URGENTE |
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PREGUNTA.- La mejor amiga de nuestra hija de 10 años perdió a sus padres y hermano menor en un trágico accidente en el que solamente ella, de 9 años sobrevivió. Ella mantuvo conciencia en todo momento así que creemos que la impresión debe haber sido terrible. La niña parece estar fuerte, centrada y hasta más madura de lo que esperábamos. No sabemos sí esta siendo 'presionada' para no manifestar dolor 'porque sus papás y su hermanito están en el cielo, con diosito', o si es una reacción propia. Nosotros hubiéramos esperado, y casi preferido un claro duelo de parte de la niña. Cómo podemos ayudarla desde nuestra posición de amigos de la familia. Gracias por su consejo.
RESPUESTA.- Aunque inicialmente algunos investigadores creyeron que los niños presentaban unas respuestas mínimas ante las situaciones traumáticas, en el momento actual las investigaciones y observaciones realizadas no han corroborado esas ideas y sí han mostrado que los niños, al igual que los adultos, pueden presentar consecuencias emocionales a corto, medio y largo plazo si han sufrido acontecimientos vitales traumáticos significativos.
La Asociación Americana de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia recomienda evaluar la presencia de los siguientes indicadores en niños y adolescentes que hayan estado expuestos a situaciones graves, especialmente en las que los niños hayan podido estar expuestos a víctimas mortales. Muchos de estos indicadores pueden no aparecer inmediatamente después de un evento traumático, pero sí hacerlo al cabo de varios meses o incluso años:
-No querer acudir al centro escolar.
-Miedos persistentes relacionados con la situación vivida.
-Alteraciones del sueño: pesadillas, presentar enuresis nocturna a partir del evento.
-Disminución de atención y concentración, aparición de irritabilidad.
-Mostrarse fácilmente asustadizos y nerviosos.
- Problemas de conducta que no era típicos en ese niño/a.
- Quejas de dolores físicos (de estómago o de cabeza, mareos) sin una causa física subyacente.
-Aislamiento de su familia y amigos, tristeza, apatía, disminución de actividad y preocupación reiterada acerca del evento.
Según esta misma Asociación psiquiátrica, a los niños que han sufrido la muerte de un familiar se les debe permitir el expresar la pérdida de sus seres queridos y su propio dolor como ellos crean oportuno, sin obligarles a ello. Una vez que el niño/a acepta la muerte, es normal que pueda manifestar su tristeza ocasionalmente incluso cuando haya transcurrido un período largo de tiempo tras la muerte del familiar, a veces en momentos inesperados.
Aquellos familiares supervivientes (a los cuales los niños puede mostrar su rabia) deberían pasar el máximo tiempo posible con el niño y hacerle saber claramente que el niño/a tiene permiso para manifestar sus sentimientos de una forma libre y abierta. En este sentido, es importante evitar que los niños puedan sentirse culpables ya que algunos niños han indicado sentirse responsables de los fallecimientos familiares porque en algún instante tuvieron deseos o llegaron a verbalizar inocentemente que algún familiar muriera y pueden llegar a creer que su deseo se cumplió.
En el caso de que aparecieran algunos de los indicadores mencionados anteriormente u otras cuestiones que preocuparan a los responsables del cuidado de la niña, podrían solicitar una valoración en psiquiatría infantil a través del pediatra de la niña.
Juan José Carballo
Psiquiatra infantil y de la adolescencia de la Fundación Hospital Jiménez Díaz de Madrid,
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