Conte y la Española

17 de enero.- Algunas personas del mundo de las letras están impulsando la candidatura del crítico Rafael Conte a la Academia Española. Confío en que al propio Conte le parezca bien, porque un servidor ha añadido su firma en esa confianza (también hubiera dado mi apoyo a que se negara a entrar como no fuera con los pies por delante).

Varios pensares. Vivimos en un tiempo escaso de gloria honorable. Hay mucho reconocimiento y mucho pendón suelto, pero poca gloria, así que la Academia u otros limbos históricos cumplen un papel. (Cuando creíamos que el mundo se podía cambiar, la Academia, en cambio, era una de las cosas que había que cambiar). Hay sitios en los que —por qué no- la obsolescencia o la senectud dan una pátina virtuosa y descanso a las ansias de este mundo.

Rafael Conte ha hecho mucho por la literatura española (y también por la francesa) y está bien que se honre a alguien que hace algo por alguien, en vez de honrar a los de siempre, o sea, a los que se dejan la piel por sí mismos. En España (en Cataluña, no sé) concedemos gran mérito a quien se tiene en alta estima y sufre todo tipo de privaciones y asechanzas por su propio bien. Y quien sacrifica a los otros para sacar cualquier provecho, aunque no sea grande, suele ser objeto de culto y admiración.

Por lo demás, tengo la impresión de que Conte, aparte de inventarse a sí mismo, inventó para otros compatriotas la figura del crítico literario dándole forma y cierta visibilidad social que, si bien no cabe decir que haya llegado muy lejos, puede afirmarse sin embargo que fue hermoso mientras duró.

En todo caso, él está ahí y yo me alegro. Alégrense ustedes y ya seremos varios.