En un mercado en el que los monovolúmenes tienen cada vez más adeptos y en el que siete de cada 10 turismos que se venden son de gasóleo, aquellos que opten por una berlina de corte tradicional empujada por un motor de gasolina serán tachados de bichos raros.Sin embargo, estos coches también cuentan con muchas novias.Estos seguidores son conductores que necesitan espacio, prefieren el diseño de los tres volúmenes, buscan buenas prestaciones y un motor alegre que suba hasta regímenes imposibles en una mecánica diésel.

Un buen ejemplo de ello es el Focus de cuatro puertas y el propulsor de dos litros y 145 caballos, introducido en el Fiesta ST, C-Max, Mondeo y Mazda3.

Esta mecánica sorprende por su excelente progresividad desde bajas revoluciones. Sin embargo, habrá que esperar hasta las 4.000 vueltas para sentir una verdadera patada, ya que la mayor parte de la fuerza del motor se entrega a revoluciones muy altas. Esta característica convierte al Focus en un coche divertido para los amantes de los motores de gasolina, pero como contrapartida le vuelve remolón en los adelantamientos.

El cambio de sólo cinco marchas y con una cuarta muy larga tampoco ayuda en este sentido.

Buen comportamiento

Donde realmente sobresale es en el apartado de velocidad máxima.De hecho este cuatro puertas es uno de los más veloces de su clase.

El comportamiento es también digno de elogio. El conjunto formado por el excelente bastidor, las eficaces suspensiones y la rápida dirección roza la perfección.

Otra de sus grandes bazas es el amplio habitáculo.

Los ocupantes de las plazas traseras gozan de un espacio para las piernas más propio del segmento superior que de un compacto. Algo similar ocurre con el maletero, de gran capacidad, aunque con muchos elementos de la carrocería a la vista.

Aunque el equipamiento es alto, se echan en falta elementos opcionales como el control de estabilidad o la rueda de repuesto de dimensiones normales.

FICHA TÉCNICA

Precio.20.825 euros.