La presentación de la persona

24 de enero.- El relato de presentación de las personas en la vida social ha entrado en crisis hace tiempo. Los grandes ejecutivos, los artistas y escritores, los profesionales de la nueva economía encuentran dificultades para decir algo de sí mismos que contenga intención, mérito y atractivos, una vez que las categorías correspondientes a esos epígrafes han desaparecido del horizonte de la convención. O sea, que retratarse como un profesional honrado, licenciado con idiomas y gran capacidad de iniciativa propende más bien al sarcasmo que al reconocimiento. En algunas empresas norteamericanas de prospectiva y think tank, los empleados de cierto nivel elaboran el currículum a partir de sus aficiones deportivas o artísticas, hazañas adolescentes, pretensiones, características psicológicas, retos sexuales e historial de cirugía plástica con el único objeto de decir al cliente algo que con el discurso tradicional habría quedado mudo.

Con conciencia de crisis o sin ella, la correspondencia entre el relato que utilizamos y la cantidad de luz que arroja sobre la propia vida sigue siendo palpable (lo que no significa deseada). Hagan la prueba con la biografía de los escritores en la solapa de los libros, trabajada a medias entre el autor y el editor.

Laurent Graff, 'Los Días Felices' (Lengua de Trapo): "La biografía de Laurent Graff carece por completo de interés. Archivero de profesión, jamás ha montado a caballo. Desde la discreción y el recogimiento que le son propios, ha desarrollado un punto de vista genético y zoológico del ser humano". (Y luego, efectivamente, el libro es una ocurrencia desarrollada, con aciertos difusos y sin continuidad, un intento de fuerza que se desvanece, aunque con hallazgos —como el del atleta ex alcohólico).

Elena Poniatowska, 'El tren pasa primero' (Alfaguara): "Periodista y escritora comprometida, a menudo ha puesto su pluma al servicio de las causas más justas". (Dejando aparte el valor que supone semejante tarjeta de visita, luego, efectivamente, ese lenguaje de palabras cargadas, ese sentido de la Historia como un gran hipérbaton).

Edward Lewis Wallant, 'Los inquilinos de Moonbloom' (Libros del Asteroide): "Pese a su prematura muerte y su escasa producción literaria, fue considerado uno de los más prometedores miembros de la brillante generación de escritores judeoamericanos de posguerra". (Y la verdad es que luego el texto promete y promete, pero le cuesta dar, casi está a punto, pero en el último momento siempre hay una mano o un pecho que se cierran, esa madurez en riesgo que aún no ha llegado).

Michel Onfray, 'Tratado de ateología' (Anagrama): "Michel Onfray, nacido en 1959, ha escrito una treintena de libros en los que formula un proyecto hedonista ético". (Un ateo haciendo tratados, un hedonista ético formulando proyectos: ¿mucha doctrina y poco sentimiento? ¿Por eso se le olvida diferenciar entre el Dios de la catequesis y el sentimiento religioso?).