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UN INFORME DEL SENADO
Las bondades de la siesta y la dieta mediterránea, reconocidas oficialmente

ELMUNDOSALUD.COM

La siesta y la dieta mediterránea ya tienen un reconocimiento oficial. El Pleno del Senado tiene previsto aprobar un informe que defiende la dieta mediterránea, la siesta, el ejercicio físico, la vida familiar o la lactancia materna entre otros aspectos relacionados con un 'estilo de vida saludable'.

Entre las propuestas de sus señorías destaca la promoción de la 'cesta mediterránea', rica en aceite de oliva, verduras, pescado y legumbres, mediante campañas informativas y educativas que fomenten hábitos de vida sanos.

La siesta, ese invento tan español

«No existe pasión más poderosa que la pasión de la pereza», escribió hace algunos años Samuel Beckett. Ahora que el Senado va a reconocer y a fomentar la siesta, esa pasión nacional por la pereza vespertina, conviene conocer sus beneficios.

Echar una cabezadita después de comer, además de un invento genuinamente español, es una necesidad del organismo grabada biológicamente en los genes. El ser humano está programado para dormir por la tarde sin que eso suponga ningún perjuicio en nuestro rendimiento. Muy al contrario, numerosos estudios han demostrado que este paréntesis permite aumentar la concentración, el rendimiento, la productividad e incluso la creatividad. Existe una predisposición natural en el ritmo circardiano del ser humano para dormir por la tarde, lo que permite aumentar la capacidad física e intelectual, relajar los músculos y la mente y, para qué negarlo, disfrutar de este pequeño placer en mitad del día.

Además de su efecto reparador, la siesta refuerza el sistema inmune. Favorece un tipo de sueño profundo (de ondas de baja frecuencia) durante el que se segregan hormonas que renuevan los tejidos y fortalecen el sistema inmunológico. Estas sustancias, como los muramiléptidos, eliminan los productos secundarios del metabolismo muscular, preparando al cuerpo para un nuevo período de vigilia.

Después de comer la temperatura del cuerpo desciende y nuestro cuerpo comienza a producir unas sustancias soporíferas que se encuentran de forma natural en el organismo y que provocan la sensación de sueño que se produce en las primeras horas de la tarde. Y es que la siesta está muy relacionada con el reloj biológico que nos da sueño por la noche. Este sistema está ubicado en la región del cerebro que controla los cambios en la temperatura de la piel, la agudeza visual, la concentración etc.

La mayor parte de los accidentes de tráfico tienen lugar entre las dos y las cuatro de la madrugada, y en las horas centrales del día, de dos a cuatro de la tarde. Una circunstancia que el Centro francés de Sueño atribuye a la falta de concentración que evita reaccionar a tiempo ante los imprevistos. Este hecho ha llevado a numerosas empresas, y no solamente españolas, a instalar 'nap lounges', las llamadas salas del sueño que permiten a los trabajadores desconectar de la rutina durante media hora sin tener que desplazarse hasta el sillón de su propia casa.

La duración de la siesta es otro de los factores que han causado controversia entre los diferentes estudios que se han hecho al respecto; mientas para unos más de media hora puede alterar el sueño nocturno. Sin embargo, según todos los expertos de sueño, todo tiene una base biológica, lo que explicaría la existencia de 'búhos', 'madrugadores', 'dormilones', 'siesteros'... Cada cuál según sus gustos y necesidades.

La dieta mediterránea

Coja una rebanada de pan, tuéstela, rocíela con un chorro de aceite de oliva virgen, añádale ingredientes al gusto, tomate, jamón... Su paladar se lo agradecerá, pero, por encima del placer efímero del gusto, su organismo saldrá beneficiado de las riquezas que esconde la dieta sana.

El aceite de oliva, componente esencial de la dieta mediterránea, es rico en ácido oleico y en ácidos grasos esenciales Omega3, sustancias con innegables ventajas cardiovasculares. No sólo elevan los niveles del colesterol 'bueno' (HDL), sino que reducen el colesterol 'malo' (también llamado LDL) y el nivel de triglicéridos en la sangre. Con esta labor benefactora, el aceite permite evitar la oxidación de grasas que, más adelante, podrían dar lugar a la formación de placas de ateroma. Además, los ácidos grasos del 'oro líquido' limpian las arterias y las mantienen suficientemente flexibles para prevenir el infarto y los accidentes cerebrovasculares.

Varios estudios añaden además, las propiedades antiinflamatorias de los omega 3, de manera que el aceite también puede prevenir la aparición de enfermedades como la artritis reumatoide, o la colitis ulcerosa. Incluso se ha destacado en numerosas ocasiones que una dieta rica en lípidos monoinsaturados podría prevenir la aparición de tumores de mama, próstata y colon y evitar el sobrepeso, la diabetes, la hipertensión y el deterioro cognitivo.

No sólo de aceite vive el hombre, se podría añadir. Los cereales y los alimentos ricos en fibra, gracias a su contenido en ácido fólico, reducen los niveles de homocisteína en la sangre, un factor que determina el riesgo coronario por encima incluso de lo que pueda 'leerse' de los niveles de colesterol. El ácido fólico, también presente en las verduras de hoja verde, especialmente en el brócoli, aporta al organismo una protección natural y eficaz contra los problemas coronarios, favoreciendo el suministro de oxígeno a las células y la circulación de la sangre.

Por su parte, el pescado, rico en ácidos grasos y Omega 3, reduce el riesgo de sufrir un infarto y previene accidentes cardiacos más graves, como las arritmias. Además, comer pescado al menos una vez a la semana permite luchar contra la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, gracias también a su aporte de ácido fólico.

La 'cesta mediterránea' puede ser considerada una eficaz farmacia natural en la prevención de numerosas enfermedades, lo que unido a un estilo de vida sana puede repercutir ampliamente en la salud de los mediterráneos, allá donde se encuentren.

   
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