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 DIRECTORIO   Domingo, 7 de noviembre de 2004, número 473
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STAN DE JONG
   

Amenazada. Y después de Theo van Gogh, ¿quién será la próxima víctima? Suena a morboso juego de mesa, pero es una pregunta que verdaderamente preocupa a los holandeses. En los medios de comunicación, en los foros de Internet, en el trabajo y en los bares. El país quedó marcado por el asesinato del líder derechista Pim Fortuyn, el 6 de mayo de 2002. Por eso, cuando el pasado martes se supo que el cineasta, columnista y provocador profesional Theo van Gogh, de 47 años, había sido asesinado en Amsterdam por un joven de origen marroquí, la pregunta surgió al instante: ¿quién va a ser el siguiente que pagará su opinión con la muerte?

La posible respuesta se halló en una carta encontrada con el cadáver del director. Estaba firmada «en nombre de Alá» e incluía amenazas a EEUU, a los Países Bajos, a Occidente y a la persona a la que iba dirigida: Ayaan Hirsi Ali, una de las mujeres más admiradas y controvertidas del país.

Una de las últimas provocaciones de Van Gogh, que solía referirse a los islamistas como «folladores de cabras», era la película Sumisión, dirigida y financiada por él. El cortometraje muestra a cuatro mujeres maltratadas cuyos cuerpos han sido caligrafiados con textos denigrantes para la mujer, sacados del Corán. Una forma de blasfemia para los musulmanes. Hirsi Ali, parlamentaria de origen somalí, era la guionista.

Después de que la película saliera en televisión, sus creadores recibieron amenazas de muerte. Van Gogh se negó a aceptar protección policial. Hirsi Ali, en cambio, sí se escondió. Y no por primera vez en su vida.

Ayaan Hirsi Ali nació el 13 de noviembre de 1969 en Mogadisco, Somalia. Su padre tenía cinco hijos y una hija con cuatro mujeres y era adversario del dictador somalí Mohamed Siad Barre, por lo que la familia huyó a Kenia. Allí Ayaan cursó la enseñanza secundaria. Recibió una educación islámica ortodoxa. Como muchacha, llevaba velo y se le practicó la ablación. Sin anestesia. Una experiencia traumática que afectó su carrera posterior.

Cuando Ayaan se enteró de que la casarían con un primo lejano en Canadá, en 1992, se escapó a los Países Bajos, país que la concedió asilo. En un tiempo récord aprendió el idioma y estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Leiden. Dirigía una agencia de traducción e interpretación y trabajaba para el servicio de inmigración y para refugios de mujeres maltratadas. A estos centros de acogida, acudían cada vez más mujeres islámicas. Y así nació su misión: Ayaan no repararía en medios para mejorar la situación postergada y oprimida de las mujeres islámicas.

En 2001 Hirsi Ali se incorporó a la plantilla de la fundación Wiardi Beckman Stichting, dependiente del PvdA, el partido socialdemócrata.Tuvo un éxito glorioso en los medios de comunicación, donde destacaba por su elocuencia, firmeza y encanto. Una intervención en un programa de televisión en el que, al igual que Fortuyn, calificó el Islam de «retrógrado», dio lugar a amenazas dirigidas contra su persona. Se escondió y huyó a los Estados Unidos.

Durante su exilio decidió pasar al VVD, el partido liberal de la derecha. No estaba satisfecha con el enfoque débil de los socialdemócratas con respecto a la integración de las minorías. Tras su regreso a los Países Bajos fue elegida en enero del año 2003 diputada al Parlamento holandés. Desde entonces, es vigilada permanentemente por dos guardaespaldas cuando sale de casa.

Ayaan Hirsi Ali no es una diputada tradicional. Llama las cosas por su nombre y no le gustan los juegos políticos. Los críticos la califican más de activista que de política. Dentro de su propio partido, Hirsi Ali no es popular. Se le reprocha su actuación en solitario. Atacó, sin consultar con nadie, la ayuda al desarrollo y manifestó que la libertad de enseñanza (un derecho constitucional en función del cual se pueden abrir escuelas bajo prácticamente cualquier culto o principio educativo con financiación pública) era anticuado, porque daba carta blanca a las escuelas islamistas de ideología radical.

Pero su tema favorito sigue siendo las mujeres musulmanas. Su frase más controvertida apareció en el diario Trouw: «Según criterios occidentales, Mahoma es un hombre perverso». Aludía al hecho de que el profeta a los 53 años contrajera matrimonio y desflorara a Aisha, una muchacha de nueve años. Esta observación conllevó nuevas amenazas de muerte e incluso dio lugar a una carta de protesta de 21 países islámicos que exigían una disculpa por insultar a 1.500 millones de musulmanes en el mundo. Ella no se disculpó.

Mujer de gran belleza, Hirsi Ali es un fenómeno social. Mientras sus admiradores la llaman «profeta moderna» o «heroína de la libertad de expresión», sus adversarios la tachan de «yuppie del derecho de asilo» o dicen que «requiere un diagnóstico médico más exhaustivo». Un grupo de rap de La Haya escribió una canción en la que la trataban de «puta rezongona». «Te partiré la cara», cantaban los raperos marroquíes.

¿Qué riesgo corre, pues, Ayaan Hirsi Ali? Con motivo de sus declaraciones sobre Mahoma, una mujer musulmana escribió en una página web: «Francamente, no será una sorpresa cuando nos enteremos de que se ha atentado contra la vida de Ayaan; sencillamente lo está buscando. Y yo, personalmente, me alegraría». Los holandeses están con el alma en vilo.




CLAVES
UNA MUJER EN EL PUNTO DE MIRA

Ayaan Hirsi Ali nació en Mogadisco en 1969. / Huyó de su familia cuando la obligaron a casarse con un primo. / Es diputada por el VVD, partido liberal de la derecha holandesa. / Como Fortuyn, asesinado, calificó de retrógrado el Islam. / Trabajó con el recién asesinado Theo van Gogh. / Tuvo que exiliarse por un tiempo en EEUU por sus críticas al Islam


 
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