Un grupo de investigadores de la Universidad de Yale (EEUU) y de la Universidad de Dresden (Alemania) ha descrito, por primera vez, las diferentes respuestas cerebrales que produce oler por la boca y oler por la nariz. Dos rutas, dos sensaciones.
Dana M. Small, autora principal de este estudio publicado por la revista 'Neuron' asegura que hay dos formas de oler, según el camino que usen los aromas para llegar a los receptores olfativos. Uno, cuando el olor llega del exterior a través de las ventanas de la nariz (vía 'ortonasal') y dos, cuando el olor llega por la boca (vía 'retronasal').
Cuando un olor llega por la boca se suele confundir con un sabor. "Los olores que llegan por vía retronasal crean la ilusión de que están localizados en la boca. Esta ilusión es tan fuerte que mucha gente equivoca el olor con un sabor", asegura en el estudio.
Un buen ejemplo es el vino. "Cuando un vino es de nuestro agrado solemos decir que nos gusta, por ejemplo, por su sabor afrutado", explica. "Pero el sentido del gusto se limita a sensaciones como dulce, salado, amargo o agrio. De modo que ese 'sabor' al que uno suele hacer referencia es en realidad un olor recibido vía retronasal".
En el experimento el chocolate fue el alimento protagonista. Los demás olores investigados -la lavanda, el farnesol y el butanol- no correspondían a comestibles. Para 'administrar' los olores por la boca o por la nariz se colocó a los participantes una cánula que terminaba en las aletas de la nariz y otra que depositaba el olor cerca de la garganta, donde se forman los olores que provienen de un alimento que se encuentra en la boca. Al depositar las muestras directamente cerca de la garganta el aroma iba directamente a los receptores olfativos sin tocar las papilas gustativas, para no confundir al participante.
Administraron los cuatro olores de las dos formas. Los resultados más llamativos fueron los del chocolate. Cuando el olor del chocolate se administró vía bucal, se activaron en el cerebro unas zonas que nada tienen que ver con las que se activaron cuando se administró por la nariz.
La hipótesis que lanzan los investigadores para explicar este fenómeno tiene que ver con el sistema de recompensa. Si el olor se capta vía ortonasal el cerebro lo identifica como algo que puede proporcionar placer pero que aún no lo ha hecho, es decir, "comida disponible". En cambio, el olor recibido vía retronasal (desde la boca) supone que el placer y la satisfacción se están produciendo en ese momento, "comida recibida".
El estudio explica que el cerebro 'sabe' que el chocolate puede proporcionar placer porque "interactúa con la experiencia", es decir, el individuo lo ha olido en anteriores ocasiones por la boca (lo ha comido).
El experimento y las imágenes del cerebro recogidas por resonancia magnética funcional son "la primera evidencia de que el olfato es un sentido doble". El cerebro, sin duda, percibe de forma diferente la misma molécula según llegue al sistema olfatorio por la boca o por la nariz.
Aún queda mucho por estudiar para llegar a comprender del todo nuestro sistema olfatorio. "Como este estudio sólo ha utilizado un alimento, en los experimentos futuros es imprescindible determinar si otros alimentos provocan la misma reacción en el cerebro", admiten los autores.