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URGENTE

LA PREGUNTA DE LA SEMANA | 22-28 MARZO

¿Merece la pena radiar a ciertas edades?

  • A pesar de los temores, la mayoría de pacientes tolera bien el tratamiento
Actualizado lunes 05/04/2010 13:23 (CET)
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PREGUNTA.- A mi padre (77 años) le hicieron hace tres años una prostatectomía radical. Desde entonces le han hecho controles de PSA y ahora le ha llegado a 1. El urólogo le dijo que le harían un tratamiento con radioterapia externa. Mi pregunta es: ¿Merece la pena dar radioterapia a esta edad, a pesar de que el estado general de mi padre es bastante bueno? ¿Qué beneficios tiene la radioterapia?

RESPUESTA.- La radioterapia consiste en el tratamiento del cáncer mediante las radiaciones. Algunos tumores malignos, como los de la próstata, pero también los de la laringe o la vejiga urinaria se pueden eliminar sólo con radioterapia, sin necesidad de cirugía. En este caso se habla de radioterapia curativa o radical.

El médico especialista que se encarga del tratamiento con radiaciones es el oncólogo radioterapeuta, distinto del oncólogo médico que es quien usa la quimioterapia y otros tratamientos con medicinas. La radioterapia se puede aplicar desde fuera o desde dentro del organismo. Para la radioterapia externa se requieren unos aparatos llamados aceleradores de electrones.

La radioterapia interna, también llamada intersticial, braquiterapia o curieterapia (en honor a Marie Curie, la investigadora francesa pionera en el uso médico de la radioactividad), se aplica mediante agujas o elementos de material radiactivo que se ponen en contacto directo con el tumor. Por ejemplo, los cánceres de próstata se pueden irradiar mediante el uso de minúsculas bolitas radiactivas (llamadas semillas) que se introducen en la glándula.

Las radiaciones son haces de energía que actúan sobre los tejidos. Su principal efecto consiste en dañar el material genético de las células. Si el daño genético sobrepasa un cierto punto, la célula muere. Esto sucede tanto con las células sanas como con las enfermas, pero los oncólogos radioterapeutas se valen de una serie de técnicas para que el efecto de la radioterapia sobre el tumor sea máximo, pero mínimo sobre los tejidos normales de alrededor.

La primera es el cálculo exacto de la dosis. Sucede que las células malignas son más sensibles a la radioterapia que las sanas. El especialista calcula una dosis que sea tolerable para los tejidos sanos, pero letal para los cancerosos. Otro aspecto importante es el llamado fraccionamiento. La dosis total de radioterapia no se aplica de una sola vez salvo en raras excepciones. Normalmente, se fracciona en dosis sucesivas, de modo que los tejidos tienen la oportunidad de recuperarse entre una y otra fracción. Lo más común es que se aplique una dosis de radioterapia cada día de lunes a viernes, durante un periodo de varias semanas.

Por otro lado, el oncólogo de radioterapia no proyecta un solo rayo de radiación sobre el cáncer. Lo que hace es usar varios haces de energía que se cruzan precisamente sobre el tumor. De este modo, cada chorro de radiación lleva poca energía y daña escasamente a los tejidos sanos; en cambio, la radiactividad de todos los haces se suma en el punto de confluencia y ejerce todo su efecto en el foco de la enfermedad.

Los modernos equipos de radioterapia tridimensional emplean potentes computadoras, que calculan con exactitud milimétrica el volumen a irradiar, aunque tenga una forma muy complicada, consiguiendo envolver todo el tumor en radiación, pero evitando casi por completo el daño de los tejidos aledaños. Por último, se emplean pantallas de un material especial que absorbe las radiaciones, moldeadas a medida de la anatomía de cada paciente, para impedir que la radiación incida sobre tejidos especialmente sensibles, como la médula espinal, la retina o la glándula tiroides.

Planificar la radioterapia

Todos estos aspectos son complicados de planificar. Antes de empezar la radioterapia propiamente dicha, el oncólogo ordena una serie de escáneres especiales y una sesión con el aparato de radioterapia apagado; a esto se le llama simulación. En todos los equipos de oncología radioterápica participan unos profesionales con los que el paciente jamás tiene contacto. No son médicos, sino físicos. Se los conoce como radiofísicos. Junto con el oncólogo radioterápico, analizan todos los datos de la simulación y establecen un plan de tratamiento que es distinto para cada enfermo. En él se especifica qué aparato se usará, con qué energía de radiación, a través de cuantos haces de energía y con qué ángulos precisos cada uno, cuántas sesiones, durante cuánto tiempo y usando qué escudos para proteger qué órganos. Todos esos datos se introducen en un ordenador que controla al aparato de radioterapia.

Es verdad que la radioterapia asusta a muchas personas. Yo creo que es porque la idea de la radiactividad está mezclada con imágenes de centrales nucleares, bombas atómicas y cosas por el estilo. ¿Quién no ha visto una película o un documental acerca de víctimas de la radiactividad? La realidad está muy lejos de estas fantasías.

La radioterapia no es más que otro entre muchos tratamientos médicos. Quienes la reciben suelen tolerarla muy bien, sin efectos adversos o con pequeñas consecuencias que se resuelven pronto y apenas interfieren en la vida normal. La radioterapia se lleva mejor que la quimioterapia en la mayor parte de las ocasiones.

Los efectos contraproducentes más comunes de la radioterapia son agudos, es decir, que aparecen durante el mismo tratamiento o poco después, y no tardan en desaparecer. La radioterapia sobre la pelvis necesaria para tratar el cáncer de próstata ocasiona diarrea en algunos enfermos y, en otros casos, irritación de la vejiga, con síntomas similares a los de una infección de orina.

En un caso como el de su padre, el beneficio de la radioterapia es tan importante como curar la enfermedad, ahora que está en su fase más incipiente de crecimiento, tanto que ni siquiera se pueden apreciar tumores; sólo la elevación de la PSA señala el desarrollo oculto de la enfermedad. Entiendo que le preocupe la edad de su padre, pero piense que el cáncer de próstata es propio de esa edad y que todos los tratamientos que empleamos contra el cáncer de la próstata, incluida la radioterapia, han sido diseñados pensando en personas de setenta u ochenta años.

Ricardo Cubedo
Especialista en Oncología de la Clínica Universitaria Puerta de Hierro de Madrid

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