MADRID.-
Mientras el atletismo mundial se renueva, el español envejece, a excepción de Casado, y retrocede. Con dos medallas y diez finalistas en su casillero, experimentó un claro retroceso con respecto a París 2003 en todos los sectores menos en uno: la marcha, el único surtidero. Desde Gotemburgo'95 España, que siempre ha conseguido al menos una medalla en los Mundiales, no se había quedado en dos, y siempre había tenido diez o más finalistas.
El día inaugural, dos medallas: Paquillo (plata en 20 kilómetros marcha) y Juan Manuel Molina (bronce en la misma prueba). Los ocho días restantes ni un solo podio más. España, cual Armada Invencible, no fue a Helsinki a luchar contra los elementos, y sin embargo, el frío, la lluvia y el viento no hicieron excepciones con el resto de los 1.890 participantes. Paquillo y Molina salvaron la cara, aunque el granadino se enzarzó después en una polémica con la Odriozola sobre la retribución de su entrenador, el polaco Robert Korzeniowski, y los asuntos dinerarios ocuparon más espacio en los medios que la propia gesta.
El renovado éxito de la marcha española, que ha dado ya once medallas a España en campeonatos del mundo, no alcanza a tapar las decepciones de un grupo de atletas instalados en la elite mundial pero que en la hora suprema no fueron capaces de trasladar sus cualidades a la competición.
Fracaso general
Antonio Reina, que cayó en semifinales de 800; Alberto García, Jesús España y Roberto García, eliminados en series de 5.000; Julio Rey y Chema Martínez, octavo y trigésimo en el maratón; Manuel Martínez, eliminado en calificación de peso; Mario Pestano, undécimo en disco; y los marchadores Jesús Angel García Bragado y Mikel Odriozola, descalificados en 50 km., no estuvieron a la altura de su calidad en Helsinki.
Entre las mujeres, Marta Domínguez, decimocuarta en 5.000; Glory Alozie, eliminada en semifinales de 100 m.vallas; Ruth Beitia y Marta Mendía, que no pasaron a la final de altura; Carlota Castrejana, undécima en triple, y especialmente Conchi Montaner, que dejó escapar su gran ocasión para hacer algo grande en unos Mundiales, tampoco respondieron a las expectativas.
Aparte de Paquillo y Molina, María Vasco y Joan Lino Martínez, cuartos en sus respectivas pruebas, tuvieron un comportamiento irreprochable en Helsinki, metidos en la refriega por las medallas. La rigurosa ley del centímetro, que dio a Joan Lino la medalla de bronce olímpica en Atenas con un salto de 8,32 (el jamaicano James Beckford se quedó en 8,31) le expulsó del podio en Helsinki. El finlandés Tommi Evila, con 8,25, le quitó el bronce por la misma diferencia mínima.
Casado toma el relevo en el 1.500
El medio fondo demostró solidez, pues metió a cuatro atletas en las finales de 1.500, pero las medallas empiezan a estar demasiado lejos. Desde Sevilla'99, donde Reyes Estévez logró su segundo bronce, España no ha pisado podio en una prueba que regaló al país, aparte del título olímpico de Fermín Cacho, cinco medallas en los siete primeros Mundiales.
El madrileño Arturo Casado irrumpe como agua de mayo, relevo en una especialidad, el medio fondo, en peligro de estancamiento, una vez confirmado el declive del número uno, Reyes Estévez, que se hundió en la final de 1.500.
Casado remató en Helsinki, con su gran quinto puesto, su primer año de gloria, en el que ha sido, con solo 22 años, campeón de Europa sub 23, campeón de los Juegos Mediterráneos y campeón de España absoluto. Su nombre se maneja ya en el mundillo atlético internacional como la gran esperanza del medio fondo europeo, amenazado de muerte por la marea africana.