El 'enfant terrible' del pop británico, Robbie Williams, ha puesto el dedo en la dolorosa llaga de la piratería musical, asunto que los asistentes a la feria del Midem de Cannes debaten en una mesa redonda. El cantante no ha dudado en declarar que "nada se puede hacer" contra el mercado de las copias, que "es genial" y que él mismo utiliza.
"Estoy seguro que mi discográfica, mi 'mánager' y mis contables me odiarán por decir esto", dijo el antiguo integrante del grupo 'Take That', durante el coloquio que mantuvieron los profesionales reunidos en esta feria.
Williams -que renovó el otoño pasado su contrato con EMI por unos 150 millones de euros- precisó que él mismo estudió el tema de la piratería antes de renegociar su contrato con la compañía inglesa. "Pasé por todas las casas discográficas y les pregunté: 'Qué vais a hacer sobre este tema? Y escuché mucho 'blablá'. Los jefes de las casas de discos no saben qué hacer", explicó.
El cantante, de 29 años, suele llegar acompañado de polémica, especialmente por su excesiva sinceridad y su gusto por la provocación. Su último disco, 'Escapology', que lleva siete semanas en cabeza en las listas europeas, ha vendido desde su salida a la venta, el pasado 18 de noviembre, cinco millones de ejemplares, cuando según EMI no quedará amortizado hasta que no venda 18 millones de compactos.
La industria musical ha registrado una bajada del 9% en sus beneficios en 2002, lo que supone unos 30.300 millones de euros. En 2001 se vendieron 2.400 millones de discos frente a los 2.500 de 2000.
Según las casas de discos, por todo el mundo se venden alrededor de 800 millones de discos piratas por todo el mundo, cifra a la que hay que añadir la difusión gratuita por la red. Las casas de discos afirman que hay unos 500 millones de internautas que se descargan cada año alrededor de 5.000 millones de canciones de Internet.