado su madre, Jean-Christophe sufre una fuerte depresión: «Desde hace tres años está hundido y ha perdido toda la energía positiva. No tiene ganas de nada... Tiene pocos rayos de sol, salvo su hijo». Desde hace un par de semanas está internado en el servicio psiquiátrico de un hospital parisino.

Tras la muerte de François Mitterrand, en enero 1996, los franceses comenzaron a descubrir los secretos de su presidente, secretos que Danielle había compartido a lo largo de medio siglo. Dos días después de fallecer, se supo que Mitterrand padecía un cáncer de próstata desde que llegó al Palacio del Elíseo. Más aún, el presidente había ordenado durante todos estos años que se falsificaran los boletines de salud oficiales imponiendo el secreto de Estado.

Y qué decir de Mazarine, la hija natural de su marido. En el entierro de François Mitterrand en Jarnac todo el mundo descubrió, junto a la viuda y sus hijos, a la amante, y a la hija desconocida del presidente.

Pero Danielle Mitterrand hacía ya tiempo que se había acostumbrado al François seductor: «Yo veía cómo mi marido seducía a las jóvenes.Sobresalía en la seducción de las jóvenes que le rodeaban», comentó unos meses después de su desaparición en un libro titulado En toutes libertés. Fueron 50 años de matrimonio por los que pagó un precio muy elevado: «Los primeros años de nuestro matrimonio me enfadaba» comentaba entonces, «pero me había casado con un seductor y debía hacerme a la idea si quería quedarme con él».Pero no todo eran relaciones frugales. Un caso evidente fue la que mantuvo con Anne Pingeot y de la que nacería Mazarine, una hija a la que, según Danielle, su padre «adoraba».

Pero Danielle sigue fuerte. Para ella, las dificultades financieras de hoy no son más que «fantasmas sobre la fortuna, fantasmas sobre la decrepitud» de la familia Mitterrand, ha declarado esta semana en una entrevista concedida a la revista people VSD en la que defiende con uñas y dientes a su hijo Jean-Christophe mientras acusa a la justicia y a la prensa de enseñarse con él.




 
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