El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) acoge hasta el próximo 27 de febrero la muestra del artista californiano James Turrell, que presenta en esta ocasión seis de sus peculiares "espacios lumínicos" con los que trata de transformar las percepciones acerca del espacio, la perspectiva, el volumen, el vacío o el color.
Turrell (Los Ángeles, 1943) se describe a sí mismo como un "escultor de la luz", elemento del que aisla ciertos aspectos para crear con ello un "arte sin objeto" que parece estar hecho de luz sólida.
El artista explicó que no se ocupa de ningún objeto en particular. "El objeto -dijo- es la percepción misma. No me ocupo de ninguna imagen, porque quiero evitar el pensamiento simbólico asociativo, y tampoco me ocupo de ningún punto en especial donde mirar. Sin objeto, sin imagen y sin objetivo, ¿qué es lo que miras? Te miras a ti mirando".
Según la directora del IVAM, Consuelo Císcar, Turrell crea espacios "para capturar y encerrar la luz, que adquiere en estas habitaciones una dimensión escultórica que nos envuelve para hacernos sentir su presencia y despertar nuestros sentidos".
Una experiencia sensorial para el visitante
De hecho, los visitantes que accedan a esta exposición tendrán que pasear por varios pasillos completamente a oscuras para acceder desde ellos al interior de las composiciones de Turrell.
Una vez dentro, se recomienda permanecer en ellas al menos durante 10 minutos hasta que se dilata la pupila, porque de este modo se perciben mejor las variaciones lumínicas y la densidad de la luz.
Para acceder al interior de la sala en la que se exhiben estas obras, la organización exige al público que se coloque unas pantuflas blancas para evitar que se ensucie el suelo, que en algunas habitaciones está encalado.
Cada una de las piezas presentes en la muestra aísla un aspecto de la luz diferente y trata de conformar un universo particular; todas son independientes respecto a la anterior y presentan novedades.
La realidad, limitada
"A través de los años, Turrell ha conseguido conformar un gran archivo de técnicas e ingenios ópticos, cuyo fruto se enreda en las barreras de nuestra percepción y de nuestra ilusión. Como en el mito de la caverna de Platón, nuestra realidad queda limitada por las imágenes imperfectas que capturamos", explicó Císcar.
Para acoger estas composiciones, las salas del museo han tenido que ser transformadas en espacios ovalados o rectangulares, y en ellas se han instalado pequeñas rampas, pasillos y escalones que, iluminados por Turrell, van delimitando ambientes y espacios independientes.
La exposición, que ha sido comisariada por la arquitecta española Ana María Torres, se presenta junto a un catálogo que recoge unas 600 obras del artista.
"Resulta extraordinario el hecho de que el artista deje que sea el visitante quien decida dónde colocarse en el espacio que le rodea. No hay imagen, no hay ningún punto en concreto hacia donde mirar", según Torres.
Recuperar la capacidad de observar
"El reto más importante que persigue esta muestra -según su comisaria- es tratar de recuperar la capacidad de observar sin una idea preconcebida. En la penumbra se puede contemplar el Universo, gozar de la melancolía de las cosas, de una belleza diferente".
La obra más importante de Turrell es el proyecto del Roden Crater, un volcán extinguido que, desde hace 30 años, está transformando en laboratorio, aunque también ha trabajado en otros proyectos arquitectónicos como la reforma del Mendoza Hotel de su ciudad natal.
Entre otros galardones, en 1992 recibió el premio de arte de la fundación Heinz y Gisela Friedrich, y ha expuesto su obra en algunos de los mejores museos de arte contemporáneo de todo el mundo, como el Guggenheim de Nueva York y el de Arte Moderno de Fráncfort.