La respuesta apabulla incluso a los organizadores del acto. Esperaban un pequeño grupo de asistentes y 400 artistas se presentan a la cita. Carlo Frabetti, miembro de la AIA, sabe que el 'boca a boca' puede hacer milagros: "Antes, cuando había que pegar sobres, el proceso se complicaba mucho, pero con el correo electrónico sólo tienes que darle a un botón y el mensaje llega a centenares de personas", explica a elmundo.es.

La idea detrás de la reunión de Bellas Artes también era mucho menos ambiciosa que el resultado final. "Propusimos a los artistas premiados que aprovecharan para expresar su rechazo a la guerra", dice Frabetti, que subraya la libertad que prevaleció en todo momento entre los asistentes. Sin embargo, este miembro de la AIA es consciente de que, sin la cita del 27 de enero, no hubiera sido posible teñir la gala de los Goya con el clamor antibelicista que inundó la sala.

A las persistentes referencias sobre la guerra que se cierne sobre Irak se unieron los carteles que prácticamente todos los artistas lucían en la solapa. "No eran pegatinas, sino unos carteles con un imperdible detrás para que no estropeara los trajes de noche", explica Frabetti.

Letras mayúsculas rojas sobre un fondo negro del tamaño de una tarjeta de visita fueron la carta de presentación con la que subieron al escenario casi la totalidad de los premiados y premiantes: Fernando León, Candela Peña, Luis Tosar, Penélope Cruz...

Algunos aseguran que fue la compañía teatral Animalario (responsable de la gala) la que se ocupó de distribuir los carteles entre la gente, aunque Frabbeti explica que la Unión de Actores, repartida en comisiones, entregó las insignias.