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de Pedro ALMODOVAR
En 1950, Bette Davis alcanzó la cumbre de su genio por su atormentada Margo Channing, la eximia dama del teatro de" Eva al desnudo". En 1974, Romy Schneider ganó el primer César de la historia del cine francés por su doliente actriz de "Lo importante es amar". Cuatro años después, la Berlinale de 1978 galardonó a Gena Rowlands con el Oso de Plata por su interpretación de la alcoholizada actriz Myrtle Gordon en "Opening Night". Pedro Almodóvar dedica su última película, "Todo sobre mi madre", a estas actrices, por aquellos tres trabajos dramáticos sublimes. Y a las actrices que hacen de actrices. Y, también, a las demás actrices. Y a todas las madres, actrices en lo cotidiano y doméstico. Y a su madre. Todas las mujeres que entrecruzan sus caminos y vidas en "Todo sobre mi madre" tienen algo de la enloquecida y patética Blanche Du Bois, aquélla que, en "Un tranvía llamado Deseo", se dejaba conducir al manicomio confiando en la bondad de los desconocidos. Manuela, Rosa, Huma, Nina y Agrado son las nuevas mujeres Almodóvar -muy lejos de la etiqueta de las chicas- protagonistas ahora de dramáticos eventos, que las convierten en una mezcla de Blanche, Stella Kowalski y Eve Harrington, la Eva de" Eva al desnudo", la admiradora que soñaba con ser la gran Margo Channing. Los ecos de Joseph Mankiewicz, Tennessee Williams y García Lorca resuenan en "Todo sobre mi madre", una historia femenina coral encabezada por Manuela Goifman Echevarría, argentina varada en Madrid, enfermera, de 38 años y 1,70 metros de estatura, ex actriz amateur y madre de un hijo adolescente, Esteban, que ama el cine, el teatro, la literatura de Truman Capote y sueña con escribirle un guión cinematográfico a su madre.
Un especial de EL MUNDO |