Creativos y creadores

2 de febrero.- 

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Mientras el Foro Económico de Davos se dedicaba este mes de enero a la creatividad, la Escuela Contemporánea de Humanidades (por poner un ejemplo comparable en magnitud e influencia global, aunque sin parangón en el aspecto lúdico) publicaba una monografía sobre las formas de la creación actual. Mientras los de Davos han llegado finalmente a la conclusión que traían de casa, o sea, que hay que ser creativos para solucionar los problemas que conlleva la globalización -aunque no tenemos ni idea de qué leches es ser creativo, ni qué demonios representa la globalización-, la ECH ha sorprendido a propios y extraños desvelando qué clase de locuras, maniobras y estrategias sociales se ocultan en este imperativo creador que cunde por todas partes e individuos. El lisongero resultado es un libro escrito a varias manos titulado ‘Los rascacielos de marfil’ (Biblioteca Escuela Contemporánea de Humanidades, Lengua de Trapo). Y esto no es autopromoción, ni autobombo, qué va. Pero, oigan, con el autobombo pasa como con la autocompasión, que los efectos dependen de la dosis. (Cinco minutos al día –ni uno más- lamentando la falta de cariño y de horizonte profesional, Viaducto arriba y abajo, es mejor que una sesión con aromaterapia en el spa).

El caso es que la creatividad de la que han hablado en Davos es la creatividad de la que tanto se habla en el mundo de la empresa y que tiene un significado más bien restringido a la búsqueda de soluciones prácticas, mayores niveles de eficiencia y productividad y reincidencia en los intereses corporativos y en las formas de organización que ya conocemos. La creación es otra cosa: se trata más que nada del desarrollo del pensamiento abstracto y simbólico, a partir de la representación y de sus lenguajes. Si alguno de ustedes piensa que la creatividad es lo contrario de la creación, no seré yo quien diga que se equivoca. La cuestión, en todo caso, es si los problemas concretos se resuelven con creatividad —o sea, con ocurrencias y sistemas prueba/error- o con recursos de la creación —es decir, con pensamiento y representación.

Aunque la otra cuestión es por qué todo quisque quiere sentirse creativo y por qué el creador se ha convertido, como se ha señalado a menudo, en un modelo de individuos.

Bueno, lo que yo sé es que esta tarde a las ocho presentamos ‘Los rascacielos de marfil’ en la ECH y que están ustedes invitados, y que tal como está el mundo del libro hay que darse prisa en celebrarlo.

• Lea el capítulo de Alejandro Gándara, 'Creación y Locura' en 'Los rascacielos de marfil'(Lengua de Trapo)