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 ONCOLOGÍA / Dudas y preguntas
 

PREGUNTAS MÁS FRECUENTES
Líneas de alta tensión y riesgo de cáncer

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Están instalando líneas de alta tensión en mi barrio. Los vecinos estamos muy preocupados, pues hemos oído decir que la radiación que emiten puede ser causa de cáncer, sobre todo en los niños. ¿Es esto cierto?

- Las radiaciones se suelen clasificar en ionizantes y no-ionizantes. Las primeras son, por ejemplo, las de los Raxos X, la radioterapia o los reactores nucleares. Las segundas son propias de los campos electromagnéticos que se producen en torno a cualquier dispositivo por el que circula corriente eléctrica, como líneas de alta tensión, teléfonos móviles, afeitadoras eléctricas, hornos a microondas u ordenadores.

Desde luego, las radiaciones ionizantes tienen efectos sobre los tejidos vivos. Es la razón por la que mata la radiación de una explosión atómica o por la que una radiografía puede ser perjudicial para un feto. Pero también se pueden usar benéficamente, como en el caso del tratamiento del cáncer con radioterapia, o su empleo como método de esterilización de materiales quirúrgicos.

La exposición a los campos electromagnéticos depende de la potencia de la fuente pero, sobre todo, de la distancia a la que se encuentre. La potencia de una línea de alta tensión es muy alta, pero, al estar alejada, el campo electromagnético que envuelve a quien está debajo de ella es menor que el que ocasiona un teléfono móvil o una afeitadora eléctrica.

Se han sometido cultivos celulares y animales de experimentación a campos electromagnéticos más intensos que a los que cualquier persona podría exponerse durante toda su vida, sin apreciar ningún efecto.

Por otro lado, se han estudiado con mucho cuidado y durante muchos años, aquellas personas que, por razón de su profesión, están en contacto con radiaciones no-ionizantes intensas durante horas la mayor parte de su vida adulta como, por ejemplo, trabajadores de mantenimiento de líneas eléctricas de alta tensión, radiotelegrafistas, telefonistas, técnicos de sonido, marineros de submarinos o aviadores.

El resultado es que ninguno de estos grupos presenta mayor incidencia de cáncer que la población general.

Es cierto que aparecen de cuando en cuando noticias referentes a barrios cruzados por líneas de alta tensión, en los que aparecían casos de algunos cánceres, como tumores cerebrales o leucemias infantiles.

Lo cierto es que podían concentrarse tres o cuatro de estos casos en un mismo bloque de viviendas o, incluso, edificio, y esto resultaba sospechoso. Estos incidentes también se han estudiado muy detenidamente con métodos de epidemiología. Parece ser que la concentración de estos casos es fruto de la casualidad.

Si se consideraba el número de enfermos en todo el territorio urbanizado atravesado por las torres de alta tensión, la incidencia de éstos y otros tipos de cáncer era la misma que en cualquier otro barrio. Además, esas acumulaciones de casos tampoco sucedían en los lugares donde la intensidad de los campos eléctricos era la más grande.

Los estudios epidemiológicos no son sencillos. Para detectar incrementos pequeños del riesgo es necesario reclutar miles de voluntarios. También hay que tener mucho cuidado en excluir de la investigación factores de confusión.

Por ejemplo, las personan con varios casos de cáncer en la familia, que ya tienen un riesgo más elevado de padecerlo, pudieran estar más preocupadas por el asunto y prestarse a esta clase de estudios con más facilidad que quien carece de antecedentes familiares.

Todo estudio epidemiológico no debe tomarse como una verdad absoluta, sino como los datos de mejor calidad en espera de que otros los mejoren.

Pudiera pues todavía existir alguna relación, pero, si existe en absoluto, debe de ser tan remota que entra dentro de todos esos riesgos cotidianos que asumimos sin angustiarnos, como subirnos a un coche o bañarnos en la playa.

RICARDO CUBEDO
Servicio de Oncología Médica, Clínica Universitaria Puerta de Hierro (MADRID)

   
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